El país vecino, que pondrá en marcha su tercera central nucleoeléctrica en 2016, tenía previsto construir otras cuatro plantas de ese tipo para el año 2030. Sin embargo, decidió paralizar esa expansión y privilegiar, en cambio, la promoción del desarrollo eólico.
Fuente: Revista Petroquímica
Urgido de electricidad para satisfacer una demanda en continuo ascenso, Brasil acaba de dar un golpe de timón en su estrategia de ampliación de la oferta eléctrica de cara al mediano y largo plazo.
Con dos centrales nucleoeléctricas en funcionamiento (Angra I y II) y una tercera en construcción (Angra III, cuya inauguración oficial se prevé para 2016), el gigante del Mercosur tenía pensado instalar otras cuatro plantas de esa clase para 2030 (dos en el sudeste y dos en el noreste).
Así lo había anunciado, hace dos años (poco antes del desastre de Fukushima, en Japón), Edison Lobão, por entonces titular del Ministerio de Minas y Energía.
Sin embargo, Mauricio Tolmasquim, presidente de la Empresa de Investigación Energética, entidad afiliada a ese Ministerio, acaba de expresar públicamente que “es poco probable” que ese ambicioso plan de expansión nuclear se materialice. En lugar de ello, aseguró que el país concentrará sus mayores esfuerzos en impulsar el desarrollo del sector eólico.
Sin especificar cuántas de las cuatro centrales proyectadas terminarán siendo construidas, si es que alguna lo hará, el directivo manifestó que “éste es el momento de la energía eólica”.
Para Tolmasquim, que asesoró a Dilma Rousseff cuando la actual mandataria era ministra de Minas y Energía en la década pasada, está claro que el suministro eléctrico en Brasil no puede seguir dependiendo, como hasta ahora, en un 75% de represas hidroeléctricas. “Hay que diversificar la generación, y en ese sentido debe destacarse que el sector eólico está experimentando una verdadera revolución en términos de costos. Una competencia cada vez más fuerte y el avance de la tecnología han provocado un sustancial descenso en los precios”, remarcó.
Efecto Fukushima
De acuerdo con Tolmasquim, la tragedia de Fukushima explica en buena medida que no haya comenzado el proceso licitatorio para las cuatro nuevas centrales proyectadas. “Después de lo sucedido en Japón, todo quedó en stand by. No puedo decir que abandonaremos esos planes por completo, pero sí que no es prioritario reanudarlos”, especificó.
En el extremo opuesto, afirmó que cada vez más empresas extranjeras se muestran interesadas por invertir en materia eólica. “La italiana Enel Green Power, la estadounidense General Electric, la francesa Alstom y la española Gamesa Corporación Tecnológica ya se encuentran en nuestro mercado. Y todo indica que prontamente recibiremos a otras firmas de esa envergadura”, puntualizó.
Experiencia nuclear.
Junto con la Argentina, Brasil es el único país sudamericano con experiencia en el ámbito de la producción de energía por vías atómicas.
Dispone, hasta el momento, de una potencia nuclear de salida neta de 1.901 megawatts (MW), cifra que se obtiene al sumar los 626 MW de Angra I y los 1.275 MW de Angra II.
Se trata de un 3% del total de su consumo eléctrico.
Ideada en 1971 y construida con tecnología estadounidense, la primera de las dos usinas fue conectada a la red brasileña en 1982. La segunda, fruto de un acuerdo con Alemania, comenzó a producir comercialmente en el año 2000 (un cuarto de siglo después de su diseño preliminar, en 1975).
Dotadas de reactores tipo “PWR” (de agua presurizada), ambas centrales se ubican en las costas de Itaorna, en Angra dos Reis, dentro de Río de Janeiro. También allí funcionará Angra III, que comenzó a construirse en junio de 2010, y que contará con una potencia de alrededor de 1.245 MW.
Futuro eólico
Según el Centro de Investigaciones de Energía Eléctrica de Electrobras, a lo largo y ancho del territorio brasileño hay recursos eólicos suficientes como para instalar un total de 140 gigawatts (GW). Lejos de eso, actualmente la capacidad instalada es de apenas 1 GW. No obstante, el sector viene creciendo sin pausa desde hace varios años, incluso a tasas superiores al 20% anual.
Los principales parques eólicos brasileños que hoy se encuentran operativos son los complejos Alto Sertão I, localizado en Bahía (con una potencia de 300 MW); Osório, ubicado en Rio Grande do Sul (150 MW), y Cerro Chato, situado en Santana do Livramento (91 MW).
A decir de Erico Spinadel, presidente de la Asociación Argentina de Energía Eólica (AAEE) y vicepresidente de la World Wind Energy Association (WWEA), la clave del éxito de la industria aerogeneradora en Brasil radica en el alto nivel de acceso a la financiación que gozan las firmas del rubro. “En comparación con la Argentina, el mercado brasileño ofrece una mayor previsibilidad a largo plazo y más facilidades crediticias”, subraya.
Lo mismo piensa Emilio Guiñazú, gerente general de IMPSA Wind, compañía que tiene a su cargo una decena de parques eólicos en el vecino país. “Nuestro crecimiento allí obedece fundamentalmente a las facilidades brindadas por el Programa de Incentivo a las Fuentes Alternativas de Energía Eléctrica (Proinfa). Además, Brasil cuenta con un mecanismo de financiamiento de obras de infraestructura bastante eficiente”, completa.