En el cierre del encuentro organizado por la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), la socióloga Maristella Svampa se refirió a la lucha contra la megaminería a cielo abierto y la posición del gobierno sobre el trabajo con el medio ambiente. Segundo Encuentro Espacios De-coloniales en Río Cuarto.
Fuente: Equipo de Comunicación de la CTA Río Cuarto
14/05/2012. “La megaminería consume agua en exceso, compite con otras actividades económicas, consume energía, usa sustancias químicas tóxicas. Es un modelo insustentable, de mal desarrollo, y además pone en jaque a la democracia al avanzar sin el concenso de las poblaciones”, consideró Maristella Svampa, otra de las referentes del pensamiento argentino que estuvo presente en el encuentro De-Coloniales, organizado por la UNRC.
El 2º encuentro “Universidad, Movimientos Sociales y Nuevos Horizotes del Pensamiento Crítico”, que se llevó a cabo en el campus de la Universidad Nacional, contó con la presencia de reconocidos intelectuales de nivel nacional e internacional. Entre ellos estuvo la doctora en Ciencias Sociales Maristella Svampa, quien se refirió a la situación argentina en relación a la megaminería a cielo abierto.
En el marco del encuentro, se presentó el libro “15 mitos y realidades de la minería transnacional en la Argentina”, que tuvo entre sus autores a Svampa. Ella indicó que surgió como respuesta a la lucha desarrollada en el Senado durante el debate por la ley nacional de protección de los glaciares. “A partir de eso tuvimos que armar dossiers de información, sistematizando datos y argumentos, porque el lobby minero decía mentiras”, explicó.
Entre estos mitos, destacó las versiones vinculadas al trabajo que genera la minería y la minería como modelo de desarrollo. “Sacaron solicitadas en los grandes diarios diciendo que la ley de Glaciares estaba en contra del desarrollo y el trabajo”, dijo y agregó: ”Por eso nos propusimos desmantelar esos mitos que se transmitían a una sociedad muy poco informada sobre la minería a cielo abierto”.
Señala que el libro, publicado el año pasado y presentado en otros países americanos, fue desarrollado por un grupo interdisciplinario de profesionales, “geógrafos, abogados ambientalistas, economistas, sociólogos, académicos que venimos acompañando desde hace muchos años las luchas socioambientales en distintas provincias del país”, indicó.
-¿A qué mitos se refiere el texto?
El libro es una caja de herramientas, porque en lenguaje accesible presenta muchos datos que desmantelan los 15 mitos esenciales. Por ejemplo, está la acusación de que quienes se oponen a la minería son fundamentalistas, cuando en realidad no se oponen a la minería, sino a un tipo puntual que es la megaminería a cielo abierto.
-Además de los daños ambientales y sociales, también implica un saldo negativo desde lo económico.
Claro, un ejemplo es Catamarca, que con La Alumbrera está lejos de haberse convertido en un símbolo del desarrollo, y mucho menos las localidades cercanas. Sin dudas se trata de un símbolo del despojo económico, porque las grandes empresas se llevan grandes ganancias. Lo que se constituyen son enclaves de exportación, que no generan desarrollos endógenos, sino que se trata de transferencias netas de ganancias al exterior. La conformación de los espacios en los que se interviene son espacios sociodemográficos dependientes del mercado global. Se ha hecho un análisis económico, social, ambiental y sobre la normativa y el marco regulatorio que beneficia a la megaminería a cielo abierto. Pero no es solamente un modelo de mal desarrollo, sino que atenta contra la democracia.
-¿Cree que los hechos recientes en Famatina ayudaron a la difusión de la problemática y, con ello, la sociedad se ha interiorizado en lo que es la megaminería?
La gente se ha sensibilizado mucho gracias al efecto Famatina, y lo que pasó en Catamarca o lo que viene sucediendo en Río Negro. Tiene que ver con el carácter genuino de estas luchas, es un cuestionamiento vinculado a la defensa de formas de vida que son amenazadas por la megaminería. La gente incorpora información, pero creo que sigue en la nebulosa la idea de que se está defendiendo nuestro tanque de agua.
-¿Hay una mayor conciencia de lo que puede provocar?
La sociedad argentina está desarrollando una conciencia ligada a la defensa del medio ambiente como algo fundamental y no algo accesorio o un lujo que sólo se pueden dar los países ricos. Hay una frase de los asambleístas de Esquel, cuando se los acusaba de fundamentalistas, donde dijeron no ser Greenpeace, sino la ballena. Se busca recolocar en el centro del debate la amenaza a la vida. Quienes se ven afectadas son las poblaciones, pequeñas y medianas, a lo largo de la cordillera y en la meseta. En las grandes urbes se ha comprendido la problemática, porque antes se lo veía como lejano, pero gracias al efecto Famatina se ha socializado cierta información.
Svampa se refirió también a la postura del gobierno nacional respecto de la temática, y consideró que se trata de una respuesta preocupante, al no abrirse a un debate responsable.
