Nos desayunamos esta mañana con la noticia del desalojo violento del bloqueo de camino selectivo que los asambleístas de Belén llevaban adelante para impedir el paso de los camiones con explosivos y demás insumos para Minera Alumbrera y Barrick Gold. Muchos fueron detenidos y al menos dos personas estuvieron desaparecidas durante varias horas.

 

Por Hernán Horacio Schiaffini

12/02/2012. Lamentablemente, voces progresistas han sembrado confusión y contribuido a aislar a los manifestantes, lo que aporta para que hechos como aquéllos se produzcan. Dante Palma, equiparando a Amado Boudou con Álvaro García Linera, sostiene que una “izquierda oenegeísta” encuentra en el reclamo medioambiental las banderas que pierde a manos de las medidas nacionales y populares que toma el Gobierno Nacional. De esta manera desacredita los reclamos específicos de las poblaciones afectadas por los emprendimientos mineros. En lugar de discutir con la gente, prefiere discutir con ONG imaginarias.

Ricardo Forster redactó otra nota, llamativamente retomada en la página web Mining Press, donde señala la contradicción global-local y la tensión entre intereses generales y particulares. El reclamo justo de los habitantes resulta, según Forster, en contradicción con las necesidades de desarrollo y crecimiento de La Rioja, San Juan o Catamarca.

Aquí no sólo el problema radica en la falta de crítica de los conceptos de crecimiento y desarrollo según los propone la minería, sino en la confusión de la escala de lo global y lo local. Porque podría perfectamente pensarse también que la formación económico-social argentina es el caso particular de tendencias globales de la economía mundial. ¿O no? El problema no es la tensión global-local, sino que siempre se resuelve a favor de las empresas.

Como éstas, muchas otras voces menores se están encargando repetidamente de vincular a la oposición a la minería a cielo abierto con ONG oscuras, con posiciones trasnochadas de ecologistas extremos y, ¿será el próximo paso?, con las corporaciones mediáticas. El despreciable oportunismo de Clarín o Perfil se explica por el ansia que tienen de atacar al Gobierno, pero también por el vacío que la prensa nacional y popular genera en torno a la incomodidad que le producen estos reclamos. La incapacidad de abordar seriamente estos conflictos hace que la derecha intente capitalizarlos (infructuosamente, por cierto).

Se habla de “fundamentalismos”, de “ambientes prístinos y ríos transparentes rodeados de hambrientos”, de que (los manifestantes) no quieren que le vaya bien a los demás, etc. Se renuevan argumentos que los que estuvimos cerca del conflicto originario de Esquel conocemos bien: fanáticos, intolerantes, marionetas de las ONG. “Anarquistas”, “autonomistas”, como si no hubiera sindicatos o partidos políticos (incluido el FPV) en contra de la minería.

Un pobre favor le hacen al proyecto nacional y popular los que priorizan los intereses de empresas concentradas internacionales y señores políticos locales frente a reclamos legítimos, sinceros y desinteresados de la gente que le roba tiempo a su vida familiar y le va a poner el cuerpo a un bloqueo de caminos, al rayo del sol del verano cordillerano. Y encima le pegan, le encarcelan y le amenazan con leyes antiterroristas.

Pero claro, es más fácil pelearse con ONG de Miami que con asambleístas de El Algarrobo. Es más fácil inventar discursos abstractos y refutarlos, que escuchar lo que las asambleas, los vecinos los pueblos originarios y los campesinos tienen para decir. Una solo foto, muy ingeniosa e inteligente por cierto, de un cartel que se exponía en la última marcha en Esquel, desarma el discurso que menciono. Decía: “no somos grinpis, somos la ballena”.

Porque no es cierto, y parece mentira tener que escribir esto, que los están contra la minería a cielo abierto estén a favor de la pobreza, o prioricen a la naturaleza sobre las personas, ni siquiera que sean anti-kirchneristas u oligarcas antipopulares.

Un pobre favor le hacen entonces, al proyecto que defienden, quienes recién se enteran de procesos que cuentan ya una decena y una veintena de años, quienes reducen la cuestión minera a un mero conflicto ambiental y los reclamos de las poblaciones al sólo cuidado de la ecología.

Queda reclamar, además de la liberación y el desprocesamiento, si lo hubiere, de todos los detenidos en el bloqueo selectivo de caminos de Belén, un poco de seriedad y responsabilidad a ciertos formadores de opinión, que tal vez sin saberlo, ponen su granito de arena contra la autonomía popular. Porque sí, se pueden hacer cosas con palabras.

* Maestro en Antropología (Universidad Nacional Autónoma de México). FFyL. UBA.