Mendoza, Argentina – 02/03/08. Lula y Cristina, presidentes de Brasil y Argentina respectivamente, firmaron un acuerdo nuclear en Olivos: quieren enriquecer uranio y construir centrales eléctricas integradas. Los Kirchner insisten en su Plan Nuclear. ¿Y el combustible? Reaparece en escena Sierra Pintada. ¿Y la Ley Minera prohibitiva? ¿Y las necesidades y limitaciones políticas de Celso Jaque?
Por Gabriel Bustos Herrera – Especial para Los Andes
Cierto que el gas escaso rondó ese sábado en Olivos, cargado de presagios y tensiones. Pero era el futuro eléctrico el fondo de la cuestión. Lula, Cristina y Evo, tenían claro ese día, que la expansión sureña industrial sigue empujando las curvas hacia arriba -sobre todo las de Brasil- pero la energía eléctrica que chupa el crecimiento, sigue teniendo un corazón limitado: el 55% de la matriz eléctrica sureña sigue siendo a gas. Es decir, sangre escasa y de horizonte finito, para un corazón exigido cada día más.
“Lo más importante de la visita de Lula a Buenos Aires -sinceraron los diarios dominicales aquí y allá- ha sido la firma del convenio nuclear”. En el renglón de abajo se explicaba: “Crearán una planta binacional de enriquecimiento de uranio para abastecer los planes de expansión de la generación termo-nuclear”. Y agregaban: “Crearán una empresa binacional para la construcción de centrales electro-nucleares compatibles con los sistemas eléctricos de ambos países, que diseñan una integración eléctrica”.
Ser o no ser. Lula no viajó a Olivos por los encantos del Plata ni por la foto con Cristina: son los jeques petroleros de América Latina e incluso los más grandes productores de bio-combustibles, pero el gas y el petróleo siguen siendo motores del 35% de su matriz eléctrica (en Argentina, el 60% de la matriz eléctrica es movida por gas, escaso y ahora comprado caro a Bolivia). El ex sindicalista tiene clarísimo que los futuros continentales serán eléctricos e integrados. O no serán. Por lo pronto, Brasil -que tiene en marcha 2 centrales nucleares- ha diseñado la construcción de otras 2 (una de ellas inmediata). Y vino a pensar enchufes continentales.
Cristina firmó el acuerdo con Lula sin mayores prevenciones: De Vido -con Néstor atento desde Puerto Madero- ya le ha explicado el Plan Nuclear Argentino, que prevé terminar Atucha II -la tercera central nuclear del país- y hasta le ha mostrado el diseño de la cuarta generadora, una idea a 15 años (¿Pensarán cortar ellos las cintas?). Con todo lo cual -sin perjuicio de ciclos combinados y algunas centrales hidroeléctricas- el imperio K aspira a afrontar el futuro eléctrico de mediano y largo plazo, para eludir las angustias del gas, que hoy mueve las turbinas de nuestras generadoras y que sostiene apenas un magro equilibrio inestable (dependiente del humor político y los precios del fuel oil de Chávez y del gas de Evo).
El domingo, en el suplemento del diario La Nación en donde se evidenciaba que en 2007 los subsidios sumaban más que la obra pública, había un dato significativo: en el tercer lugar de la lista de las obras que habían recibido más fondos, estaban Yacyretá (730 millones) y la central nuclear Atucha II (685 millones) “que se supone entrará en generación eléctrica en 2010”, afirmaba.
Uranio, como esmeraldas. Aunque lo niegan a diario, al ver venir la crisis eléctrica, los Kirchner y De Vido decidieron sumarse a la carrera núcleo-eléctrica en la que ya está el mundo industrial, muy a su pesar, asediado por la infernal expansión de la demanda eléctrica, la contaminación de la quema de combustibles fósiles y el petróleo finito.
No sólo pusieron a Atucha II entre sus prioridades: jugaron fichas a otra central atómica más -que sueñan en producción en 15 años- y al desarrollo de INVAP (la empresa de Río Negro-CNEA, que desarrolla tecnología propia para la construcción de reactores de baja potencia y que ya ganó licitaciones internacionales).
