Desde los años 90 se viene intensificando el desarrollo de la Mega-Minería en el mundo. En esa historia América latina tiene mucho que contar. Montañas desaparecidas, ríos contaminados, poblaciones desplazadas, miles de muertos por enfermedades, paisajes y reservas naturales completamente destruidas, pobreza y miseria; son algunas de las consecuencias de la minería a gran escala, muchas de las cuales se mantienen luego de abandonar la mina por la culminación de su vida útil.
Al mantener el principio de la rentabilidad, las grandes empresas del oro procesan millones de toneladas de mineral al año, lo que implica grandes movimientos de tierras y la construcción de minas cada vez más grandes. Toda esa gran masa de roca triturada debe someterse al proceso de lixiviación con cianuro o “cianuración”, en el que se agrega una mezcla de agua y cianuro (de sodio o potasio) con el objetivo de separar los elementos de interés (oro, plata) de los minerales restantes. Tanto el movimiento de tierras, la construcción de la mina y el uso de la mezcla de cianuro pueden generar situaciones catastróficas en un corto, mediano y/o largo plazo.
1. Impactos antes y durante la Mega-Minería
1.1 Exploración
Esta se refiere directamente a la certificación de las reservas de mineral que se desea explotar. No se construye una mina en base a especulaciones. Las empresas mediante estudios geológicos caracterizan los yacimientos minerales, determinan el tenor o ley de estos y el potencial que tendría la mina durante los años necesarios para generar ganancias. Ahora, el hecho es que es necesario constituir campamentos en las zonas selectas, para que mediante distintas técnicas se determinen las características del yacimiento.
Toda la actividad de exploración realizada por grandes empresas requiere construcción de caminos, movimiento de tierras y perforaciones necesarias para la aplicación de herramientas importantes para la minería como son los “sondeos mecánicos”. Esto puede deparar en: alteración directa de la vegetación y de la vida animal, de los suelos con erosión localizada, aparición de metales pesados, y la contaminación de acuíferos por lodos, combustibles y lubricantes utilizados.
1.2 Construcción de la mina
Se utilizan métodos altamente mecanizados de movimiento de tierra, con el empleo palas gigantes y camiones con capacidades de 100 a 200 toneladas. Con estos equipos pesados se perforan terrenos, construyen caminos y las instalaciones de superficie.
La construcción de toda la infraestructura que implica la mina ocasiona: liquidación de capas superficiales del terreno vegetal, erosión y sedimentación en afluentes de agua cercanos, la contaminación de napas (capas de agua subterránea) y la modificación de sus drenajes, además del polvo, ruido, derrumbes y deslizamientos de terreno que se generan en estas obras.
1.3 Explotación y extracción del mineral
Esta, en conjunto con el abandono de la mina, representan las etapas de la gran minería que generan mayor cantidad de pasivos ambientales. La explotación y extracción implica dinamitar enormes cantidades de mineral, perforaciones, trituración y molienda, y el transporte de los productos dentro y fuera de la mina. Además, de la remoción de la capa vegetal, la minería produce desechos: sólidos (depósitos de rocas compuestas de metales pesados) y líquidos (presas de colas).
Por ello se puede producir: la contaminación del aire (por minerales expuestos a los vientos), la erradicación de especies animales y vegetales, desertificación de grandes extensiones de terreno y contaminación de ríos y demás cuerpos de agua. Esto puede ser consecuencia de: fallas en las presas de colas, deslizamientos en las escombreras, fallas en tuberías, la formación de drenajes ácidos de mina (DAM), entre otros.
Cabe acotar, que una vez que se retira la empresa de la mina, cambia el paisaje natural que fue apreciado por cientos de generaciones durante siglos a un desierto donde queda extinta toda la biodiversidad que alguna vez existió. Para nuestro caso, le estaríamos diciendo adiós a las bellezas contempladas al sur del país como el Salto Ángel o el Roraima, por nombrar algunas. En dichos desiertos, encontraríamos gigantescos huecos llenos de desperdicios que podrían desatar reacciones químicas naturales que desencadenarían la producción de sustancias tóxicas durante décadas, e incluso siglos.
El cianuro
Por lo general, el cianuro se descompone rápidamente cuando es liberado al medio ambiente. Se desintegra por oxidación en el agua y el aire, por fotólisis (por exposición a la luz del sol) y hasta por la acción de algunas plantas y microorganismos que lo aprovechan de forma anaeróbica. Ahora, lo cierto es que este proceso se ve disminuido en climas desérticos, de aguas subterráneas y en entornos donde dicho elemento no entre en contacto directo con la luz solar. Además, de que estos entornos representan posibilidades reales de que el cianuro se mantenga en la naturaleza, el factor más peligroso es que este elemento tiene una enorme capacidad de combinarse con metales (hierro, plata, oro, níquel, zinc, aluminio, calcio, cadmio, plomo etc.), y así formar compuestos muy tóxicos. En las aguas generadas por la actividad minera siempre pueden existir concentraciones considerables de estos complejos.
“En todas la células procariotas o eucariotas (de bacterias, hongos, plantas, animales, incluido el hombre) una función vital es la respiración. Una de las moléculas indispensables para esta función es la Citocromo- C oxidasa, que posee en el centro de su compleja estructura un átomo de hierro (Fe). Cuando el cianuro entra en las células “captura” el hierro y la enzima deja de ser funcional. La consecuencia es que la célula deja de “respirar” y muere, por esta razón, el cianuro es un veneno para todos los seres vivos y en dosis muy pequeñas.” [1]
El grado de toxicidad del cianuro depende de su concentración. Entre 20 y 70 microgramos de cianuro por litro es una concentración tóxica para el humano sin generar mortalidad. Cuando pasa los 200 microgramos por litro de agua es mortal para cualquier ser vivo, siendo comparada por expertos con una porción más pequeña que un grano de arroz. La exposición a pequeñas dosis durante un período de tiempo considerable, podría ocasionar dolores de cabeza, pérdida del apetito, náuseas e irritación de los ojos y del sistema respiratorio, mientras que en exposiciones de corta duración pueden producirse síntomas como respiración rápida, mareos, debilidad, dolor de cabeza, vómitos y taquicardias.
Los metales pesados y el agua contaminada con cianuro que escapan de un embalse de almacenamiento pueden ser suficientes para matar peces y otras formas de vida acuática, para las aves migratorias y para contaminar recursos de agua potable. Entre 5 y 7 microgramos por litro es tóxico para la reproducción de algunos peces. Entre 20 y 70 microgramos por litro es una concentración mortal para los peces.
Es importante acotar que en los desechos líquidos que produce esta minería se han encontrado productos intermedios de la degradación del cianuro como: cianatos, tiocianatos, clorocianógeno, cloraminas y amonio. Estos elementos, altamente tóxicos para la fauna marina y de ríos, no son monitoreados ni controlados por las empresas. En Estados Unidos, país con graves antecedentes de accidentes y fallas en las minas, se exige controlar únicamente la cantidad de amonio.
Fuente:Cesar Romero