En Gran China, San Juan, los productores denuncian que la cosecha se muere por el agua contaminada. En el pueblo viven 848 personas, en su mayoría campesinos. Dependen de la cría de animales y de la agricultura y denuncian que en los últimos años disminuyó la cosecha producto de la contaminación del agua.
Fuente: La Nación
“Los melones y sandías se secan antes de cosecharlos, se ponen amarillos por fuera pero por dentro están secos. Para mí que el agua se echó a perder con la minería”. “El melón es más chico y no tiene gusto a nada. Hace tres años, con la misma tierra y la misma agua, sacábamos frutos perfectos”, dicen los productores.
Lo mismo sucede con la lechuga, la cebolla, el membrillo y el tomate. El 35 % de la cebolla está podrida cuando la sacan de la tierra. Si bien el lugar siempre ha tenido problemas con el abastecimiento de agua, a ello se suma ahora que ya no están las personas que trabajaban escardando la tierra en la producción de cebolla porque fueron reemplazadas por el uso de agroquímicos, y que han cerrado los secaderos y las procesadoras de tomate. No se pueden vender los productos y la gente no logra subsistir. Algunos tienen planes sociales y otros se van a la ciudad. La minería tampoco les da trabajo.
Muchos pobladores han muerto de cáncer, sobre todo de estómago. Se piensa que es por el agua pero el gobierno y las empresas no quieren hacer los estudios. “Si el agua no estuviera contaminada, ellos deberían salir a todos los distritos a mostrar los estudios y darnos información” afirman los vecinos.
Los jóvenes migran porque en el lugar no tienen posibilidades y los viejos están muy preocupados por la salud de los chicos. Mientras, los ganadores siguen siendo las mineras y el silencio.