La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), en España, alerta de la falta de recursos hídricos para su explotación pese a que el proyecto plantea el uso de agua reciclada.

 

Fuente: Diario de Sevilla
Nuevo frente abierto. Aznalcóllar se topa ahora con la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). Su presidente, Manuel Romero, alerta: la cuenca del río Guadiamar no dispone actualmente de agua adicional suficiente para la reapertura de la mina. Además, la tramitación de la concesión definitiva de aguas que la CHG debe otorgar a la empresa adjudicataria para la reapertura y explotación del complejo minero tardaría “un año como mínimo”, según aclara Romero.

El presidente de la CHG señala que carece de cualquier información oficial sobre el proyecto ganador, pese a que este organismo debe estudiar y, en su caso, aprobar el plan de aguas de esta mina. “Tendremos que organizar lo que nos pida la mina, que tiene sus planteamientos, aunque comunicación oficial no ha habido”, apunta Romero. Asimismo, la CHG entiende que el retraso de la petición de autorización puede deberse a la investigación judicial que está sufriendo actualmente el proceso de adjudicación.

El embalse del río Agrio proveía de agua a esta mina cuando la explotaba Boliden, pero, tras el desastre ecológico, la CHG lo recuperó. Una década después, sus recursos, de unos veinte hectómetros cúbicos, fueron asignados por la Agencia Andaluza del Agua -dependiente de la Junta de Andalucía- a diversos peticionarios, entre ellos, la plataforma fotovoltaica Solúcar, de Abengoa, y comunidades de regantes.

Además, la cercanía de esta presa a escombreras con restos mineros provoca la contaminación del agua con metales pesados, lo que dificulta un aprovechamiento total de estos recursos hídricos.

Romero explica que la actual revisión del Plan Hidrológico del Guadalquivir prevé un “recrecimiento” de la presa del Agrio para aumentar su capacidad de almacenamiento, pero matiza que tanto la realización de esta obra como el estudio y autorización de una eventual concesión de aguas para la mina de Aznalcóllar, y del plan de gestión de estos recursos hídricos, conllevaría un plazo de tiempo no inferior a un año. “Queremos aumentar la regulación del río Guadiamar, recreciendo el embalse del Agrio para bajar la presión del acuífero de Doñana, pero ahora mismo no hay agua para la mina. Hay recursos, pero hay que regularlos”, apostilla el presidente de la CHG.

Pero existe otra opción: obtenerla de la depuración de aguas contaminadas y almacenadas en las cortas de la antigua explotación mineras. Ésta es la medida que contempla México-Minorbis. Según el proyecto, aproximadamente el 86% del consumo de agua de la explotación de la mina de Los Frailes procederá de agua reciclada.

El modelo de gestión de agua planteado por el consorcio México-Minorbis persigue dos objetivos: “Vertido cero de aguas de contacto al Dominio Público Hidráulico (DPH) y mínimo consumo de agua procedente de fuera del recinto minero”. Así, el proyecto no necesitaría concesión de nuevas aguas, pero sí permiso para verter la acumulación en la corta.

El proceso de extracción de los elementos valiosos presentes en la roca “conlleva utilización de agua”. En este proyecto, se estima que serán necesarios unos 5,54 hectómetros cúbicos anuales de agua para este fin. De esta cantidad y gracias al sistema de recirculación planteado, “únicamente será necesario incorporar un 14,2% de agua fresca al sistema (unos 0,78 hectómetros cúbicos al año), lo que equivale a recircular 4,75 hectómetros cúbicos, lo que equivale a llenar 1.900 piscinas olímpicas al año, aproximadamente”, según cita el proyecto.

Además, ante la advertencia de Manuel Romero de que los trámites necesarios “no se aprueban en una tarde”, sino que tardarían “como mínimo un año”, el proyecto del consorcio México-Minorbis plantea una fase previa de exploración e investigación de la mina de más de dos años de duración antes de la explotación.