La angustia cerca y la energía lejos: hoy están en producción en el resto del mundo alrededor de 50 centrales nucleares, de otras 200 proyectadas para los próximos 25 años.
Así, en 1997, cuando se cerró el yacimiento de Sierra Pintada (en San Rafael, era el gran abastecedor nacional) y se pasó a importar el uranio para nuestras centrales nucleares, una libra de concentrado de uranio se vendía en el mercado mundial a 8 o 9 dólares. Con la nueva explosión de la generación eléctrica nuclear, hoy fluctúa entre 80 y 90 dólares, según el ánimo del mercado mundial del uranio, súper demandado.
Es decir, hoy el país -que tiene reservas de uranio para autoabastecer 5 centrales de aquí a 100 años- gasta alrededor de 200 millones de dólares anuales para mover las turbinas de Embalse y Atucha I y en breve Atucha II.
“Hay que resolver un problema en Mendoza con el uranio de Sierra Pintada. Estamos en eso? “, dicen que sintetizó Julio De Vido cuando los K le preguntaron por el combustible para el Plan Nuclear que relataron el sábado en Olivos a Lula y a Evo.
Hasta 1997, el yacimiento sureño proveyó las 120 toneladas anuales que demandaban las centrales criollas. Eran tiempos del 1 x 1: cuando nacieron los primeros cuestionamientos ambientales, la Rosada (como “ramal que para, ramal que se cierra”) optó por la clausura. Desde entonces, todo se importa.
Para desenredar. En diciembre, la Asociación que agrupa a los profesionales de la CNEA, presentó ante la Justicia Federal un recurso de inconstitucionalidad contra la Ley Minera 7.722 de Mendoza (la que prohibió la minería a cielo abierto con el uso de químicos, entre ellos el cianuro que usan en el proceso del cobre y el ácido sulfúrico con que se sintetiza el uranio). “Nos ataron las manos. Con esa decisión incorrecta de la conducción nacional de no presentar a la CNEA a la audiencia de San Rafael y con la anuencia política del gobierno de Mendoza ante los planteos de quienes empujaron la ley de prohibición, nos quedamos sin la posibilidad de compatibilizar racionalmente las necesidades del país, las posibilidades naturales de Sierra Pintada y las prevenciones necesarias que hoy permite aplicar la nueva tecnología”, explicó Julio Salvarredi, geólogo, Secretario General de los profesionales y científicos de la CNEA.
Aspiran a “desenredar este asunto, remediando como corresponde y poniendo en marcha Sierra Pintada y otros yacimientos que tiene el país”.
El viernes pasado, una delegación de la Asociación se sentó en la mesa de la nueva presidenta de la CNEA, la ingeniera Norma Boero. Sobre la mesa se expuso una carpeta con lo que Sierra Pintada puede aportar; con la ley minera prohibitiva de Mendoza; las deudas de remediación de la CNEA (en Malargüe van por el 30% de lo prometido y en San Rafael recién comienzan, a la espera de un crédito de 25 millones de dólares del Banco Mundial, para acelerar los trabajos de reacondicionamiento ambiental del yacimiento).
-¿Y no hay otro yacimiento que el de Mendoza?- dicen que preguntó De Vido.
-Poner en marcha alguna de las otras 3 o 4 opciones, le llevará 5 o 6 años. Y será mucho más caro? – le contestaron desde la CNEA.
El Súper Ministro tiene la carpeta para hablar con Celso Jaque, sureño, ex intendente de una ciudad que aún se queja de los deberes ambientales no cumplidos por la CNEA. Por las dudas, dicen que se previno: “Que remedien San Rafael y Malargüe y después hablamos”. Igual que Cobos antes: sabe que habla de no menos de 2 años, con viento a favor. Con limitaciones políticas diferentes a la campaña y con los ambientalistas enfrente, es toda una vida. El Cielo y el Plan Nuclear pueden esperar, entonces.