Organizaciones de la sociedad civil de América Latina hacen visible en la COP21 de París el problema de la minería y su relación con el cambio climático. El problema de cambio climático local por tajos en montaña afecta a toda la región andina y sus derivaciones impactan en las demás biorregiones sudamericanas.
Fuente: Deutsche Welle
“Para las minas a cielo abierto, en los Andes, se cortan las cumbres de las montañas . Las nubes que antes se detenían y descargaban en parte, pasan todas al otro lado de la montaña. Se producen cambios en el régimen de vientos y lluvias, se altera la alimentación de manantiales. Esto es un cambio climático local que aporta al global”, explica a DW Julia Cuadros, vicepresidenta del Movimiento Ciudadano contra el Cambio Climático. A la COP 21 han acudido para plantear en foros de sociedad civil la problemática minera de América Latina.
“La presencia de poblaciones afectadas de América Latina ayuda a darle mayor visibilidad a esta problemática: desde la COP20 de Lima –en flagrante contradicción con el discurso formal-, Perú ha adoptado políticas públicas que han debilitado las regulaciones ambientales y sociales”, dice a DW José De Echave, economista, que fue en 2011 viceministro de Medio Ambiente en Perú.
“Normalmente no se piensa en minería y cambio climático por su bajo consumo de combustibles fósiles. Sin embargo, la actividad minera produce otros impactos que tienen como consecuencia efecto invernadero”, añade Cuadros, directiva de CooperAcción, organización no gubernamental de desarrollo que integra el Observatorio de Conflictos Mineros de Perú.
“En los últimos años hemos detectado al menos diez accidentes ambientales de rebosamiento de canchas de relave -donde se depositan los residuos de la mina- que han colapsado por exceso de lluvia. En las partes que se han quedado sin lluvia, el calor excesivo produce resecamiento y el viento se lleva los polvos que contienen metales pesados. Estos contaminan el agua, los pastos, los cultivos”, expone Cuadros. El manejo de recursos hídricos, problema ligado a la extracción minera, ha generado entre 2011 y 2014, 153 conflictos sociales.
Por si fuera poco, las cuentas no están saliendo. “Para el Perú, el Banco Mundial en 2007 hizo un estudio de costos anuales de degradación ambiental. Tuvo en cuenta sanidad y abastecimiento de agua, contaminación atmosférica, desastres naturales, exposición al plomo, contaminación del aire, degradación del suelo, deforestación y deshechos domésticos. El total ascendía al 3,9% del producto interno bruto del país. En este momento el crecimiento económico es del 3,2%. Es decir, si pusiéramos la degradación ambiental a precio del 2007 estaríamos con un crecimiento negativo”, dice Cuadros.
Como Perú, toda la región está afectada. El problema de cambio climático local por tajos en montaña afecta a toda la región andina. Por extracción hidrocarburífera se ha perdido ya 20% de una Amazonía que comparten Ecuador, Perú, Colombia, Bolivia y Brasil. “Otro 20% de la selva amazónica está en riesgo de perderse. Estamos hablando de deterioro de ecosistemas y biomasa destinados a jugar un rol muy importante en escenario de cambio climático”, sigue De Echave, catedrático de la Universidad Católica de Perú.
En la recta final de la cumbre , De Echave teme no sólo que el acuerdo que se logre en París no sea lo suficientemente específico y vinculante, y que el monitoreo de su implementación sea muy débil. Teme también que el intervalo hasta que entre en vigor (2020) sea demasiado grande.
“Hay muchos intereses en juego y gobiernos como el del Perú –para los que el modelo extractivista sigue siendo el elemento central de las estrategias de crecimiento económico- no afrontan con seriedad políticas serias y sostenibles. Hay una suerte de obsesión por el corto plazo. Hay que estar muy vigilantes en el tiempo después de la cumbre”, concluye.