Para conseguir las riquezas minerales se debe fracturar la superficie por debajo de la tierra de la ciudad de Kiruna. Frente a lo peligroso que resulta esta actividad, los pobladores son trasladados.

Fuente: Wall Street Journal

07/08/2011.

El portal digital del diario Wall Street Journal reveló que a la pequeña ciudad de Kiruna, en Suecia, se la está preparando para trasladarla a otro lugar para permitir la expansión de una mina de hierro que comenzó su explotación en 1900.

Kiruna está ubicada a 145 kilómetros al norte del Círculo Ártico y yace sobre una veta de mineral de hierro clavada de forma diagonal en la corteza de la tierra.

Para conseguir las riquezas minerales se debe fracturar la superficie de la tierra por debajo de Kiruna. Y por lo peligroso que resulta esto para sus 22.000 habitantes, gran parte del pueblo está siendo trasladada. Se comenzó con la pequeña casa construida durante el primer auge minero en el pueblo, alrededor de 1900.

“Sabíamos que no teníamos opción”, cuenta Ann Catrin Fredriksson, directora municipal de Planificación Urbana y Ambiental. “Y esta es una compañía del pueblo, así que no hubo oposición”.

Sus grandes preocupaciones son en cuál dirección moverse y qué hacer con los edificios de valor histórico. “Hay gente que nos dice que quiere estar en esa cima o en aquel valle”, dice Fredriksson.

Kiruna se está mudando para que una mina de mineral de hierro se expanda.

También está la pregunta que toma más importancia mientras más cerca se esté del Polo Norte: ¿qué hacer con los renos?

Los primeros planes para trasladar Kiruna surgieron durante los años de auge, al principio de la primera década del 2000, y se han vuelto más urgentes en los últimos años debido a la alta demanda de materiales, encabezada por China. La minera estatal Luossavaara-Kiirunavaara AB ha estado extrayendo mineral de hierro en Kiruna desde el siglo XIX.

En el 2004, los ejecutivos mineros se dirigieron a los líderes municipales para solicitar que el pueblo fuera trasladado. No era la primera vez que una compañía minera había pedido derribar algunos edificios, pero la ambiciosa escala en el caso de Kirina no tenía precedentes.

Fredriksson alcanzó un acuerdo con LKAB en el que, según lo requería la ley sueca, la minera pagaría todo. Por ejemplo, el moderno edificio municipal va a ser derribado y reconstruido. La compañía ha gastado U$S460 millones en la compra de tierra y para mudar, demoler y construir edificios. La minera acordó trasladar más de una decena de edificaciones de valor histórico.

Kiruna es un lugar extraordinario. En el invierno, las temperaturas rondan los 40 grados centígrados bajo cero. Una merienda popular es el reno ahumado envuelto en una especie de pan pita. “No es el mejor lugar para encontrar un buen traje, pero si buscas una excavadora que pueda operar 100 metros bajo tierra, tienes suerte”, dice Anders Holstenson, un empleado de LKAB y además guía turístico.

La principal atracción turística es el famoso hotel de hielo en Jukkasjarvi. Se derrite cada primavera y debe ser reconstruido cada otoño. Los funcionarios de Kiruna anunciaron el año pasado que se mudarían al este, hacia la villa de Tuolluvaara, para tomar ventaja de las mejores condiciones del suelo.

Los líderes municipales acordaron que 20 hectáreas de inmuebles residenciales e igual superficie de bienes raíces públicos y comerciales deben ser demolidos y reconstruidos.

En las próximas dos décadas, unos 3.000 habitantes, de los 22.000 actuales, serán forzados a mudarse. “Pero la transformación de Kiruna continuará siempre y cuando estemos extrayendo el mineral de hierro, por lo que al final quizás todos los que estén viviendo en la ciudad” tengan que mudarse, dice Johanna Fogman, vocera de LKAB. “Eso podría tomar hasta cien años”.

No todos tienen que mudarse. Sólo aquellos cuyas casas están sobre la mina. En un almuerzo en la sede de LKAB, Oskar Niva, un minero de 28 años, dijo que él vive en el suburbio de Hogalid. “No te preocupes, estarás bien por otros 70 años “, dijo Holstenson.

La mudanza de algunos edificios históricos, la demolición de algunas casas y la construcción de otras comenzará a fines del próximo año.

Mientras tanto, LKAB y Kiruna están enfrentando otros asuntos.

Cuando los rieles del tren, localizados en tierras poco firmes, fueron movidos de un lado de la mina al otro, la población indígena sami planteó sus preocupaciones sobre los renos. Los 15.000 samis que viven en Suecia poseen decenas de miles de renos. En la primavera les permiten a los renos vagar por las colinas. Cuando la nieve vuelve a caer, los renos regresan. Los nuevos rieles atraviesan peligrosamente sus caminos migratorios.

LKAB, el pueblo y el ministerio de transporte sueco acordaron construir un puente, con tierra y pasto sobre el mismo, para que los renos crucen. Fue elevado el pasado octubre. “Los renos poseen una brújula interna, y nosotros queríamos que la siguieran sin tener que atravesar los rieles de tren”, dice Lina Nasstrom, de la Autoridad de Transporte Estatal de Suecia.

Sin embargo, el pasado octubre, la tierra estaba congelada y demasiado resbalosa para los animales. Por lo tanto, los pastores samis fueron a las montañas y transportaron a los renos en camiones.

Para educar a los ciudadanos acerca de la mudanza, la LKAB publica un periódico ocho veces al año sobre la transformación urbana, como la llama, y mantiene una oficina abierta en el centro de la ciudad. Los residentes “preguntan dónde va a ser relocalizada su vivienda. No siempre lo sé”, explica Ylva Sievertsson, empleada de LKAB.

Fuera de la comunidad minera, algunos están perplejos. “Es difícil entender qué está pasando exactamente”, dice Birgitta Dahlberg, una gerente de 53 años de tienda de ropa.

“Se habla mucho de la mudanza del pueblo”, dice John Stalnacke, un obrero de construcción de 25 años. “Es una buena causa, pero deberían simplemente apurarse y hacerlo”.

Una pregunta fundamental ha sido qué hacer con la iglesia luterana construida en 1912, la cual fue elegida como la edificación más popular de Suecia en el 2001. Las autoridades locales han estado mirando un terreno cerca del aeropuerto, pero no han decidido nada todavía.

“Aún no sabemos realmente dónde va a estar la iglesia”, dice el pastor Lise-Lott Wikolm. “Pero no debería ser muy difícil. Está hecha de madera; puedes separar las piezas y ensamblarlas de nuevo”.