Un obispo (al que califican de “minero” porque siempre favoreció a los explotadores empresarios mineros) vuelve a ser trasladado allí donde se va a iniciar una nueva explotación. ¡Ay Francisco, prisionero de una estructura que para cuando la reformes habrá dejado ya un reguero de víctimas atribuibles a tu pontificado! Entre tanto, en España y en Galicia, aprendamos de los activistas panameños. Por Pastor Durán Espino
El pasado mes de abril el Papa Francisco trasladó a Mons. Audilio Aguilar, Obispo de Colón y Guna Yala, a Veraguas, su tierra natal (es cañaceño). Monseñor Aguilar, oriundo de Cañazas y párroco de aquella Comunidad de Veraguas cuando se explotaba allí la mina “Santa Rosa”, conoció los daños a la salud y al ambiente provocados por la minera; pero fue muy conocida su actitud de benevolencia y complicidad con ese proyecto de muerte.
En 1997, cuando nos agitábamos en el Frente Nacional de Lucha por la Vida y Contra la Minería (FRENALVCOMI), tuvimos conocimiento de las calamidades que pasaban los moradores de Cañazas. Estudiantes internos del Primer Ciclo, padecían de vómitos, mareos, dolores de cabeza, etc. en horas de la mañana. Se sospechaba que era producto de sustancias tóxicas provenientes de la mina, ya que detrás del centro educativo había un vertedero de esas sustancias y las canchas de lixiviación quedaban a sólo 300 metros. Incluso, se detectaron casos de leucemia o cáncer en la sangre, probablemente, causado por la presencia de plomo y/u otras sustancias venenosas que proliferan en las minas de oro, cobre y plata, y que salen a flote del fondo de la tierra.
En aquella ocasión hubo que hacer mucha presión y denuncias públicas, para lograr que las autoridades de Salud accedieran a tomarles pruebas de sangre a los niños afectados. Las autoridades de Salud tampoco dieron fe de cuáles eran los niveles de contaminación de la sangre de los internos del Primer Ciclo, sino que simplemente, informaron que no había presencia excesiva de “mercurio” en la sangre, es decir, no dijeron qué otros contaminantes se habían encontrado.
En el año 2003, después de haberse cerrado la mina, la población de Cañazas continuó padeciendo una serie de enfermedades. Gracias a la solidaridad de la ONG alemana “DRITTE-WELT-KREIS PANAMÁ”, muestras de sangre de personas de Cañazas de Veraguas fueron enviadas al laboratorio “Medizinisches Labor”, de la ciudad de Bremen (Alemania). La respuesta fue contundente: “Achtung ¡Blei Belastung!”, es decir, “Atención ¡Demasiado plomo!”. El plomo es un metal pesado muy venenoso y su presencia en el ambiente es común, especialmente en las minas de oro y plata; afecta sensiblemente el sistema nervioso, la sangre y los músculos del cuerpo humano. Desconocemos cuál fue el destino final de aquellos enfermos.
En el 2005 Audilio Aguilar fue nombrado obispo de Colón y Guna Yala. ¿Coincidencia? Ese fue el año en que la ANAM inició una investigación administrativa, porque la empresa “Minera Panamá” había empezado los trabajos en la Costa Abajo de Colón y el norte de Coclé, para la explotación de la mina de Cerro Petaquilla, sin el estudio de impacto ambiental necesario y requerido por las leyes panameñas.
El 31 de diciembre de 2007, un grupo de Misioneros Claretianos fueron expulsados de la Diocésis de Colón, por mandato del Obispo Aguilar. Los Claretianos habían desarrollado durante 81 años un trabajo de acompañamiento a las comunidades campesinas de aquella área.
El “pecado” de los Claretianos para ser expulsados por el Obispo minero, fue solidarizarse con las comunidades campesinas en lucha contra esa mina de oro a cielo abierto, por las consecuencias medioambientales y sociales negativas que dicha explotación les traería. En contraste con esta actitud del Obispo minero, por aquellos años el entonces Obispo de Veraguas, Monseñor Oscar Brown, el 10 de febrero de 1998 en reunión sostenida con miembros del FRENALVCOMI, dijo entre otras cosas: “Cuenten con el apoyo de la Iglesia, ella está por la defensa de la vida y al lado de los más necesitados”. También dijo:”No somos enemigos del progreso ni del desarrollo que tiene como centro al ser humano”. Por su parte, el entonces Obispo de Azuero, Monseñor José Luís Lacunza, en carta enviada el 15 de julio de 1997 al entonces Ministro de Comercio e Industrias, Raúl Arango G., con relación al proyecto minero de Cerro Quema, en la Provincia de Los Santos, citó el caso de la Mina “Santa Rosa”, de Cañazas de Veraguas, diciendo lo siguiente: “La experiencia de la mina ‘Santa Rosa’ de Cañazas no deja buen sabor de boca en quienes conocen de cerca el proyecto”.
Hoy, que el Obispo minero ha sido trasladado a Veraguas (¿coincidencia?) campesinos latinos y originarios, obreros y profesionales de Veraguas se aprestan a reiniciar una lucha sin cuartel contra los depredadores proyectos mineros e hidroeléctricas en la tierra del indomable Cacique Hurakán. Démosles todo el apoyo necesario. ¡No al becerro de oro!