-¿Cuánto dificulta la falta de apoyo del Estado nacional a quienes piden por sus derechos?
-Mucho, el gobierno está apoyando a las grandes empresas, hay una alianza estratégica, donde el acompañamiento de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner al modelo minero ahora se ve con más claridad. La constitución del Organismo Federal de Estados Mineros, que de espaldas a la sociedad quiere resolver todo sin abrir la posibilidad de modificar el marco regulatorio.
La socióloga se refirió a la intención del gobierno sobre la minería y su búsqueda de una reforma tributaria para obtener más ganancia. “El tema no pasa sólo por eso, que creo que es sumamente necesario, sino que se debe pensar en los efectos ambientales y sociales que genera la megaminería, debatir sobre el modelo de desarrollo que queremos y qué estamos dispuestos a tolerar como sociedad”, consideró.
“Esto es algo que no está en la agenda del gobierno, que ha aceptado de manera acrítica el consenso de las commodities, el hecho de que en la división internacional del trabajo nos ha tocado ocupar el rol de exportadores de naturaleza, de materia prima, en beneficio de los países más poderosos”, dijo la docente y continuó: ”La expansión de las fronteras agrarias y mineras tiene costos sociales, ambientales y políticos altísimos”.
Maristella Svampa consideró fundamental el debate por estas cuestiones.
-¿Es clave un debate en provincias que no están inmediatamente involucradas?
Córdoba tiene una de las leyes más completas que prohíbe la megaminería a cielo abierto y la minería de uranio. Pero hay muchas zonas amenazadas con la posibilidad de una derogación, en vistas de la expansión de la minería, fundamentalmente de uranio. Hay mucha preocupación en ciertos sectores, pero Córdoba ha vivido procesos muy fuertes, ha sido una de las provincias que han liderado el proceso de las leyes del “no”, las que restringen este tipo de minería, desde 2006 en adelante y sobre todo en la zona del valle de Traslasierra.
-En este contexto, ¿qué rol cumplen las organizaciones sociales frente a la posición que ha tomado el Estado y los intereses económicos de las empresas?
Cumplen un rol fundamental, porque nos encontramos ante un gobierno que ha asumido un discurso progresista, desarrollista, que apunta a los sectores más vulnerables, y que constituye un modelo neocolonial. Efectivamente, se ve muy clara la alianza estratégica del gobierno con las grandes corporaciones. Es gracias a las organizaciones sociales que estas problemáticas se colocan en la agenda, ellos ponen el cuerpo en la lucha en las asambleas. Lo que sucedió en enero que, después de tantos años de lucha, la megaminería por fin entra a la agenda nacional, fue gracias a la lucha.
Señaló que a partir de febrero se cerró esta agenda, con el accidente ferroviario de Once y los cuestionamientos a Boudou, “y así la megaminería se fue desdibujando”, dijo. Consideró que todo se trata “de una fuga hacia adelante a la que nos lleva el gobierno; después pasó lo de YPF, y así, el gobierno no resuelve estos problemas sino que los tapa con actos de magia, que implican una redefinición de la agenda pública”.
-¿Qué lugar tiene la reestatización de YPF en este debate?
YPF es un tema mayor. Desde Plataforma 2012, el nucleamiento de un grupo de intelectuales críticos del gobierno, se publicará un documento donde se busca interpelar a la población, porque creemos que el gobierno está jugando con un imaginario social muy fuerte. El rol simbólico de YPF en el ideario emancipatorio de los argentinos es notable. Todo el mundo ha salido a apoyar la medida, cuando en realidad tiene graves problemas.
-¿Cuáles son los puntos que se le critican a la medida?
No hay reforma del marco regulatorio, no hay nacionalización de los hidrocarburos, se adopta una figura de Sociedad Anónima y no de Sociedad del Estado, no hay una propuesta de diversificación de la matriz energética, hay que pensar en energías alternativas. Aquí se apuesta a la explotación del gas no convencional, que es el equivalente a la megaminería a cielo abierto. La metodología de la fracturación hidráulica implica la utilización de grandes cantidades de agua y sustancias químicas contaminantes. Eso ha sido prohibido en Francia, es la única lucha socioambiental que ganaron los franceses, pero acá lo estamos vendiendo como si fuera el nuevo El Dorado. Esto es terrible, se están haciendo los tontos, cuando en realidad se debe debatir si se puede explotar ese gas, por el costo ambiental y social que va a tener.
-¿Cree que se trata de un uso meramente político?
Sí, a todos nos toca, pero tenemos que ver cómo el gobierno manipula el pasado, porque los Kirchner fueron cómplices de la privatización y del vaciamiento actual que caracteriza a YPF. Están evocando la historia de la devastación que generó la empresa, pero parece hacer un cinismo. En el documento que estamos elaborando apuntamos a la desmemoria de los argentinos; ¿con qué confianza podemos ver a un Gobierno cómplice de la privatización? No creo que ése sea un tema menor, por eso hay que repensar YPF, con más controles, es necesario volver a los debates.