El boom del sector minero está permitiendo a Australia capear el mediocre desempeño económico de los países más ricos, pero su impacto en el medioambiente, y en particular en la Gran Barrera de coral, suscita cada vez más críticas e inquietudes.
Fuente: diario Jornada
14/07/2012. El puerto de Newcastle, a 160 km al norte de Sídney, ilustra bien este esplendor minero. En él pueden verse los barcos destinados a Asia esperando sus cargamentos, principalmente de carbón, que les llegan en un ir y venir incesante de trenes procedentes del interior.
En 2020 o incluso antes, se preve que unos 7.000 barcos atraviesen cada año la Gran Barrera de coral, situada al noreste de las costas australianas. En 2010 eran 5.000, de los cuales un 20% transportaba el carbón embarcado en Newcastle.
Cerca de allí, en el Valle Hunter, el número de minas a cielo abierto se multiplicó por seis en los últimos treinta años. Los habitantes cuentan que a causa de ello aumentaron los casos de enfermedades respiratorias y de crisis de asma, en un paisaje surcado por los trenes y los camiones que levantan polvaredas permanentemente.
Las minas han agotado poco a poco la industria lechera, antaño floreciente, y los lugareños temen que la agricultura se vea condenada en la región, si las autoridades aprueban el proyecto de cuasi triplicar las capacidades del puerto de Newcastle para darle vía al carbón.
Según sus propias estimaciones, el puerto de Newcastle exportará 139 millones de toneladas de carbón en el año fiscal en curso (junio 2012-junio 2013). Actualmente tiene el proyecto de incrementar sus capacidades a 330 millones de toneladas, con un
cuarto terminal.
Los defensores del medioambiente y los expertos en desarrollo sostenible están perplejos, y afirman que ese proyecto atenta contra la política gubernamental de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La Gran Barrera de coral amenazada
Australia es el país del G20 dotado de la tasa más elevada de emisiones de carbono por habitante, y de aquí a 2020 se ha comprometido a reducir sus emisiones en al menos un 5% respecto a los niveles del año 2000. A ese fin, el gobierno introdujo el 1 de julio una tasa carbono a las empresas.
Mark Diesendorf, un científico que en el pasado asesoró al gobierno y ahora trabaja en la Universidad de Nueva Gales del Sur, advierte del empobrecimiento e incluso la pérdida de los mejores paisajes del país que podría acarrear este boom minero.
El primero de esos parajes es la Gran Barrera de coral, un gran reclamo turístico y una de las reservas de biodiversidad más importantes del planeta, incluida en el patrimonio mundial de la UNESCO.
“Estamos aumentando enormemente la explotación y exportación de carbón, la producción de gas de hulla y otras industrias que podrían tener un fuerte impacto, no sólo en nuestro medioambiente, sino finalmente en todo nuestro futuro económico”, explica Diesendorf, director adjunto del instituto de estudios medioambientales en la Universidad de Nueva Gales del Sur.
La UNESCO advirtió en junio que la Gran Barrera podría ser incluida en la lista de sitios en peligro si el desarrollo de la minería continúa a un ritmo desenfrenado. La agencia de la ONU sugirió además que se prohíba construir nuevos puertos en la zona hasta 2015.
Los puertos situados frente a la Gran Barrera de coral exportan actualmente 156 millones de toneladas de carbón al año. Si se cumplen los proyectos en curso, esa cantidad ascenderá a 953 millones anuales en diez años.
El gobierno del Estado de Queensland (noreste) respondió enérgicamente, advirtiendo de que no privilegiará el medioambiente en detrimento del desarrollo económico.