A casi ocho años de la tragedia, las familias de los trabajadores claman porque se realice el rescate de los cuerpos de los 63 mineros que aún continúan bajo la mina. El accidente ocurrió aproximadamente a las 02:30 horas del 19 de febrero de 2006, cuando laboraba el turno de las 22:00 a las 06:00 horas.

Fuente: Terra

El derrumbe de la mina de carbón ocho en Pasta de Conchos llega este miércoles a ocho años, con el recuerdo latente de 63 cuerpos que siguen enterrados, de un total de 65 mineros que murieron tras una explosión.

El accidente ocurrió aproximadamente a las 02:30 horas del 19 de febrero de 2006, cuando laboraba el turno de las 22:00 a las 06:00 horas, en la zona de explotación de carbón localizada en San Juan de Sabinas, región de Nueva Rosita de Coahuila, el 19 de febrero de 2006.

De los cuerpos atrapados el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos, indicó en su momento que estaban aproximadamente a 490 metros, dentro de un túnel horizontal de 1.6 kilómetros de largo.

En tanto, el Grupo México, la más grande compañía minera del país, encargada de la operación en la mina, expresó que los cuerpos quedaron a 150 metros bajo tierra, de los que extrajeron dos en diferentes fechas, pero restan 63 de los que familiares reclaman su extracción.

Los familiares de los mineros comentaron, tras el accidente, que ya algunos de los mineros se habían quejado de que notaban una alta concentración de gas metano en el lugar.

Luego del derrumbe, siguieron días de zozobra para esposas, hijos y madres ya que se crearon algunas expectativas de rescate, como el 21 de febrero, cuando el gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, comunicó que el servicio de aire de la mina, que usaba ventiladores para introducir aire y extraer gases peligrosos, se encontraban en función.

El 23 de febrero, Grupo México tuvo acceso a la parte del túnel de la mina donde consideraban que dos de los 65 trabajadores estaban atrapados, pero no encontraron a nadie.

Al día siguiente, Grupo México avanzó aproximadamente hasta la mitad de la mina, de 2.8 km de profundidad, donde esperaban encontrar a 24 mineros.

Sin embargo, ese socavón estaba vacío, por lo que el Grupo México estableció que, o bien los mineros se hallaban enterrados bajo escombros, o en una parte aún más profunda.

La primera noticia que hizo perder la esperanza a familiares surgió la tarde del 24 de febrero, cuando Grupo México, anunció que la búsqueda sería suspendida dos o tres días debido a que el equipo de rescate se topó con grandes concentraciones gas natural.

Para la tarde del 25 de febrero, Grupo México confirmó durante una rueda de prensa que “no había posibilidad alguna de supervivencia tras la explosión de metano”, basándose en un informe científico.

Al día siguiente, el gobernador Moreira anunció que la mina sería cerrada indefinidamente en cuanto todos los cuerpos fueran recuperados.

La Cámara de Diputados guardó un minuto de silencio en honor de los mineros caídos en la mina Pasta de Conchos, e inició una investigación de las condiciones de seguridad de la mina.

El 23 de junio de 2006 recuperaron el primer cadáver de uno de los mineros, Felipe de Jesús Torres Reyna, de 49 años de edad.

El 1 de enero de 2007 localizaron el cuerpo de un segundo minero muerto en la explosión, identificado como José Manuel Peña Saucedo, vecino del cercano poblado de Palaú, al norte de la entidad en el municipio de Múzquiz.

La empresa Industrial Minera México del Grupo México, dirigido por Germán Larrea Mota Velasco, buscó la forma de seguir las labores de rescate de los demás mineros muertos en la mina de Pasta de Conchos, pero esto finalmente no ocurrió.

A casi ocho años de la tragedia, las familias de los trabajadores claman porque se realice el rescate de los cuerpos de los 63 mineros que perdieron la vida aquel 19 de febrero de 2006, en Pasta de Conchos, Coahuila.