Los residuos que quedan de las minas en desuso, como el arsénico, constituyen un riesgo grave para la biota (animales y plantas) y la salud de las personas, por lo que es indispensable darles un manejo seguro y responsable. Se analizaron 40 terrenos en México, un depósito de jales mineros y cinco chimeneas con cenizas.

 

Fuente: Periódico Correo

Para detectar dichos restos, trabaja el Proyecto Residuos Peligrosos Grupo de Biogeoquímica Ambiental de la Facultad de Química de la UNAM, que encabeza Margarita Eugenia Gutiérrez Ruiz, con la colaboración de Francisco Romero, del Instituto de Geología.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) detalló que en este proyecto de investigación participan 15 académicos, como parte de un convenio firmado con la Compañía Minera Pitalla.

Para desarrollar esa labor se inventariaron y analizaron 40 terrenos, un depósito de jales mineros y cinco chimeneas con cenizas, a fin de determinar la cantidad de residuos peligrosos que quedan de los procesos de extracción.

De esa manera se pudo determinar que, en lo que fueron las minas de oro de San Antonio y El Triunfo, en Baja California Sur, existe un peligroso nivel de contaminación por arsénico y otros residuos que representan peligro menor, pero que requieren de un manejo seguro.

Los universitarios llegaron a esa resolución luego de determinar las especies presentes en cada tipo de residuo y suelo contaminado, medir la geodisponibilidad, fracción soluble bajo las condiciones ambientales del sitio, y la biodisponibilidad in vitro, fracción de una dosis administrada que alcanza el torrente sanguíneo a través del tracto gastrointestinal.

También se analizó la concentración en agua profunda y se determinó el origen natural y/o antropogénico de ese elemento.

De esa manera se concluyó que el arsénico encontrado en el agua del acuífero proviene de dos fuentes, los residuos mineros históricos que al intemperizarse lo liberan, y de la disolución de las rocas que contienen arsenopirita.

Gutiérrez Ruiz explicó que los resultados del grupo indican que el elementos en el agua con más fuerza iónica (salinidad) se libera con mayor rapidez, por lo que la intrusión salina, que va en aumento, incrementará su concentración en el líquido subterráneo de la zona.

Por ese motivo “se predice que podrían presentarse concentraciones de arsénico disuelto hasta de un miligramo por litro, que corresponde al doble de la cantidad que actualmente se libera”.