Lo señala un informe elaborado por la Cátedra de Biología Evolutiva de la Universidad de Córdoba, donde se resaltan las consecuencias que trae aparejado el derrame de metales pesados y fugas en el mineraloducto que atraviesa nuestra provincia y vuelca líquidos residuales en el Canal DP2, tributario de la cuenca Salí-Dulce.
Fuente: diario El Siglo
14/02/2012. La actividad desarrollada por la minera Bajo La Alumbrera no sólo es objeto de preocupación para las poblaciones catamarqueñas que se ven afectadas en sus cualidades sanitarias y ecológicas, sino también resultan relevantes los efectos que produce sobre el propio territorio tucumano, en especial sobre sus cursos hidrológicos, que a la vez condicionan el equilibrio natural de la cuenca Salí-Dulce.
Un informe elaborado por el profesor Titular de Biología Evolutiva (Universidad Nacional de Córdoba), Raúl Montenegro, da cuenta de la degradación ambiental provocada por el yacimiento en la zona aludida anteriormente. El documento, al que tuvo acceso EL SIGLO, se encuentra confeccionado con argumentos técnicos y fue elevado a rectores de las Universidades Nacionales, con el objeto de rechazar los fondos provenientes de YMAD (Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio) donde sus principales socios son la UNT y la provincia de Catamarca.
Montenegro, quien además fue Premio Nobel Alternativo en 2004 (RLA, Estocolmo, Suecia) advierte que La Alumbrera “no solamente contamina en Catamarca sino que ha exportado su contaminación a Tucumán, donde llega el mineraloducto de 316 kilómetros de largo. Allí el concentrado de mineral es secado, y los líquidos residuales se vuelcan al canal DP2 que descarga sus aguas en el río Salí y por lo tanto en el Dique Frontal de Río Hondo en Santiago del Estero”.
Antecedentes
Se resalta en el informe que la planta (ubicada en Cruz del Norte) descarga gran cantidad de residuos sólidos con metales pesados y otras sustancias tóxicas, además de indicar que otra fuente importante de contaminación son las roturas y fugas del mineraloducto que transporta pulpa de concentrados.
Al respecto, vale indicar que Juan González, ex director de Ambiente de nuestra comarca, sostuvo que cada hora llegan a Tucumán “más de 70.000 Kg de material sólido. Este material sólido, con todos los contaminantes químicos asociados, se deposita en el fondo del canal DP2 y eventualmente en el dique de Termas de Río Hondo. Se debe aclarar que en estos sólidos también estarían incluidos elementos que nunca se han analizado, como tierras raras y radiactivos”, enuncia parte del análisis elaborado.
Los fundamentos esgrimidos por Montenegro para sostener su estudio, enumeran una serie de hechos suscitados que determinaron un nivel de gravedad para el ecosistema.
Se recuerda, en este sentido, que en 1999 se produjo un derrame en las cercanías del dique Villa Lola, en Alpachiri, a 14 kilómetros de Concepción. Además, en septiembre de 2006 un estudio realizado por la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica) reveló que el agua de la plaza Abel Peirano, del barrio El Nevado (Concepción) contenía valores de mercurio ubicados muy por encima de los límites que establece el Código Alimentario de Argentina para agua potable.
Por otra parte, en agosto de 2007, ante la posibilidad de un vínculo entre esa contaminación y los restos de concentrado enterrados ocho años atrás luego de la rotura del mineraloducto en Villa Lola, la Secretaría de Medio Ambiente provincial obligó a La Alumbrera a extraer el material enterrado.
En el caso estricto de esta planta de filtros, el informe resalta que “produce efectos locales, y extiende sus impactos con descargas residuales al canal DP2”. Siguiendo esta línea, González, quien denunció ante la Justicia Federal al yacimiento, indicó que las aguas del canal DP2 “han sido degradadas en su condición físico-química por el volcado del efluente proveniente de la planta de filtrado y secado” de la minera.
Información respaldada
Asimismo, Montenegro (presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente-FUNAM) adiciona en su informe que pericias realizadas por Gendarmería Nacional detallan que muestras de agua tomadas del canal DP2 muestran “un alto contenido de cobre y sulfatos superando los límites establecidos por la ley 24.051 de Residuos Peligrosos para el parámetro cobre”, como así también la presencia de cianuro en el agua.
