La demolición de una basílica neorrománica en el oeste de Alemania como último paso para ampliar una gigantesca mina de carbón se ha convertido en el símbolo de la lucha de los ecologistas contra el uso de esta contaminante fuente de energía. Cientos de habitantes de la que fue su parroquia, Immerath, han contemplado junto a activistas de Greenpeace el derribo de la iglesia de San Lamberto, realizado después de una larga batalla judicial que ha llegado hasta el Tribunal Constitucional germano. La iglesia era lo último que queda en pie de Immerath, cuyo desalojo comenzó en 2013 trasladando unos 7.600 habitantes para expandir una explotación de lignito a cielo abierto propiedad del gigante energético RWE. 

Fuente: RTVE

“Quien destruye la cultura, destruye también a los seres humanos”, se leía en las pancartas desplegadas frente a la iglesia por Greenpeace, antes de que las excavadoras empezasen a demoler sus dos campanarios gemelos y su enorme nave.

Protesta de los ecologistas ante la iglesia de San Lamberto de Immerath poco antes de su derribo para permitir la ampliación de una mina
Los ecologistas pedían también el final del carbón como fuente de energía, algo complicado ya que su quema produce aún el 40% de la electricidad que consume Alemania. Además, su utilización parece ineludible después de la decisión del Gobierno de renunciar a la energía nuclear a partir de 2022.

Sin embargo, el recurso al carbón dificulta mucho el cumplimiento de la reducción de emisiones de CO2 a la que se ha comprometido Berlín y la UE.

De hecho, en los últimos meses se han multiplicado los llamamientos para que se planifique la descarbonización de la economía alemana, es decir, el abandono del carbón como fuente de energía, un asunto que puede ser clave en las negociaciones para formar un nuevo gobierno del país.

El desalojo del pueblo comenzó en 2013

La iglesia era lo último que queda en pie de Immerath, cuyo desalojo comenzó en 2013 dentro del plan de traslado de unos 7.600 habitantes de la región para expandir una explotación de lignito a cielo abierto propiedad del gigante energético RWE. A finales de 2016, sólo había registrados 67 habitantes.

Los 900 habitantes de la localidad viven ahora en Nuevo Immerath, una localidad situada en el mismo municipio de Erkelenz, y donde se han trasladado también su escuela, su guardería y sus muertos -enterrados en un nuevo cementerio-, pero donde, sin embargo, la basílica se ha sustituido por una pequeña capilla.

El templo demolido este martes se construyó en el siglo XIX en esta localidad -situada en el lander de Renania del Norte-Westfalia, entre la región minera del Ruhr y Países Bajos-, y era conocido como la “catedral de Immerath” debido a su enorme tamaño y a la importancia que tenía para la población de esa zona.

El reasentamiento de los 900 residentes de Immerath debía haberse completado en 2016, ya que estaba programado que la extracción de lignito comenzara en esa zona el año pasado, pero los litigios contra los desalojos y expropiaciones han retrasado esos planes.

RWE, el mayor propietario de centrales térmicas de Europa, extrae desde hace años el lignito de la vecina mina de Garzweiler, pero solicitó permisos para ampliar la explotación de este tipo de carbón, muy contaminante, pero también más barato, ya que se encuentra en capas superficiales.

Este tipo de reasentamientos de población para facilitar la explotación de carbón se han producido también en la región de Lusacia -en el lander de Sajonia, al este de Alemania y muy cerca de la región polaca de Silesia-, donde pueblos enteros han sido borrados del mapa.

Allí, una iglesia románica del siglo XIII se trasladó 12 kilómetros -desde la localidad de Heuersdorf hasta la de Borna- sobre dos plataformas rodantes para evitar su destrucción. La operación costó 3 millones de euros.