¿Llegará el 7D para Esquel? Vale la pregunta para una comunidad que desde hace tiempo tiene una terrible contaminación en la información que propician los medios en la sociedad esquelense. El impacto que puede generar una multinacional minera no sólo se ciñen en posibles daños ambientales, sino que en su intento por desembarcar en esta región ya contaminó la comunicación y, otra vez, genera convulsión social.
Por Pablo Quintana
Gran parte de la prensa acuña en los últimos tiempos una serie de episodios que reflejan no sólo la falta de compromiso de las empresas por brindar una información alejada de grandes influencia, sino que es la contracara de ese aire libre, según propician importantes spots publicitarios, hacia donde nos dirigimos el próximo mes de diciembre.
Para muestra bastan algunos botones. Ricardo Bustos es uno. La peor afrenta a la ética periodística que desde hace tiempo surca el dial de la radio esquelense. El hombre que se escudó en silencio haciendo lobby para la minera. Bustos, que alguna vez fue Matto, venía trabajando en silencio para la minera desde hacía dos años, cuando se presentaba como periodista imparcial, hasta que decidió blanquear su función como gerente de la multinacional. Como hombre de prensa se ampara detrás del micrófono de una de las emisoras que ha tenido un crecimiento notable en infraestructura. Envidia de cualquiera de las radios que pululan en la ciudad.
El mismo Bustos que de golpe se transformó casi en columnista en uno de los programas matinales de Radio Nacional. Si, la radio pública. El empleado de la empresa que genera el mayor conflicto social del que tenga memoria esta ciudadanía, es consultado a menudo en el programa local que va por AM durante las mañanas. Las entrevistas giran en torno al pretendido proyecto minero y “sus virtudes”. Las declaraciones del periodista, pero que también ejerce su rol como empleado minero, son reproducidas en el servicio informativo. Esa participación activa, ¿será parte también de la batalla cultural que impulsa el gobierno nacional y popular?
Otro botón. Jornada. Desde hace muchos meses, por no decir años, el diario del grupo que lleva ese mismo nombre y que comanda el abogado Jorge Aidar Bestene, decide obviar las masivas movilizaciones realizada por los vecinos de Esquel en rechazo a los emprendimientos mineros. La decisión de cercenar esa realidad bien podría haberse entendido como una “política comunicacional” de la empresa cuya casa matriz está en Trelew. Pero llamativo fue el despliegue informativo que el mismo matutino decidió darle al reclutamiento que empresarios y camioneros organizaron en esta ciudad. Casi como indican los manuales de periodismo, hasta intentó darle seguimiento al tema llegando inclusive a consultarle al intendente para ver qué opinaba frente a “tan genuina marcha” que, cuando terminó, tres trafic se hicieron presentes en la calle Belgrano casi Ameghino para trasladar a algunos de los más de 50 personas que caminaron por el sí y llevarlos a su lugar de origen.
Otros más. Las coberturas de los diarios El Oeste y Paginas del Sur de la segunda marcha en diez años en apoyo a la actividad extractiva que impulsada por los empresarios y la multinacional. Justo cuando el grupo ‘Acunando el Renacer’ organizaban una celebración por la vida y el agua, en conmemoración por adelantado del día de la madre y para anunciar la realización de unas jornadas que se llevarían a cabo al fin de semana siguiente. Se puede entender que estos medios escritos consideren que cualquier actividad que geste esta sociedad está en contraposición de la actividad minera a gran escala, no en vano el 82% votó por la negativa. Pero un poco de rigor periodístico no se le niega a nadie. Hablar de una plaza dividida entre el sí y el no, es cuanto menos confuso y un cachetazo a la realidad. Primero porque la plaza San Martín nunca estuvo dividida y segundo porque mezclar los tantos no es recomendado. Salvo que queramos propiciar a Esquel como una sociedad dividida.
Estos gestos de los medios de comunicación no son una novedad, pero tienden a institucionalizarse. En el 2003 columnas de vecinos hicieron un escrache a radio Fénix que, por entonces, sabía tener su edificio en la avenida Fontana. También hubo manifestaciones al frente de las oficinas del diario El Oeste, que hasta llegó a publicar una encuesta (días previos al histórico plebiscito del 23 de Marzo), hablando de un empate técnico. Horas después el 82% quedaría en la memoria de propios y extraños. Por esos tiempos la desinformación también era moneda corriente. No en vano, los carteles de “nos mean y los medios dicen que está lloviendo”, ya se exhibían en ese entonces, sin que la Ley de Medios estuviera ni siquiera en los planes de la Casa Rosada.
Otro análisis merecen colegas y medios que intentan con cierta dignidad realizar la tarea de comunicación de la mejor manera posible. Sobre todos los trabajadores de prensa que se sabe de sus compromisos y vicisitudes para ejercer la labor. Los hay, son la mayoría y, por lo tanto, no son excepciones y buscan contar la dignidad de esta sociedad, lo que permite observar que no todo está perdido para el periodismo local. Sin embargo los intereses empresariales mediáticos atentan contra esta comunidad.
A los botones de muestra, no es objetividad lo que se les reclama. Es coherencia y veracidad de lo que se cuenta, de lo que nos pasa como sociedad. Es respeto. Es el reclamo de que ojalá un 7D también llegué para las comunidades que son víctima de la desinformación a diario.