A 26 años de la tragedia ambiental en Magdalena, cuando el choque de un barco de Shell produjo el mayor derrame de petróleo crudo de la historia argentina, la empresa petrolera se asocia con el Estado para explotar el gas natural licuado (GNL) de Vaca Muerta.
Por: Susana Lara
Foto de portada: Fernando Massobrio, gentileza Archivo Ala Plástica – Casa Río Lab.
Shell, el tercer mayor emisor global de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento climático, se sumó como socio estratégico al megaproyecto Argentina LNG, que transformará de modo irreversible la costa atlántica de Río Negro. Es también el mayor comercializador de gas natural licuado del mundo, estrategia empresaria cuestionada por algunos de sus propios accionistas porque su plan no permitiría cumplir sus compromisos de reducción de emisiones de carbono.
En medio de la caída de la capacidad de compra de la moneda nacional que afecta a gran parte de la población, los acuerdos y anuncios empresarios y gubernamentales de inversiones no dejan mucho lugar para el debate público sobre los alcances estructurales que suponen para la vida en los territorios directamente involucrados. A ese silencio hegemónico contribuyen las posiciones de los gobernadores de Río Negro y Neuquén, absolutamente alineados con el desarrollo de la matriz energética a la medida de la demanda mundial que dibujó la guerra en Ucrania y el reacomodamiento de los flujos del capital trasnacional a los acuerdos de mitigación del calentamiento global.
La experiencia social y la (des)memoria también parece ordenarse, en ocasiones, de acuerdo a los patrones corporativos: la era de los hidrocarburos convencionales, la del fracking y ahora la del gas licuado que supuestamente conduciría a la transición verde. El 15 de enero se cumplen 26 años de la tragedia ambiental sobre el río de La Plata, junto a las costas de Magdalena, provincia de Buenos Aires, cuando un barco de Shell chocó con otro y produjo el mayor derrame de petróleo crudo registrado en la historia argentina. La justicia federal porteña demora desde hace años la homologación del pago de una indemnización al municipio de Magdalena, que confirmaría que el gigante anglo-holandés fue responsable de la catástrofe ambiental. Esa conducta judicial criolla se ajusta al poder de lobby de Shell, que a fines del año pasado logró un fallo favorable de un tribunal holandés que revocó otro anterior que le exigía reducir sus emisiones de carbono en un 45%, demanda promovida por una ONG y cientos de ciudadanos.
Aunque cedió unas posiciones en el ranking de las empresas con más ganancias en las bolsas europeas el último trimestre de 2024, Shell fue uno de los ganadores del escenario internacional que trazó la guerra Rusia-Ucrania. Ahora tendrá un papel clave en el desarrollo de infraestructura para la exportación de la producción de gas no convencional de Vaca Muerta desde las aguas profundas en Punta Colorada, sobre la costa de Río Negro. Esta misma provincia aprobó otro proyecto para la exportación de GNL desde barcos que se instalarán unos pocos kilómetros más al norte, en el mismo golfo de San Matías, aunque de menor escala.
Grande entre los grandes
Shell plc es una sociedad anónima registrada en Inglaterra con sede central en La Haya, Países Bajos. Sus unidades financieras están inscriptas en Delawere, Estados Unidos, según la documentación oficial publicada en 2022, cuando pasó a llamarse Shell a secas, desprendiéndose del viejo nombre Royal Dutch que aportó en su momento la fusión con los capitales británicos.
Desde La Haya, el 19 de diciembre pasado, el vicepresidente ejecutivo de GNL de Shell, Cederic Cremers, y Horacio Marín, presidente de YPF, anunciaron un acuerdo de inversión para Argentina LNG, proyecto integrado que comprende toda la cadena de valor del GNL, desde la producción de gas natural en Vaca Muerta hasta su licuefacción y comercialización. La licuefacción o licuación es el proceso por el que el gas pasa de su estado gaseoso natural a líquido, sometido a bajísimas temperaturas que reducen su volumen, lo que permite su transporte por barcos llamados metaneros. Esa tecnología es clave para la exportación, pudiéndosela realizar en los buques de transporte y/o en plantas en tierra, como la que se proyecta en Punta Colorada.
