Desde las 6 de la mañana las personas iban llegando en grupos a la casa de de Joselito Vásquez Jambo ubicada en la comunidad de San Antonio Alto; a esta hora ya existen más de mil personas en la vivienda. Algunos dejan caer lágrimas, se miran, en vez de agachar la cabeza la levantan, tragan las lágrimas junto con las saliva; no están tristes, están indignados. Gritan: ¡Ollanta asesino, mataste a mi hermano!, “no estamos solos, Dios nos acompaña”.

¡UNA BALA DE FRANCOTIRADOR NO VASTA PARA ACABAR CON LA VIDA DE UN BAMBAMARQUINO¡

Miramos a la distancia, ya son más de 3 mil, llevan banderines negros, banderas peruanas, casi todos están vestidos con ropa color negra.

Cuatro amigos, con los ojos llenos de lágrinas, sacan en hombros el ataud con el cuerpo deJoselito de la casa, la multitud estalla en arengas, con puño cerrado parecen desafiar al mismísimo demonio.

Lo suben a su vehículo, al vehículo que manejaba. Es el mismo vehículo que recibió impactos de balas el 25 de noviembre cerca a la laguna Mishacucha. Esa fecha, estuvo primero en las lagunas. Unos de sus amigos nos contó que Joselito dijo: “voy a poner las lunas y seguir defendiendo el agua”.

Luego de unas cuantas horas, el cuerpo de Joselito, seguido por miles de personas y escoltado por un centenar de vehículos, llega a Maygasbamba. Ahí está el río Maygasbamba, contaminado por la minería, muerto, como el cuerpo de Joselito.

A la altura del hospital Tito Villar, el presidente regional Gregorio Santos, recibe el féretro, junto al presidente del Frente de Defensa de Bambamarca, Edy León Benavides, cargan el cuerpo. Otras 2 mil personas lo esperan en la Av. Ricardo Palma. En hombros llega a la oficina de laempresa de transportes donde trabajaba, uno de sus compañeros ayudado con un megáfono menciona algunas palabras, pero se quiebra, se corta sus palabras, levanta la cara, sus lágrimas corre por su cara, saca fuerzas y pide una arenga por su compañero. Habla el Alcalde Provincial, Hernán Vásquez; menciona que levantarán un monumento en el cementerio, pero el compañero que se quebró solicita que el monumento sea levantado en el lugar donde cayó herido, Joselito.

En la calle no cabe una persona más, uno de nuestros reporteros describe: “la multitud se mueve como las aguas de las lagunas”.

Ya en la Plaza de Armas, dan lectura a la biografía de Joselito: es de familia humilde, estudió en el Colegio San Carlos, deja un niño de un año y 6 meses; trabajaba en la empresa de pasajeros ruta Bambamarca – Chota. Al final de la hoja el lucutos lee un testimonio: “el dia míércoles, por la mañana antes de salir de su casa y subir a su vehículo tomó un vaso de agua y dijo:? ‘Por esta agua perderé mi vida’; era un luchador silencioso, nunca habló en la radio y usó el micrófono para protestar, pero siempre estuvo al frente, fue uno de los primeros en trasladar gente a las lagunas los días 24, 25, 26… de noviembre del año 2011; cuentan que discutía del tema con sus pasajeros casi siempre en la ruta.

La misa de cuerpo presente termina, la gente se abre paso para tomar su mejor posición. Son más de las tres y treinta de la tarde, el cielo se cubre de nubes y en la cabina de la radio sentimos un frío helado; por la transmisión que hace nuestro reportero Aladino Cóndor nos imaginamos una laguna de gente, se escuchan voces, arengas; habla el congresista Coco Rimarachín: “es un duelo total” – dice.

Hay gente en las esquinas, en los balcones, en las azoteas; levantan sus brazos, mueven las manos, “la sangre derramada, jamás será olvidada”, “escucha Ollanta, escucha Valdez; estado de emergencia no tiene validez” – gritan a todo pulmón; las arengas se adornan con las melodías que la banda de músicos acompaña el traslado del féretro.

Jirones: Miguel Grau, San Carlos, Coronel Arguedas, Bolognesi, Alfonso Ugarte, 28 de Julio y Leguía es la ruta hasta el cementerio “Choropampa” de Bambamarca. Una bandera peruana cubre el ataúd, la viuda va delante; lleva en sus brazos a su pequeño hijo. El niño mira a la gente y a su madre, hace una mueca de sonrisa; no está asustado, no entiende lo que pasa.

No hay lugar para tantas personas en el cementerio, policias municipales sugieren a la gente que no ingresen todos. Miles de bocas se abren para gritar: ¡Conga no va!.

“Esto no nos merecemos, esto no se hace”, refiriéndose al Presidente Ollanta – dice el Congresista Jorge Rimarachín, frente al ataúd y la fosa que recibirá el cuerpo de Joselito.

“Nos dejas una valla demasiado alta, porque tú has puesto el pecho ante las balas asesinas, balas que tienen nombre propio y se llama Yanacocha” – empieza su discurso el Presidente Regional, Gregorio Santos; las voces estallan en arengas y gritos.

Dentro de tanta gente, llega el momento del último adiós; sólo el ruido del aire se escucha, unos bajan la cabeza, otros levantan la cara para mirar al cielo; como pidiendo justicia.