El imperio se ha lanzado al agua (a la nuestra)

Por Asamblea Noalamina Esquel

Tres afirmaciones tres

1-      Como otrora lo hicieran los Reyes de España,  el imperio se lanza al mar en busca de las materias primas que su subsistencia reclama.  El oro o las “especias” de ayer,  hoy son el agua (de río o de mar, da igual) necesaria para producir energía. Sí, leyó bien, AGUA.

2-      El estallido de la pandemia y la crisis energética europea provocada por la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022 han motorizado la conquista y colonización posmoderna de América: los espejitos de colores ahora se llaman off shore en el mar  e hidrógeno verde.

3-      Y los Estados Nacional, Provinciales y Municipales en Argentina (y posiblemente en varios otros países latinoamericanos) son la versión remixada y berreta de la Malinche.

No nos crea así como así, verifique

Agua y Energía era el nombre de la Empresa Estatal privatizada durante el menemismo. Hoy podría considerarse un nombre profético porque es justamente el AGUA la nueva fuente para producir la ENERGÍA que la UE y  el mundo demandan. No crea que sólo la buscan en Argentina, también nuestros hermanos y hermanas uruguayos viven el  embate corporativo. A modo ilustrativo, proponemos que vea y escuche el video -publicado por el Movimiento Uruguay Soberano-  que nos exige atender la urgencia que tiene el hecho de asumir que el agua es un DERECHO HUMANO y dimensionar por lo tanto los riesgos de su mercantilización:

¿Por qué y para qué las corporaciones están detrás del agua?  Pues porque necesitan energía: buscan petróleo offshore en el mar aunque se trate de combustible fósil y en contra de lo que se pregona acerca de las “energías limpias”. Su crisis energética es ahora, es YA, y no están siendo abastecidos en cantidad suficiente y necesaria a raíz de la guerra en Ucrania que el actual Presidente Milei apoya explícitamente y en sintonía con la condena de América Latina a la invasión rusa en tiempos de Alberto Fernández.

No les importa, claro está, que sea a costa del sacrificio de zonas declaradas “Patrimonio de la Humanidad” ni del riesgo de desaparición de especies que dicen proteger a través de las ONGs que sostienen económicamente ¿para lavar culpas e imagen?

A mediano plazo, Europa apuesta a la “energía verde” -y tal vez sea por la proximidad de escasez de petróleo o, quizás, por la escasez de abastecimiento- y a los postulados de la Agenda 2030 que no terminan de convencer ni cerrar pero están en marcha. Y lo están a tal punto que la reconversión industrial será subsidiada en Francia y Alemania por ejemplo.

Es así como aparece en escena la producción de hidrógeno verde, un producto que se obtiene por electrólisis a partir de la separación de moléculas de agua con utilización de energía fósil.  En este proceso las aguas costeras de nuestro continente tienen suma importancia y las decisiones políticas de los países también, no sólo en relación con qué y cuánto estamos dispuestos a ceder sino en las implicancias ecológicas para la producción, el traslado y la disposición final de lo que se produce y sobre lo que nadie habla.

De este lado del charco los Intendentes “malinchean” con  un Plan de Desarrollo Industrial que dicen que diversificaría la matriz productiva aunque se trate de actividades que siguen inscribiéndose en el extractivismo  centenario de la región que no ha llevado a la Patagonia, y mucho menos a las y los patagónicos, a un estado de bienestar sostenido en el tiempo además de haber agotado bienes no renovables en los territorios.

Como verá, los tres puntos tres cierran perfectamente con las políticas impulsadas en nuestro país en los últimos años. Ninguna de ellas para beneficiar al pueblo argentino y con la causal aparición en escena de la empresa Mekorot sin la cual pretenden hacernos creer que no podemos “gestionar” el agua.