La explotación de la Mina de Mulatos cambió la vida de los habitantes de esta comunidad enclavada en la sierra de Sonora, de aquéllos que se han aferrado a defender lo que les pertenece, porque muchos se han visto obligados a abandonar su pueblo, dejando sus raíces, ya que la contaminación del aire y el agua están afectando la salud, causando enfermedades que ponen en riesgo su vida y las de su familia.

Diario del Yaqui
Los desechos tóxicos que van a dar al Río Yaqui contaminan el agua, ocasionando graves problemas de salud pública, no sólo a los habitantes de la zona serrana, sino a los diferentes municipios que consumen el agua potable que llega a través del Sistema del Presas del Río Yaqui

La mina se ubica en el Municipio de Sahuaripa, a un altitud de mil 40 metros en la sierra de Sonora, y desde que inició operaciones, en el año 2005, con inversión canadiense, los 259 habitantes que siguen en la comunidad, entre ellos 131 menores de edad, ven cómo cada día, con cada explotación, para extraer el oro del cerro, sus viviendas se destruyen, las 70 casas de adobe que aún siguen habitadas presentan cuarteaduras.

Mulatos prácticamente se está convirtiendo en un pueblo fantasma, donde las familias que quedan viven encerradas en sus viviendas para no respirar la nube de polvo que cubre el cielo, contaminando todo a su alrededor.

El río que cruza la comunidad y cuyo afluente llega al Río Yaqui, da cuenta de la destrucción que está generando la explotación de la Mina Mulatos, los desechos tóxicos que tiran al agua acaba también con la vida de los peces y de todo animal que bebe el agua contaminada.

Esta es la realidad que enfrentan los habitantes de Mulatos, que nada tiene que ver con el proyecto que se presentó de manera inicial por la empresa Minas de Oro Nacional Alamos Gold, que contemplaba el crecimiento y desarrollo de la comunidad y sus habitantes.

La mina está acabando con la vida y tranquilidad del pueblo, expresó Ramona Cruz Bustamante, originaria de la comunidad de Mulatos. Narró que a sus 72 años de vida, nacida y criada en esta comunidad, nunca se imaginó ver cómo su pueblo está desapareciendo, porque cuando ella, como ejidataria, aceptó rentar sus tierras a la compañía minera, nunca imaginó lo que vendría.

“Yo tengo nueve hijos y estoy preocupada porque estoy viendo cómo la mina, lejos de traer beneficios, está acabando con todo, lo que quieren es que abandonemos la comunidad, porque nuestras casas están construidas sobre oro, pero encima se niegan a pagar por él.

Los que han vendido sus casas prácticamente la regalaron porque lo que recibieron no es nada comparado con el valor de sus propiedades”, señaló.

Los 78 ejidatarios que rentamos la tierra recibimos anualmente sólo 30 mil pesos, precisó, lo que resulta absurdo si tomamos en cuenta la cantidad de oro que están extrayendo y sobre todo si valoran el daño que están ocasionando al medio ambiente, porque la contaminación del aire y del agua no sólo impacta la comunidad de Mulatos, sino que llega a otros lugares, ya que el río transporta el agua hasta las presas que surten el agua que llega a muchos hogares, a través del sistema de agua potable.

“Literalmente son envenenados con los residuos tóxicos que la empresa minera tira al río cuando lavan y procesan las piedras de donde extraen el oro, agua que también pasa por el Río Yaqui, aún cuando sus propietarios aseguren que el desarrollo del proyecto no ocasiona impacto sobre los recursos hidrológicos, sino todo lo contrario, ya que los escurrimientos pluviales se almacenan para ser tratados y después retornarlos a su cauce natural con mejores características que repercuten en el medio, con agua de mejor calidad”.

Esto sólo queda en papel, ya que la realidad es sumamente distinta, a decir de sus habitantes, quienes presentan daños severos a la salud debido a los ácidos tóxicos que genera la mina, contaminando el agua, la tierra y el aire. Pese a que se construyó un represo como planta tratadora de los metales, los residuos no sólo se filtran al subsuelo, sino también hay desfogue del agua que va a dar al río.

La mina se localiza dentro de la región hidrológica prioritaria número 15 del Río Yaqui-Cascada Basaseachi, por lo que los desechos tóxicos que son arrojados a su cauce, sin que ninguna autoridad ponga un alto, siguen envenenando a la población.

Las enfermedades que genera son desde afecciones en la piel y zonas bucales, hasta alergias, asma y padecimientos pulmonares graves. Según Enrique Guzmán, oriundo de la comunidad de Mulatos, expertos les han recomendado emigrar del pueblo antes de que su organismo desarrolle infecciones o cáncer.

“Dos de mis hijos tuvieron que dejar el pueblo porque mis nietos ya tenían graves problemas de alergias, ahora uno vive en Hermosillo y el otro en Sahuaripa, y a mí un químico me dijo que me daba cuatro años para empezar a presentar problemas graves de salud como cáncer”, indicó.

DE LOS 600 TRABAJADORES DE LA MINA, SÓLO 10 SON DE MULATOS

Fue en el 2005, cuando la administración del ex gobernador de Sonora, Eduardo Bours Castelo, autorizó la concesión de la mina a capital extranjero, una compañía canadiense; de hecho, los habitantes comentan que él fue el primero en hacer la primera detonación para explotar el terreno que consta de 35 mil hectáreas; se declaró la primera producción comercial el primero de abril del 2006.

La mina a cielo abierto trabaja los 365 días del año y comenzó generando 450 empleos directos y más de dos mil indirectos; actualmente da trabajo a 600 personas de forma directa, de los cuáles sólo diez trabajadores son de la comunidad de Mulatos, cuando oficialmente el compromiso era dar empleo a los habitantes del lugar, así como traer otros beneficios como la energía eléctrica que llega hasta las instalaciones de la mina, y que no han querido extender a la comunidad, cuando está a unos metros.

Esto sólo deja en claro el contubernio que existe entre la empresa minera y el Gobierno Estatal y Federal, que busca que la comunidad de Mulatos desaparezca, pero sin que sus habitantes sean debidamente indemnizados.

El oro que extraen de la mina de Mulatos ocupa el segundo lugar en calidad a nivel mundial.

Pertenece al grupo de concesiones Salamandra, dicha concesión incluye el depósito Mulatos y nueve sistemas de oro como: El Halcón, La Yaqui, Puebla, Los Bajíos, El Jaspe, Cerro Pelón, El Víctor/San Carlos, La Dura, y El Carricito.