Acuerdo en La Haya
La demanda del mercado global de energía y el modelo de desarrollo neoliberal que busca exportar para generar ingresos de divisas al país, entre otras razones, construyeron desde arriba un consenso social favorable al GNL, con lo que el espacio territorial Vaca Muerta amplió sus fronteras hasta el mar, desbordando los límites de la formación geológica que le da sustento material.
Este proyecto es del gran capital transnacional –no de los gobiernos locales–, por lo que las alianzas no son definitivas ni lineales. YPF es la cabeza local. El socio fuerte global fue el grupo malayo Petronas hasta mediados del año pasado, aunque muchos signos guiaban hacia Shell, que tiene una larga presencia en el país. Está también, claro, en la formación geológica de no convencionales Vaca Muerta.
En Bajada de Añelo, desde 2017, Shell Argentina SA e YPF son socios en partes iguales en la explotación de un área que pasó a explotación intensiva a fines de 2021. En ese lugar la semana pasada se registró un incendio cuyo origen todavía no fue informado.
La presencia en infraestructura estratégica de Shell en Vaca Muerta se fortaleció cuando accedió a la concesión del oleoducto Sierras Blancas-Allen (104 kilómetros) como parte del consorcio que integra con Pan American Energy (PAE) y Pluspetrol. Esa obra permite aumentar la capacidad de transporte de petróleo desde Vaca Muerta a refinerías y puntos de exportación.
Por su parte, el año pasado YPF formó Argentina LNG SAU y Sur Inversiones Energéticas S.A.U., instrumentos para canalizar su presentación ante el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI).
La versión doméstica del escenario no da cuenta de las manchas oscuras.
Operarios trabajando en las costas de Magdalena con una gallareta empetrolada. Foto: Fernando Massobrio, gentileza Archivo Ala Plástica – Casa Río Lab.
Memoria activa
Shell carga con siniestros ambientales en distintos puntos del planeta, que necesitan ser analizados desde nuestro territorio en otro momento. El documental La teoría del derrame. Educación ambiental, memoria y no justicia en Magdalena revisa la experiencia social de la catástrofe ocurrida la tarde del 15 de enero de 1999 en aguas del río De la Plata, cuando el buque Estrella Pampeana, al servicio de Shell Argentina S.A., derramó 5.800.000 litros de petróleo crudo. Dos días después, la marea y la sudestada llevaron el petróleo a la costa, afectando una importante franja con epicentro en el Balneario Municipal de Magdalena. La prensa holandesa cubrió el caso, clave en épocas pre-internet y redes sociales.
