Abra Pampa, Jujuy, Argentina – 08/03/07. “El cáncer de útero nos mata como a moscas”. En Abra Pampa, Jujuy, la media de esta enfermedad es 5 veces mayor a la de la Argentina. Según las mujeres de la región. Este mes, 40 jóvenes de la zona viajarán becados a Cuba para estudiar medicina y atacar el flagelo. “Si pasara en Buenos Aires, el Gobierno ya se hubiera ocupado”, se quejó Rosario Quispe.
Fuente: diario Clarín
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Por primera vez en nuestra extensa charla, Rosario Quispe, la mujer que forjó una verdadera república en su Puna natal, dejó de sonreír. “Todo es por culpa de los desechos de estas minas que quedaron a cielo abierto. Convivimos todos los días con ellas y con sus porquerías”, dijo entre suspiros. Y siguió: “Mina Pirquita, El Aguilar, siguen contaminando. Y nosotros tomamos agua de los pozos, caminamos, comemos de los animales que pastan cerca de ahí. Después llegan los problemas”. Se refiere a la cantidad de muertes que sufrió la Puna a raíz de cáncer de cuello de útero, una enfermedad que, prácticamente, consideran un misterio.
En 1992, una de las tías de Rosario murió por esta enfermedad y pronto supo que también había sido la causa de muerte de muchas de sus vecinas. “Empecé a estudiar qué era ese cáncer y apareció en mi vida el doctor Jorge Gronda, quien revisó a 150 mujeres y determinó que más de la mitad tenía lesiones cancerosas. Lo peor fue saber que estaban enfermas y no teníamos un centavo para ayudarlas”, recordó. Hace menos de seis meses, la Warmi Sayajsunqo volvió a realizar una encuesta sobre 1.800 mujeres y el resultado de los estudios fue sorprendente: 520 tenía lesiones precancerosas; 480 tuvieron que ser sometidas a criocirugías y unas 10 (entre 25 y 28 años) ya tenía desarrollada la enfermedad.
“Esto es terrible. Se siguen muriendo chicas y, por ejemplo en Abra Pampa, tenemos un montículo de plomo que está ahí sin que nadie se ocupe de ver cómo se lo puede sacar”, denuncia ahora enojada. En la Quebrada, el cáncer de cuello de útero (enfermedad controlable y de posible detección precoz) se tornó un misterio asociado con la palabra muerte: “Pusieron una lámina con el aparato reproductor femenino y nosotras mirábamos avergonzadas. Hoy, nosotras mismas somos las que estamos atentas y pedimos que nos hagan un papanicolaou”, cuenta Rosario, y agrega: “En unos días, 40 collas viajarán a Cuba para convertirse en nuestros futuros médicos. Sólo ellos, nuestros hermanos, van a preocuparse por nosotros. Si no, nos seguiremos muriendo como moscas”.