Para el investigador en temas ambientales Eduardo Gudynas, es “incomprensible” cómo Zamín Ferrous degradó el proyecto de hierro Aratirí del primero al cuarto puesto en su portafolio de inversiones, cuando tenía en rodaje dos proyectos: uno en Brasil, que vendió meses atrás, y el de Uruguay, tal cual se informa en su web oficial. Las respuestas a este punto podrían ser que la información en Internet está desactualizada, o que en realidad Zamín Ferrous es parte de un conglomerado empresarial más grande, lo que probablemente sea cierto y no debería pasar desapercibido.
Fuente: Brecha
22/08/2011. “Los gobiernos de los países industrializados, y organismos internacionales como el Banco Mundial, la OCDE, y otros, exigen que las empresas mineras brinden información fidedigna y correcta en los países que operan -alega-. Estas exigencias, que tienen pocos años, apuntan a combatir la corrupción y las presiones políticas que se han registrado en muchos emprendimientos mineros y petroleros. Es más, en muchos casos se exige que la empresa esté registrada en una bolsa de comercio, y lo más común es que sea en Toronto o Londres. Al cotizar en esa bolsas, las empresas están obligadas a brindar sus estados contables, listar sus autoridades, informar acerca de sus ganancias y los pagos, etcétera, y a su vez quedan sujetas a las leyes de esos países que impiden irregularidades”.
Gudynas explico a Brecha, que las grandes empresas suelen estar registradas en esas bolsas, pero las pequeñas y medianas compañías, conocidas como “junior”, no. Las razones son múltiples: son grupos inversores que arman y desarman distintas compañías para iniciar proyectos, o simplemente probar suerte en distintos países, por lo cual no desean brindar información detallada sobre sus operaciones. “Estas empresas -describe-, en caso de no tener éxito abandonan el país, pero si lo tienen, lo que hacen es vender el proyecto, con sus permisos y demás, a otras empresas más grandes y formales. Las junior casi siempre son las que lidian con las discusiones de obtener los permisos, o digerir las discusiones nacionales sobre la minería. Dicho en otras palabras, lidian con el ‘riesgo político´ de sus intentos de explotación de esa minera.”
El especialista cree que el debate uruguayo no tomará a nadie desprevenido en el mundo empresarial, pero que es llamativo que descoloque a figuras gubernamentales que terminan defendiendo con vehemencia a una empresa que apenas tenía dos proyectos en todo el planeta. “Parece urgente una pausa y dejar de perseguir cualquier tipo de inversión como si estuviéramos por caer en una hecatombe económica”, concluyó.
Víctor H. Abelando