El 15 de enero a las 19 h, distintas organizaciones socioambientales y políticas de la región nos damos cita en el SUM del Honorable Concejo Deliberante de Magdalena para conmemorar la catástrofe ambiental más grande causada por la industria petrolera en la historia argentina: el derrame producido por un barco de la multinacional Shell en el Río de la Plata, frente a nuestras costas.El derrame dañó una reserva de biósfera, impactó sobre el ecosistema costero, afectó directamente los medios de vida de recolectores de juncos, pescadores, emprendedores y comerciantes, limitó por largo tiempo el acceso al río para la población. La causa sigue abierta 26 años después. Seguimos esperando justicia.La Nación y la Provincia de Buenos Aires nunca aplicaron multas o demandaron a la empresa. En 2003 la Municipalidad de Magdalena ganó en soledad un juicio contra Shell, anulado en 2007 por la Corte Suprema de la Nación. En 2009 se firmó un acuerdo extrajudicial con la petrolera por 9,5 millones de dólares, que nunca se pagó.El acuerdo firmado, acompañado por el deliberativo local y por una consulta popular, benefició de manera inmediata a Shell, que eliminó demandas y quedó exenta en el acto de toda responsabilidad. Sigue pendiente una promesa del poder político local y una deuda con la comunidad de Magdalena.El de Magdalena es uno más de los muchos daños ambientales de Shell a nivel global y por algunos de los cuales ha sido condenada en tribunales internacionales. Aunque impune por el derrame, en Argentina sigue obteniendo permisos y oportunidades de negocios y hasta se asocia con el Estado en proyectos de fracking y offshore.Organizaciones socioambientales, culturales y políticas de la región y todo el país se sumaron a la declaración de la organización local Colectiva Magdalena 318: A 26 AÑOS DEL DERRAME DE PETRÓLEO EN MAGDALENA SEGUIMOS EXIGIENDO JUSTICIA AMBIENTAL Y DECIMOS: SHELL ES RESPONSABLE, que puede leerse completa en el link de bio o en la siguiente dirección:ph @juliomilatLa teoría del derrame se estrenó hace un año. en un club de Magdalena, al cumplirse 25 años de impunidad y luego en el Festival Internacional de Cine Ambiental (FINCA). Es parte de un proceso iniciado en 2019 en colaboración entre Colectiva Magdalena 318, el Laboratorio Audiovisual Comunitario (LAC) y Casa Río Lab. José Luis Meirás, trabajador de prensa, dirigió el documental de una hora.Todas las voces del documental son locales, no sólo por estrategia narrativa sino como expresión del aislamiento del conflicto. Además, abiertamente se propuso como reflexión pedagógica y de transmisión generacional de la experiencia, por lo que son protagonistas jóvenes estudiantes secundarios y terciarios que no habían nacido al momento del derrame. Los jóvenes recorren sus espacios cotidianos reconociéndolos como escenarios del impacto del crudo, transmitiendo la experiencia de construcción de territorio propio dañado. Uno de los testimonios cruciales para quienes no conocemos puntualmente esa costa afectada es el de un hombre que se dedica a la recolección de juncos en la orilla, que vende a los productores frutihortícolas de la zona. Dijo que antes del derrame unas 70 personas hacían ese trabajo, que ahora hace en soledad. La indemnización que todavía no se homologa no contempla la expulsión de estos trabajadores independientes, por ejemplo.Jóvenes de Magdalena durante la filmación del documental de José Luis Meirás. Foto: Agustina Constanza Crespo / Alejandro Meitin.La voz de Shell está tomada de un canal de TV holandés, ya que rindió cuentas ante la opinión pública europea, sensible a los conflictos ambientales y a sus propios capitales de origen. De soslayo, el trabajo da cuenta de un suceso que permite profundizar en el papel de la corona holandesa y de la embajada de los Países Bajos en la protección de sus empresas. En marzo de 2006, la reina Beatriz de Holanda fue recibida por Enrique Petracchi, presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, durante una visita a la Argentina de la que también participó Máxima Zorreguieta, en ese momento princesa consorte. Un año después, el de Petracchi fue uno de los votos que anuló los fallos condenatorios de la justicia bonaerense por el derrame de Shell.
Astilla del mismo palo
El 26 de mayo de 2021, el Tribunal de Distrito de La Haya declaró a Shell responsable de provocar un cambio climático peligroso. A raíz de una demanda interpuesta por Amigos de la Tierra Países Bajos (Milieudefensie) junto con 17.000 codemandantes y otras seis organizaciones, el tribunal dictaminó que Shell debe reducir sus emisiones de CO2 en un 45% en un plazo de 10 años. Ese fallo fue revertido en noviembre último, pero de ninguna manera clausuró el conflicto con el activismo internacional por la descarbonización de la industria.
La crítica al maquillaje verde está planteada al interior.
Publicación original: El maquillaje verde de Shell – El Cohete a la Luna