Un pueblo portugués escondido tras las montañas llamado Covas do Barroso, está luchando por evitar los planes de construcción de una mina de litio a cielo abierto que amenaza con alterar su modo de vida. La percepción general es que la mina sería perjudicial tanto para la comunidad como para el medio ambiente. Mas allá de la presión del Gobierno portugués y de la empresa minera, son muchos los que se mantienen firmes en su rechazo a vender sus tierras, argumentando que la compensación económica no puede reemplazar la pérdida de sus medios de vida y el acceso a estas zonas.
Por: Noalamina.org
Fuente: Carolina González Valenzuela – Computer Hoy
Nos vimos atraídos por un artículo de Computer Hoy que se titulaba, Este pueblo se opone a la mina de litio que puede cambiar su vida: “No hay nadie que esté a favor”. Dicha publicación explicaba que, la situación de esta pequeña aldea de Portugal es crítica, porque poseen enormes cantidades de litio que se niegan a que sean explotadas. Sus habitantes afirman: “Si vendiera mi tierra, ¿qué haría? También perdería el acceso a los pastos en las tierras comunes si la mina seguía adelante”.
Actualmente, luchan por bloquear el acceso, pero el Gobierno portugués lo considera una gran oportunidad laboral y económica para el país.
El litio, considerado de real importancia para la producción de baterías de coches eléctricos y un componente esencial en la transición hacia la energía verde en Europa, es el foco de esta polémica. La empresa minera detrás del proyecto defiende lo importante que es, mientras que los habitantes de este pueblo sostienen que los riesgos para su comunidad no justifican el beneficio económico.
El proyecto, llamado Proyecto de Litio Barroso, busca extraer suficiente litio para alimentar 500.000 baterías de coches eléctricos al año durante un período de 14 años. El problema es que tres cuartas partes de la mina dependen del acceso a depósitos de litio ubicados en zonas que en su mayoría son propiedad de este pequeño pueblo.
Aida Fernandes, ganadera, es la presidenta de los Baldíos, la asociación de tierras comunales que rechazó la oferta de la compañía minera internacional Savannah Resource, según comentan en la BBC, para alquilar estas tierras, actualmente utilizadas para silvicultura y pastoreo.
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Lo cierto es que la resistencia a este plan no es de unos pocos y ha sido apoyada por una gran parte de la comunidad, y Aida declara que “no hay nadie que esté a favor” en las reuniones que previamente se han realizado.
Incluso con algunas modificaciones que se han propuesto para el proyecto, la percepción general es que la mina sería perjudicial tanto para la comunidad como para el medio ambiente.
El problema se complica aún más, ya que en el caso de no llegar a un acuerdo, el gobierno portugués es el que tendrá la opción de expropiar la tierra. Sin embargo, son muchos los se mantienen firmes en su rechazo a vender sus tierras, argumentando que la compensación económica no puede reemplazar la pérdida de sus medios de vida y el acceso a estas zonas.
Tal como sucede en todo emprendimiento minero a gran escala promocionado por los gobiernos, los argumentos de la Secretaria de Estado de Energía y Clima de Portugal, Ana Fontoura Gouveia, que apoya la mina de Barroso y una mayor explotación de litio en Portugal se basan en que “la mina traerá nuevos empleos y financiación y la acción legal, afirma, es simplemente parte del proceso democrático”.
Explicando que, “lo veo como un caso de mejores prácticas y estamos deseosos de demostrar que se puede hacer minería en Europa en el siglo XXI con los más altos estándares y en beneficio de las poblaciones locales”. Se trata de promesas que en nuestros 20 años de resistencia consideramos un engaño.
Mina de litio a cielo abierto Greenbushes, Australia. Fuente:Getty.
En la publicación original se habla de que la solución se encontraría en un “enfoque mixto” combinando las necesidades del pueblo de conservar su modo de vida y la importancia estratégica de la explotación del litio para fabricación de baterías para la transición energética de la movilidad basada en combustibles fósiles al uso de “energía verde” que no libera al ambiente dióxido de carbono. Sin embargo, los riesgos de la minería de litio en cuanto a contaminación y competencia por el agua son reales, condicionando su uso para otras actividades como el pastoreo.
Otra de las afirmaciones publicadas habla de “promover un diálogo entre la empresa minera, los residentes y las autoridades para resolver estas preocupaciones y garantizar que los impactos negativos no existan o sean mínimos”, lo cual es una mentira.
Desde el No a la Mina de Esquel, alentamos a la comunidad de Covas do Barroso que defiendan su derecho a elegir cómo vivir, ya que sus temores no son infundados y esperamos que el Gobierno de Portugal no imponga sus intereses económicos expropiando estas tierras de tradición ganadera.