En tanto, vale destacar que, según lo consignado en el documento, en marzo de 2007 la propia Secretaría de Minería de la Nación reconocía en un informe que Minera Alumbrera contaminaba. Se refirió entonces a los elevados contenidos de metales en el canal DP2: “Las mediciones realizadas en Tarea 5 indican que el efluente de la planta de tratamiento de Minera Alumbrera presenta concentraciones de SDT, sulfatos y molibdeno detectadas en el comienzo del canal que superan los límites normados”.
El organismo federal, postulaba también que “a lo largo del curso y con el aporte del agua superficial y subterránea de la zona puede observarse un notable incremento en las concentraciones de SDT, sulfatos, hierro, manganeso, arsénico y boro, superando los límites establecidos por la normativa aplicable. El impacto considerado es de carácter negativo, con un fuerte grado de perturbación y un alto valor ambiental. La intensidad del mismo resulta alta, de extensión regional, permanente y parcialmente reversible. El riesgo de ocurrencia es cierto y el impacto se califica con un valor de 7, que representa un impacto medio”, describió en su momento.
“Clientelismo de empresa”
Lo planteado por Montenegro en su trabajo de investigación ahondó, al mismo tiempo, en caracterizar el impacto social y ambiental generado en el corto, mediano y largo plazo que conlleva la explotación de oro y cobre por parte de La Alumbrera. De este modo, puntualizó la destrucción irreversible de ambientes nativos en el área de explotación, y afectación de ambientes naturales próximos por eventual dispersión de partículas, y derrames ácidos mineros. “Esto provoca una alteración en el pasaje de especies y genes, y fragmentación de ambientes que previamente mostraban una cierta continuidad”, se precisa.
Advierte, paralelamente, que se produjo una “distorsión e incluso destrucción de cuencas hídricas superficiales y subterráneas.
Eventualmente alteración de la regularidad hídrica (cantidad de agua disponible por año y por estación) y clara modificación de la calidad del agua”. De acuerdo a las consideraciones expresadas por Montenegro (quien recibió el Premio a la Investigación Científica, otorgada por la Universidad de Buenos Aires) minas como Alumbrera “contribuyen a destruir fábricas naturales de agua. Los derrames ácidos mineros generan además nuevos modelos de calidad hídrica cuya distorsión continúa por décadas incluso después del cierre formal de la mina.”.
Al respecto, como datos estimativos, se señala que el yacimiento consume cuatro millones de litros de agua por hora, es decir más de 65.000 litros de agua por minuto. Según el Ente Nacional de Regulación de la Electricidad, la mina consume el 25 por ciento de la energía eléctrica suministrada a la Región del NOA y el 87 por ciento del consumo total de la provincia de Catamarca.
En lo que refiere a la contaminación del aire, el documento agrega que la misma es producida por el uso de explosivos y el efecto del viento sobre materiales que pueden ser arrastrados (por ejemplo dispersión de arsénico, un “cancerígeno humano cierto” según la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, (IARC). A su vez, recalca que los vehículos de Alumbrera consumen además unos 33 millones de litros de gas-oil por año, cuya combustión descarga óxidos de nitrógeno, aldehídos, hidrocarburos y metales pesados, entre otros contaminantes primarios.
Montenegro sostiene que la actividad del yacimiento posibilita la “generación de campos magnéticos y eléctricos en todo el tendido de la línea de alta tensión entre El Bracho y La Alumbrera (220 Km), lo que provoca un aumento de 1,7-2,0 veces en el riesgo de que los niños contraigan leucemia”. En torno a dicho tópico, se expone que el IARC concluyó recientemente que “la evidencia científica, en particular la evidencia relacionada con la leucemia infantil, sugiere que los campos electromagnéticos son posibles cancerígenos para los humanos, Categoría 2 B”.
Finalmente, en el informe se recalca que con el funcionamiento de la minera se favorecen procesos locales, regionales e incluso nacionales de ‘derrame’ de recursos económicos en comunidades usualmente postergadas por los gobiernos, “con lo cual se genera clientelismo de empresa. Disminuye la libertad de expresión, y se facilita el ocultamiento de muertes laborales, accidentes y niveles de contaminación. La asociación empresa-gobiernos-proveedores agrava este proceso. Dos de los recursos más perversos de las corporaciones mineras son capacidad de espera, y capacidad económica para esperar. Su compleja trama de compras, ventas y fusiones les permite además, como efecto colateral, diluir o por lo menos confundir sus responsabilidades ante malas prácticas”, concluye el documento.