Integraron el equipo técnico que había participado de su diseño. Argumentan su interés en la necesidad nacional de comenzar a pensar en el resguardo definitivo de los residuos radioactivos generados por las centrales. El proyecto del repositorio nuclear en Gastre quedó definitivamente cancelado en 1997 y luego por la fuerte oposición de la población, ecologistas y activistas.
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Fuente: Diario de Cuyo
Una nota publicada en CUYO MINERO encendió la mecha: Finlandia otorgó la primera licencia en el mundo para construir un almacén permanente de residuos nucleares que podría estar operativo en 2023. La edificación de la planta se ubicará a 450 metros por debajo de la superficie, en una estructura de granito con capacidad para almacenar hasta 6.500 toneladas de encapsulado de uranio.
Un proyecto similar se propuso hace más de treinta años para la Argentina cuyo emplazamiento, dadas las características geológicas y de seguridad, era en la Sierra del Medio, cercano a la localidad de Gastre, en Chubut. Conocido como “Proyecto Gastre” quedó paralizado en su momento por cuestiones políticas, y comienza a desactivarse en la época de Alfonsín y encuentra su baja definitiva en la administración de Menem a mediados de los ´90, y luego por la fuerte oposición de la población, ecologistas y activistas.
Actualmente en el país los residuos radioactivos se contienen en las propias centrales que los generan, enfriándolos mediante piletas de agua y contenedores en seco. A pesar de la gestión de estos residuos mediante el confinamiento y aislamiento, sólo hay que pensar en la ubicación geográfica de las centrales atómicas argentinas para saber el riesgo que conlleva no contar con una disposición definitiva. Las centrales nucleares Atucha I y Atucha II se encuentran sobre la ribera derecha del río Paraná, a 9 km al norte de la ciudad de Lima, y a unos 115 km al noroeste de la ciudad de Buenos Aires. También con inmediaciones pobladas, la Central Nuclear Embalse se sitúa en la costa sur del embalse del Río Tercero a 110 km. al sudoeste de la ciudad de Córdoba.
Este es el eje del planteo de los sanjuaninos Oscar León y Celso Acosta, ingeniero químico e ingeniero de minas respectivamente, a partir de la publicación en este medio. Los profesionales participaron en el estudio y diseño del “Proyecto Gastre” durante la década de los ´80, como parte del equipo técnico y multidisciplinar integrado por cerca de setenta personas pertenecientes a siete universidades del país, organismos internacionales y especialistas como geólogos, petrólogos y geofísicos, entre otros.
Puntualmente integraron el grupo a partir de un convenio entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la UNSJ, para sus áreas de geología y minería.
Según los expertos, reactivar el “Proyecto Gastre” permitiría terminar con el ciclo de los combustibles irradiados, es decir, que los residuos radioactivos o subproductos de las centrales tengan una disposición final en profundidad segura, con una barrera geológica que garantice puedan permanecer allí durante cientos de miles de años.
“Actualmente los residuos se mantienen en piletas de agua y depósitos en seco de las centrales, en cierto modo es como si estamos guardando la basura debajo de la alfombra y deberíamos pensar qué le dejamos a las generaciones futuras, por lo que tenemos un problema a resolver y sobre el que hay que tomar una decisión política”, dijo León.
“Si geográficamente y desde San Juan nos ubicamos de este a oeste, tenemos primero a la Central de Embalse Río Tercero, ubicado en una zona de falla geológica para tener en cuenta y casi desactivándose con todos los residuos que generó durante treinta años. Si ya consideramos a Atucha I y II que están cercanas al Río Paraná, están en una zona de riesgo poblacional que hoy llega a los 15 millones de habitantes, si consideramos el Delta y las zonas aledañas al río, más los cordones conurbanos y la Capital Federal. Si cruzamos la costa, tenemos Colonia, puertos, Montevideo; hay una cantidad de habitantes en riesgo impresionantes, por lo que la gente debería preguntarse qué pasa si no se hace una disposición final de residuos radioactivos”, agregó Celso Acosta.
El proyecto que no fue
De acuerdo a los ingenieros, el plan argentino contemplaba la construcción de un repositorio a 600 metros bajo tierra en el intrusivo granítico de Sierra del Medio en Chubut. A diferencia del de Finlandia cuyo diseño es con rampas inclinadas, este se iba a hacer por una única entrada vertical (lo que en minería se denomina “pique”) y desde allí a una galería principal tipo peine en cuyas galerías se iban a enterrar los canister o recipientes cilíndricos especiales contenedores del material radioactivo.
Para determinar el emplazamiento se hizo un relevamiento de 198 intrusivos graníticos a lo largo del país. Según recomendaciones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) el granito, junto a los domos de sal y los basaltos, es una de las tres formaciones geológicas estables para instalar un repositorio. Tras estudios geológicos de los que participó el reconocido geólogo local Juan Carlos Peruca, se determinó que Sierra del Medio era el sitio adecuado. “Los estudios se iniciaron en diciembre del ´81 y el informe final se entregó en el ´84, se determinó el sitio adecuado y se hicieron recomendaciones. El proyecto está validado sísmicamente, hidrológicamente, morfológicamente, hidroquímicamente, tectónicamente, se hicieron perforaciones profundas, intermedias y bajas. Es decir, están los estudios para que si existe la voluntad política, pueda ser reactivado; sólo habría que reactualizar la ingeniería de detalle”, explicó León. “Yo participé dirigiendo la parte de ingeniería que inicialmente había realizado Guillermo Preisz. La ingeniería de detalle que se terminó entre el ´88 -´89, desde allí ya estábamos en condiciones de iniciar la construcción. Es decir, hoy se habla de Finlandia como el primer país del mundo en otorgar una licencia para construir un repositorio definitivo y la Argentina ya lo había resuelto hace más de treinta años atrás con un repositorio único en su tipo en ese momento en cuanto a su diseño en un granitoide. Finalmente no se construyó por lo que la inquietud ahora es qué hacemos con nuestros desechos radioactivos”, cerró Acosta.
Según León, junto a otros compañeros del equipo técnico de esa época, se han iniciado acercamientos al Ministerio de Energía y Minería del actual gobierno a fin de plantear esta necesidad. “Sabemos que es un tema sensible y como tal también es para reflexionar. Están los estudios hechos y también el marco legal, todo depende de la decisión política que exista porque algún día el país tendrá que hacer un tratamiento a sus residuos radiactivos”, concluyó León.