Decenas de niños en el norte de Nigeria podrían sufrir daños neurológicos a largo plazo tras el envenenamiento con plomo generado por la extracción ilegal de oro, que ya causó la muerte de al menos 170 personas, en su mayoría menores de cinco años.
Fuente: diario El Universal
Daret, Nigeria – 21/06/2010. Autoridades en el estado de Zamfara, junto a agencias como Médicos Sin Fronteras (MSF), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, están ayudando a atender a los enfermos y enterrar las minas para contener la contaminación antes de que se inicien las lluvias, citó DPA.
El descubrimiento de un depósito provocó una “fiebre del oro” entre los agricultores empobrecidos, quienes desenterraron rocas a mano, sin saber que el mineral contenía concentraciones peligrosamente altas de plomo.
Al menos seis aldeas han sido contaminadas con altas concentraciones de plomo diseminadas por el polvo de las minas a cielo abierto, y por las mujeres que procesan el mineral en complejos donde los niños juegan descalzos.
El Instituto Blacksmith, una consultora anti contaminación con sede en Nueva York que ha enviado expertos para ayudar con la limpieza, dijo que al menos 170 niños murieron en el último mes. De los 133 niños que fueron evaluados, todos excepto tres arrojaron niveles de plomo tan elevados que estaban fuera de la escala de detección.
“Esperamos que varios cientos de niños necesiten tratamiento en los próximos meses”, dijo Richard Fuller, presidente del Instituto Blacksmith.
“A menos que las casas queden completamente descontaminadas y se retire el plomo del medioambiente, persistirá el riesgo constante de envenenamiento y muerte”, explicó.
El brazo holandés de MSF ha creado un centro de emergencia en la aldea Bukkuyum, donde está atendiendo a unos 50 niños. Planea duplicar esa cantidad para el fin de semana y espera abrir un segundo centro pronto.
“Para los casos más severos, vemos síntomas neurológicos que han sido tan severos como para afectar el nivel de consciencia y causar convulsiones, lamentablemente seguidos de muerte para algunos de los niños más pequeños”, dijo a Reuters la coordinadora de MSF, Lauren Cooney.
“Las muertes sobre las que tenemos conocimiento, hasta lo que sabemos fueron todas de niños menores de cinco años”, señaló la funcionaria, agregando que un pueblo había perdido a un tercio de los niños menores de 5 años en cuestión de semanas.
“OBRA DE DIOS”
Cooney dijo que algunos de los niños que habían estado recibiendo tratamiento en la última semana estaban empezando a mostrar signos de mejoría. Las madres que estaban amamantando también estaban siendo tratadas, ya que la contaminación podía transmitirse mediante la leche.
“Un niño que tenía muchas convulsiones y que no había hablado por más de una semana (…) le habló a su madre por primera vez. Otra niña pequeña que tenía cierta debilidad muscular está caminando nuevamente”, dijo Cooney.
“Pero no quiero exagerar, todavía tenemos algunos niños que están muy mal y no queda claro cómo responderán al tratamiento. Lamentablemente parece probable que algunos quedarán con daños permanentes”, agregó.
El Instituto Blacksmith llevó dos fluoroscopios de rayos X -máquinas que lucen como gigantescos secadores de pelo- para detectar concentraciones de metal en el suelo. La tierra tóxica es excavada y retirada antes de que los pozos sean llenados con arena.
Pocos residentes en Sunke, Dareta, Tungar Magaji y otras aldeas de casas de barro en la árida región de Sahel ,sobre el extremo sur del Sahara, han recibido educación formal. Se muestran escépticos respecto de que la minería haya causado la muerte a sus hijos.
“Este problema no ha comenzado con Dareta o sus aldeas circundantes, debe provenir de otro lugar”, dijo Yakubu Ibrahim, un residente de Dareta de 43 años.
“Este es el único modo en el que vivo. Si la minería no es posible, ¿qué voy a hacer?”, preguntó.
Detrás de él, los aldeanos advertían que sus jóvenes se volcarían al robo de ganado si no podían seguir en el sector minero, señalando que justo la noche anterior había tenido lugar un inusual robo afuera de la aldea.
En las afueras de la aldea, hay una parcela rodeada de cañas de bambú.
“Aquí es donde enterramos los niños que perdemos. Es obra de Dios”, dijo Idriss Yahaya, de 55 años.
Es una respuesta común entre los aldeanos musulmanes que tratan de sobrellevar la repentina muerte de tantos niños.
Inicialmente se pensó que la elevada taza de mortandad infantil era producto de la malaria cerebral, que puede provocar algunos síntomas similares, como convulsiones.
Las autoridades fueron alertadas recién cuando el equipo de MSF que estaba realizando análisis de meningitis en la región halló altos niveles de metales pesados en la sangre de los aldeanos.
Por ahora, la respuesta de emergencia está centrada en la contención de la contaminación y la atención de los enfermos.
Sin embargo, se están preparando materiales educativos en la lengua local y los trabajadores asistenciales dicen que a largo plazo, sólo un cambio en la conducta de los aldeanos evitará que se envenenen más niños.
“Esta es una gran fuente de fuentes de formas de vida para ellos y no es poco común que en este tipo de circunstancias la gente niegue que sus actividades sean un problema”, dijo Fuller de Blacksmith.
“Tiene que haber una campaña educativa y debe incluir la capacitación para que no pierdan su forma de vida y puedan llevarla de una forma que sea segura para sus hijos”, señaló.