Ante el intento de Ignacio Torres de habilitar la minería de uranio en la provincia y el silencio cómplice de los intendentes, los vecinos de la Asamblea No a la Mina de Esquel, entregamos al gobernador y al intendente Matías Taccetta una nota de fuerte rechazo . El contenido de la misma, se hizo público mediante una conferencia de prensa el viernes 7 de marzo. Del mismo modo, asambleístas de Trevelin hicieron lo propio en su localidad. La indignación surge porque ambas ciudades llevan más de 22 años de incansable resistencia a la megaminería y sus representantes, cuando se les solicitó que opinen al respecto, no fueron capaces de manifestar la voluntad popular ante el ejecutivo provincial.

Por: Noalamina.org

Fotografías: Nicolás Palacios

A través de un medio de comunicación provincial, tomamos conocimiento de que el gobernador Ignacio Torres pretende habilitar un proyecto minero de uranio en Chubut y rápidamente surgió una gran indignación en todas las asambleas ambientales que formamos parte de la Unión de Asambleas de Comunidades Chubutenses (UACCh) que resistimos el embate de la minería desde hace muchos años. Teniendo en cuenta, además, que durante toda la campaña política Torres afirmó que iba a respetar la falta licencia social para la megaminería.

Ante esta situación, los vecinos de la Asamblea del No a la Mina de Esquel acompañados por la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH Regional Esquel) convocamos a una conferencia de prensa para hacer público nuestro absoluto rechazo mediante una nota dirigida al gobernador y a nuestro intendente Matías Taccetta. Posteriormente, la nota fue entregada en la Mesa de Entrada de la Municipalidad de Esquel y en la Casa de Gobierno de la Provincia de Chubut en Rawson.

Del mismo modo, vecinos de Trevelin hicieron lo propio en su localidad. La indignación surge porque ambas ciudades llevan más de 22 años de incansable resistencia a la megaminería y sus representantes, cuando se les solicitó que opinen al respecto, no fueron capaces de manifestar la voluntad popular ante el ejecutivo provincial. Además, se trata de ciudades que tienen ordenanzas municipales que las declara NO NUCLEAR. Por lo tanto, lo que no es bueno para el lugar que habitamos tampoco lo puede ser para las comunidades de la meseta.

La excusa irrisoria fue que no se iba a derogar la Ley ex-5001 que prohíbe la minería a cielo abierto con uso de cianuro, haciendo oídos sordos a que no queremos minería metalífera a gran escala con destino exportador. Nosotros repetimos que este tipo de actividad extractiva que ocupa extensos territorios, consume enormes cantidades de agua y energía (eléctrica y combustibles fósiles), usa toneladas de sustancias contaminantes, genera drenaje ácido de mina, da origen a enormes pasivos ambientales que quedan a perpetuidad en los territorios, son sinónimo de saqueo y contaminación. No se trata de una actividad productiva sino extractiva. Y la contaminación no es sólo ambiental sino social e institucional.

Por lo tanto, no importa la modalidad de extracción, el pueblo chubutense ya le dijo NO A LA MEGAMINERÍA e intentó en dos oportunidades lograr la aprobación de proyectos de Ley por INICIATIVA POPULAR (año 2014 y año 2020) que sirvieran de protección para cualquier método de explotación. Naturalmente, los poderes del estado impidieron que lo lográramos.

NOTA PRESENTADA

                                                                                                                                          Esquel, 7 de marzo de 2025.
Al Gobernador Ignacio Torres
Al Intendente Matías Taccetta

Nos dirigimos a Uds. indignados y asombrados de que se continúe planificando el futuro de la provincia basándose en la megaminería como parte de la matriz productiva.

La voluntad popular de rechazo a la minería metalífera extractiva exportadora a gran escala, ha sido expresada en reiteradas oportunidades, como así también, ninguneada lo largo de éstos 22 años por los gobiernos de turno. Los mismos, incorporaron interesadamente el discurso de defensa del agua y de la vida, únicamente durante la campaña electoral. Ustedes saben muy bien que “sacarse la careta” cuando están intentando sumar votos, pone en riesgo la posibilidad de alcanzar el cargo político que tanto ambicionan. Siguiendo esta línea, llamemos las cosas por su nombre y, entonces, reconozcan las consecuencias reales que implicaría habilitar la megaminería en Chubut.

El viernes 28 de febrero, en Gobernador Costa, la estrategia estaba totalmente desplegada: el Régimen de Incentivos para las Grandes Inversiones (RIGI) implementado y las tres leyes para facilitar el avance sobre los territorios de las Comunidades Indígenas, aprobadas. Por eso, ocurrió un hecho que podría considerarse un punto bisagra para este gobierno provincial y municipal. De esta manera, se “blanqueo” la apuesta a reforzar el modelo primario exportador con bajo valor agregado que nunca está asociado al progreso y al desarrollo. La propuesta fue provincial y la complicidad municipal. Un intendente, elegido democráticamente, cuyo porcentaje de votantes es muy inferior con respecto al 81,7% de vecinos que dicen NO a la megaminería, no debe callarse y, así otorgar con su silencio el aval a una actividad para la que es indispensable la licencia social.

