Lloran en Sudáfrica a los 34 muertos, víctimas de la represión. Los trabajadores afirman que no se dejarán intimidar por la masacre, mientras la Policía justifica el uso de la fuerza.

Foto: Las mujeres acudieron a la zona de la matanza, en busca de sus familiares y con la esperanza de encontrarlos con vida. EFE

Fuente: Informador

Las mujeres buscaban a sus esposos con desesperación. La brutal cifra dada por la Policía les fue suficiente excusa: 34 mineros sudafricanos muertos y 78 heridos. La represión nos los frenará, advirtieron los trabajadores; al contrario, su consigna es clara: lucharán hasta la muerte.

Las esposas de los trabajadores de la mina de platino Lonmin, al noroeste de la capital Johannesburgo, tomaron el lugar de sus maridos y organizaron una protesta; en esta ocasión no se trató de pedir salarios más altos, como lo habían hecho los mineros, sino que las mujeres exigieron saber por qué la Policía abrió fuego contra los huelguistas.

Las mujeres se arrodillaron ante los agentes armados y cantaron una melodía de protesta, mientras se preguntaban “¿qué hemos hecho?” en lengua xhosa.

La tragedia tuvo lugar cuando la Policía trató de remover a tres mil operadores de perforación, armados con machetes y palos, desde un afloramiento rocoso en la mina.

Makhosi Mbongane, un minero de 32 años de edad, dijo que los gerentes de la mina debieron haber acudido hasta los trabajadores en huelga en lugar de enviar a la Policía. El trabajador afirmó que no regresarían bajo ningún motivo a laborar, y advirtió: “Si quieren emplear a otras personas ellas tampoco podrán trabajar. Nos quedaremos aquí y las mataremos”.

Para la Policía, la masacre más sangrienta desde el fin del apartheid, fue justificada; una última opción usada en defensa propia.

“Los militantes cargaron contra la Policía, disparando y blandiendo armas peligrosas”, sostuvo la jefa policial, Riah Phiyega.

“La Policía se replegó sistemáticamente y se vio forzada a recurrir a la fuerza máxima para defenderse. El balance es de 34 muertos y más de 78 heridos”. También hubo reporte de 259 detenidos.

El movimiento, que es considerado ilegal, comenzó con una reivindicación de un grupo de mineros que exigía triplicar su salario, actualmente de cuatro mil rands mensuales (486 dólares).

La huelga de Lonmin, que inició hace una semana, ya había dejado 10 muertos antes del jueves, en presuntos enfrentamientos entre dos gremios: el Sindicato de Mineros y Obreros de la Construcción (AMCU, radical) y el Sindicato Nacional de Mineros (NUM), un poderoso aliado del Congreso Nacional Africano (CNA), el partido en el poder.

El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, anunció la creación de una comisión de investigación para aclarar en qué circunstancias surgió la masacre.

“No sabemos de dónde procede esta violencia, pero está claro que es un asunto muy serio. Por esta razón, abriremos una comisión de investigación”.

Telón de fondo
El fantasma del apartheid

Es la operación de seguridad más sangrienta desde el término del apartheid, en 1994. La muerte de 34 mineros a manos de la Policía remeció hasta la médula a la memoria de Sudáfrica, con cuestionamientos de la gente y los medios locales.

Los diarios usaron titulares como “Baño de Sangre”, “Campo de Muerte” y “Matanza en mina”, con fotografías de oficiales de Policía fuertemente armados caminado junto a cuerpos ensangrentados de hombre negros tendido en el suelo.

Una persona que llamó a una estación de radio comparó al incidente, ocurrido en la planta de platino Marikana de Lonmin, con la matanza en 1960 de Sharpeville cerca de Johannesburgo, donde la Policía abrió fuego contra una multitud de manifestantes negros, dejando más de 50 muertos.

En una editorial de primera página, el periódico Sowetan preguntó si algo había cambiado desde 1994, cuando Nelson Mandela dejó atrás tres siglos de dominación blanca para convertirse en el primer presidente negro de la mayor economía del continente.

“Ha ocurrido antes en este país donde el régimen del apartheid trató a la gente negra como objetos (…) Ahora está continuando bajo una forma distinta”.

FRASE

“Nos pueden golpear, matar, patearnos y pisotearnos (…) pero no vamos a volver a trabajar”

Makhosi Mbongane, minero.