Unas 6.000 personas festejaron este sábado en Esquel el 10° aniversario del plebiscito que el 23 de marzo de 2003 dio un contundente rechazo a la extracción de metales a gran escala con la utilización de potentes tóxicos.
Por Natalia Gili, desde Esquel para Bariloche 2000
Diez años más tarde, el mismo fervor que se manifestó en 11.065 votos por el NO (81 % del padrón electoral) contra 2.567 por el SI, recorrió las calles y los cuerpos con un mismo mensaje: “la montaña sigue en pie, el agua y la vida, valen más que el oro”.
La historia de Esquel comenzó a gestarse con el siglo, cuando capitales trasnacionales irrumpieron en territorio de comunidades mapuche para realizar prospecciones a fines el año 2000. El impacto económico, social y ambiental de la actividad aún no era conocido. Tampoco la legislación nacional que regula amplias ventajas para que los capitales inversores extraigan metales y minerales.
A mediados de 2002 una subsidiaria de la multinacional Meridian Gold, la minera El Desquite, comenzó a insertarse en el pueblo con charlas de difusión y una convocatoria para trabajar en un proyecto minero a unos 5 kilómetros de la ciudad. Prometían todo lo que un pueblo con un alto índice de desocupación necesita oír.Trabajo. Inversión.
A poco de andar, distintos vecinos de la ciudad comenzaron a estudiar el tema. Y a alarmarse. Y mucho. Enormes tajos en la montaña, cianuro en toneladas, miles de litros de agua absorbidos,por segundo, por la minera. Miles de litros de agua mezclados con la piedra triturada y el cianuro. Miles de litros de agua con cianuro y metales pesados arrojados luego a los diques de cola al aire libre. Enormes caminos para enormes máquinas. Cientos de camiones llevando a la ciudad el veneno químico. Explosiones. Polvo. Aire. Respirar. Beber. Vivir. Amar.Trabajar. Crear. Parir.
Y se organizaron las asambleas. Cientos de vecinos preocupados por distinguir entre realidad y mentira. Personas de todos los barrios. Todas las condiciones. Algunos optaron por presentar un amparo ante la Justicia, y lo ganaron. Otros se pusieron en contacto con profesionales del país y de distintas partes del mundo para chequear información y buscar respaldos. Aparecieron las leyes mineras votadas por el Congreso de la Nación durante el segundo gobierno de Carlos Menem. Y el acuerdo bilateral entre Argentina y Chile. Leyes con importantes ventajas para la inversión, que no obligan a declarar ganancias, que fijan regalías mínimas, que no controlan. “Leyes del saqueo”, definieron los vecinos sin ambigüedades.
El 23 de marzo de 2003, Esquel frenó la minería en Chubut y lanzó su alerta al resto del país: la minería destruye a las comunidades prexistentes y las leyes fueron escritas (y aprobadas) a medida de los intereses mineros (de cualquier nacionalidad).
Este sábado, el pueblo volvió a la calle con la misma convicción que en el histórico día, diez años más tarde.
“Recordamos a aquellos que aún sin tener pan para sus hijos levantaron su NO contra la compra de voluntades, contra la trampa de la desocupación fomentada desde el gobierno, el abuso y las mentiras. Tenemos una memoria viva, que crece porque la hacemos entre todos y la enriquecemos. Hoy es un día de fiesta, una lucha de todos. Hoy hay que seguir defendiendo aquella victoria cada día como si hoy fuera 23 de marzo”, expresaron en un documento de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel que sin dobles mensajes reiteró su pedido a los funcionarios políticos: “su único título nobiliario debería ser el de servir al pueblo y no a los intereses económicos de turno”.
En estos 10 años algunas cosas cambiaron. Algunas personas dejaron de existir, muchos nacieron. Niños que hoy son jóvenes. Jóvenes que son adultos. En las calles la convicción del pueblo de Esquel se mostró intacta. Como siempre hubo múltiples expresiones para transmitir un mismo mensaje.
Durante los festejos, la vecina Nilda Bulzomi, habló con B2000. “Esquel parió su lucha que tiene 10 años. Esto nos emociona y nos llena el alma porque cada vecino es como uno mismo. Hace 10 años decíamos que esto es una lucha por los hijos y los nietos y en mi caso particular esa abstracción hoy es una realidad concreta. Mis nietos están hoy acá y es doble la fuerza para la lucha. Ver la calle llena de gente con tantos pibes que antes eran chiquitos y hoy calzan 40 y están en la calle pateándola y poniendo fuerza como cualquiera de nosotros es un aliciente enorme. Sabemos que esto no se va a parar, que vale la pena y que sí se puede”, expresó.
Entre los manifestantes, un joven de 27 años, contó que en 2003 “por un par de meses no llegué a votar al plebiscito porque tenía 17. Es un orgullo enorme. Uno se pone a pensar en el tiempo que le dedica mucha gente y uno da una mano porque hay que seguir acompañando. Estuvimos hace 10 años y como siga así vamos a estar 10 años más. Y si hace falta estaremos otros 20 o lo que haga falta. Porque es demasiado lo que está en juego, es el futuro de Esquel y no podemos perder. Lisa y llanamente”.
Otra vecina, Gabriela Alboronoz, manifestó que “ver como Esquel defiende su tranquilidad y naturaleza es un orgullo. Nos hicimos fuertes, nos escuchamos, hicimos asambleas, aprendimos, todo era proceso de enseñanza y aprendizaje. Eso es lo que pasó en Esquel y espero que pase en otros lugares”.
Humberto Kadomoto manifestó que “estamos peleándola igual que en el 2003 porque la empresa sigue. Son 10 años, es un pasito más en un vaso grande que vamos llenando de a poquito. Falta un montón. Lo bueno es que está la misma cantidad de gente que hace 10 años y un montón de chicos, un montón de gente que ya no está tan activa porque hay más gente trabajando. Esto va en crecimiento. Vamos a seguir llenando el vaso”.
El impacto del mensaje de Esquel trascendió las fronteras provinciales y nacionales. Desde 2003 crecieron asambleas ciudadanas en otras localidades del país donde la realidad es diversa, donde los problemas con el agua son alarmantes. Donde la contaminación es una realidad dolorosa y presente. Un movimiento silencioso. O silenciado. Que no ocupa en su total dimensión las noticias de los medios masivos de comunicación.
Los gobiernos de Néstor Kirchner primero y de Cristina Fernández de Kirchner después, aplicaron las leyes mineras aprobadas durante el menemismo. El Congreso no debate una reforma de las leyes. En la ciudad cordillerana el pueblo puede celebrar con satisfacción por el logro sostenido. Es un faro para muchos.