Las declaraciones posteriores fueron, cuanto menos, perturbadoras. Es inaudito e inaceptable y hasta irrespetuoso de parte de nuestros representantes, hacernos creer que la no derogación de la ex Ley 5001 (Ley XVII-68) garantizaría la protección de la provincia. Y por lo visto, los intendentes y jefes comunales presentes quedaron convencidos de ésta falacia. ¿Es ignorancia, es negligencia o es hacerse el desentendido?

Una vez más, insistimos en nuestra oposición a la minería de primera categoría que incluye a metales como oro, plata, cobre, plomo, zinc, uranio, etc. que por su baja ley (unos pocos gramos por tonelada de roca) es necesario extraer fracturando enormes cantidades de roca con explosivos sin importar si es a cielo abierto o por galerías. Inevitablemente, va a generar el drenaje ácido de minas y la movilización al ambiente (agua, aire, suelo) de metales pesados (plomo, arsénico, cromo, cadmio, mercurio, talio) que incorporados a los organismos vivos (entre los que nos encontramos nosotros) traen enfermedad.

Se trata de emprendimientos de gran ocupación territorial (por esto, se llama megaminería) requieren “siempre” del uso de productos químicos de variada toxicidad para extraer el metal de interés. Por ejemplo, el oro y la plata se extraen con solución de cianuro de sodio, y el uranio con ácido sulfúrico. Se necesitan volúmenes siderales de agua, siendo el riesgo para este vital elemento la escasez por competencia y/o la contaminación superficial y subterránea. Además, requiere de mucha energía eléctrica, teniendo en cuenta que no es una actividad productiva sino una industria mineralometalúrgica, y de grandes volúmenes de combustible para movilizar los cientos de camiones diarios que transportan la roca a las plantas de procesamiento.

Proporcionalmente, es muy poco el mineral que se extrae con respecto al desecho sin valor económico que quedará a perpetuidad en el territorio afectado. Estos piletones (diques de cola) repletos de sustancias tóxicas expuestas al viento, la lluvia, la nieve que desbordan, se fracturan contaminando todo a su paso. Desgraciadamente, existen miles de ejemplos, los más cercanos fueron en Brasil en Mina Gerais que sepultó al pueblo de Bento Rodrigues, otros en Chile y en Argentina Bajo Alumbrera en Catamarca, etc.

Y, en la minería de uranio, que se está promocionando por estas horas, debemos tener en cuenta además las emisiones radiactivas de los restos de uranio y/o sus productos de degradación: radio-226 y radón-222. Esta situación no depende del método de extracción, incluso, si las condiciones de los acuíferos permitirían hacerlo en forma “in situ”. También sabemos que los pasivos ambientales de las minas de uranio, Los Adobes y Cerro Cóndor, permanecen sin remediar a 1000 metros del Río Chubut desde tiempos de la dictadura y aún hoy se desconocen los registros oficiales de mediciones radiactivas en esa zona.

La meseta no es zona de sacrificio, ya que está habitada por comunidades que tienen el derecho constitucional a una vida sana garantizada por el Estado. Y esto es lo importante, y no, la plata del Proyecto Navidad o el uranio de Cerro Solo o Laguna Salada.

Con la excusa de la transición energética, que en realidad es una expansión energética, ya que se sigue apostando al petróleo y al gas no convencional, se llama “erróneamente” energía limpia a la proveniente del uranio, sólo por el hecho de no liberar dióxido de carbono durante la fisión del átomo en una central nuclear. Sin embargo, la minería de uranio, sí produce grandes emisiones de dióxido de carbono y nunca lo suman en la cuenta de la huella de carbono nuclear. Además, los riesgos de las centrales nucleares y la imposibilidad de garantizar que no ocurran eventos desafortunados de efectos devastadores de gran alcance, genera nuestro rechazo.

Desde la resistencia a la instalación del repositorio nuclear en Gastre, los chubutenses somos conscientes que la radiactividad es sinónimo de enfermedad y muerte. Por ello, la ciudad de Esquel fue declarada mediante ordenanza “Municipio No Nuclear” con el objetivo de proteger la vida de sus habitantes.

Recorriendo el mapa de América Latina aprendimos que el extractivismo minero sólo trae: competencia y exclusión de la actividad económica tradicional, aumento de enfermedades sociales, cambios culturales negativos, fuerte conflictividad social, militarización de los territorios, violación a los derechos humanos, violación a los derechos constitucionales, falta de beneficios para las poblaciones locales, colapso de los servicios básicos por aumento de la población, invasión de población ajena a la región, falta de oportunidades de trabajo para pobladores locales, amenaza a la tenencia tradicional de tierras, persecución, amenazas, judicialización, violencia, etc.

Entonces, continuaremos luchando para evitar tanto la contaminación ambiental como la social, que los extractivismos no nos quiten la identidad, la cordialidad, la seguridad, la tranquilidad, apreciada por los propios y por quienes nos visitan.

Por lo antes expuesto, queremos recordarles que hicieron un juramento y asumieron un compromiso con el pueblo de Chubut de velar por el bienestar -en el sentido más amplio del concepto- de todos sus habitantes.

 

Asamblea No a la Mina Esquel