No a la explotación minera irracional en América Latina. La Iglesia católica lanza un llamado urgente en Washington ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Como estaba previsto, este jueves 19 de marzo, en Washington, la Iglesia católica latinoamericana presentó, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), organismo dependiente de la Organización de Estados Americanos (OEA) en el 154 periodo sesiones y de audiencias públicas del CIDH, una vibrante denuncia sobre la expansión acelerada e irracional de las actividades mineras en el subcontinente, mismas que afectan negativamente al medio ambiente y a las poblaciones más pobres de muchos países de la región.
Fuente: Aleteia
Sin medio ambiente no se vive
El encargado de llevar la voz de los excluidos y los descartados en este tema fue monseñor Álvaro Ramazzini, obispo de Huehuetenango y presidente de la Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Guatemala (CEG) quien, en su intervención, responsabilizó de esta actividad irracional a los estados, las empresas nacionales, transnacionales que desarrollan sus actividades al margen de los estándares sociales y ambientales y que afectan gravemente las fuentes de agua.
“Podemos vivir sin el oro, o la plata o el petróleo, pero la vida de los seres humanos y el equilibrio del medio ambiente son más importantes que la explotación de los metales”, dijo el obispo guatemalteco.
El prelado centroamericano denunció también que “hasta hoy, ni gobiernos nacionales, ni comunidad internacional han hecho lo suficiente para detener la deforestación, la contaminación de los ríos, la depredación de las especies y la grave vulneración de los derechos y estilos de vida de los pueblos indígenas” que viven –por ejemplo– en la Amazonía.
La Iglesia de América Latina está muy preocupada –y en la mayoría de los casos interviniendo directamente—por lo que el obispo presidente de la CEG llamó “la criminalización de las y de los defensores de los pueblos indígenas y del medio ambiente”.
Enumeró ante los asistentes y los miembros de la CIDH los problemas por los que pasan estos activistas sociales, quienes enfrentan desde ataques personales y calumnias, hasta hostigamientos, procesos judiciales, amenazas de muerte, atentados y asesinatos.
La riqueza de hoy no puede ser pobreza de mañana
Monseñor Ramazzini dijo que la Iglesia está convencida de lo necesario que es lograr un equilibrio entre la protección y cuidado del medio ambiente y el desarrollo económico.
No obstante, dijo, “hemos descuidado este bien precioso que es el medio ambiente y así hemos olvidado la gravísima responsabilidad de cuidar el planeta para que las futuras generaciones lo encuentren en mejores condiciones. Esa es un asunto de justicia transgeneracional. No se debe aceptar que la riqueza material actual sea la causa de la pobreza de las futuras generaciones”.
Para afrontar debidamente esta responsabilidad “es necesario tomar en cuenta los componentes de un auténtico desarrollo humano integral, no solamente económico: componentes como la sostenibilidad, la inclusión social de los más empobrecidos, la regulación y la máxima reducción de los efectos negativos sobre el medio ambiente”, expresó monseñor Ramazzini en nombre de buena cantidad de obispos, sacerdotes y laicos que se dieron cita en Washington para defender a los más pobres de esta situación que vulnera los derechos humanos de miles de campesinos.
La Iglesia propone la Doctrina Social
Para enfrentar el tema toral del desarrollo humano integral, el presidente de la CEG ofreció la Doctrina Social de la Iglesia que enfatiza que una correcta concepción de medio ambiente no puede reducir utilitariamente la naturaleza a un mero objeto de manipulación y explotación.
Por el contrario, dijo el obispo de Huehuetenango, “la intervención del ser humano en la naturaleza debe regirse por principios éticos, tales como el respeto a las otras personas y a sus derechos, y el respeto hacia las demás criaturas vivientes”.
Terminó su exposición ante el organismo de la OEA diciendo que desde hace tiempo la Iglesia católica viene advirtiendo sobre los impactos que a nivel global pueden causar la contaminación y la explotación desmedida de los bienes naturales.
Y recordó que el santo Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI “han exhortado para que tomemos en cuenta que estamos delante de una crisis ecológica, en el sentido no solo de la palabra, sino económica y humana”.