La multinacional Medoro estudia un nuevo proyecto para este municipio caldense, donde hasta ahora el oro se ha explotado sin rigurosidad ambiental ni social. Gobierno insiste en que combatirá la minería ilegal, dado el auge del sector. Los daños que produjo la llamada minería artesanal sirve de excusa para que las grandes mineras entren en acción de bajo el discurso extractivista: desarrollo-tecnología-ambiente.

 

 

Fuente: El Espectador

10/10/2010. Mientras que importantes empresarios nacionales e internacionales de la gran minería se concentraban en el centro de exposiciones Plaza Mayor de Medellín, en la VI Feria del sector, para discutir las políticas y conocer la tecnología para atender el boom minero que se avecina en el país y que tiene a muchos haciendo cuentas alegres, a tres horas de allí, en uno de los cientos de socavones de Marmato (Caldas), Juan Aragón, un minero chocoano con más de 30 años de experiencia controvertía el megaproyecto a cielo abierto en el cerro El Burro, que tiene entre manos la multinacional canadiense Medoro Resources.

Si bien es cierto que Marmato es una población enclavada en la cordillera Occidental a la que la naturaleza premió con minerales preciosos, como el oro, también lo es que el Estado la castigó con pobreza y olvido.

Desde hace más de cinco siglos este lugar ha sido testigo de grandes hallazgos auríferos, de la destrucción de su medio ambiente y de la lucha de los hombres con la naturaleza. Todo esto ha convertido al cerro en un asentamiento sin planificación, donde las casas fueron construidas en la montaña y poco a poco fueron sitiadas con excavaciones legales e ilegales que hoy hacen del sector una zona de riesgo que en cualquier momento se puede venir al suelo, pues debajo de cada vivienda hay una mina que es explotada sin normas de seguridad.

Pero ésta ha sido la única fórmula de habitantes y forasteros para buscar su sustento. Ellos han asumido vivir, como dice Juan Aragón, en peligro constante, pues el suelo está “coco” y en cualquier momento puede ceder a sus pies, con lo cual reconoce que todos los mineros están conscientes de esta situación.

Allí no hay grandes taladros, ni equipos de seguridad, tampoco máscaras de oxígeno para entrar a los socavones, que si bien no son profundos, ofrecen grandes peligros a los mineros.

Donde sí había maquinaria de punta, discursos y capacitaciones era en el Palacio de Exposiciones de Medellín, adonde los pequeños mineros marmateños no pudieron asistir, pues su obligación es sacar rocas de los socavones, triturarla en pequeños molinos hasta convertirla en material semilíquido, condición necesaria para pasarlas en improvisadas mesas concentradoras que separan los estériles (material que no sirve) de los valores (pirita que contiene el oro). El fin, arañar una fortuna o simplemente tener recursos para disfrutar del fin de semana en las cantinas de la pequeña población.

Los estériles se desechan, se depositan en las cañadas, lo cual con el paso del tiempo acabó la vida acuática. Lo que Aragón denomina “valores” se deposita en tinas con cianuro, elemento que tiene la tarea de convertir el oro en líquido, el cual es recuperado con viruta de cinc para luego fundirlo y convertirlo en los apetecidos lingotes. En su mayoría, esta materia prima no se procesa en el país, se exporta para luego traerla convertida en finas joyas.

A diferencia de otras zonas mineras del país, en Marmato no se usa mercurio, que es el mayor contaminante de las aguas y del cerebro, pero sí cianuro, que también termina afectando las fuentes hídricas.

Bajo el sol inclemente, Aragón dicta una charla a los mineros que concluyen sus labores, distante de la Caja de Madera de Plaza Mayor de Medellín, donde los ministros de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, Beatriz Uribe; de Minas y Energía, Carlos Rodado; el presidente de la Andi, Luis Carlos Villegas, y el gobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos, exponen la importancia de la gran minería, haciendo énfasis en la necesidad de que sea responsable ambiental y socialmente.

Aragón, con argumentos sólidos, explica por qué razón considera que no es posible trasladar Marmato al Llano, como se le denomina a la parte plana de la cordillera, donde ya algunas personas fueron reubicadas después de varios hechos, como el deslizamiento que acabó con la Iglesia, la Alcaldía y el marco de la plaza.

“Están huevoniando” y lo repite en medio de una risa sincera que hace eco en el socavón del cual es responsable.

Se muestra contrario a lo que Medoro tiene pensado hacer en el municipio para convertirlo en el más importante productor de oro del país.

Actualmente la multinacional adelanta un estudio de prefactibilidad que conlleva hacer 200 mil perforaciones para determinar la potencialidad de los depósitos de oro. Esto representaría inversiones superiores a los US$40 millones, con las cuales esperan producir 40 mil toneladas de oro, con una meta de 250 mil onzas anuales.

Para Alessandro Cecchi, gerente de operaciones de Medoro, el proyecto de reubicación de la población es viable siempre y cuando los estudios sobre el tema den el visto bueno.

Aragón sostiene que no hay posibilidad de hacer un proyecto de gran minería de tajo abierto, ya que esto generaría una gran cantidad de desechos y no existe un botadero para almacenarlo. “Son millones de toneladas de desechos que saldrían de este cerro y la gran contaminación estaría cerca de la gran minería. No le veo”, explica el minero.

Claro está que Aragón no puede controvertir los estudios de Medoro, ya que uno no compra una mina por una millonada de dólares si no tiene alguna proyección, como explicó un empleado de la compañía.

Pero la posición de Aragón es distinta a otros empresarios y mineros, quienes consideran que las cosas sí se pueden hacer a gran escala y que Marmato será el punto de partida para que Colombia se convierta en un país minero.

Sobre la posibilidad de que Colombia se convierta en una potencia del sector, el ministro de Minas, Carlos Rodado Noriega, ha sido muy conservador, especialmente acerca de la calificación del boom minero, y sobre los recursos que podrá obtener el país si se dinamiza la explotación. Mientras que el Ministro es cauteloso en este tema, países como Chile, Australia, Estados Unidos, entre otros, están a la expectativa de encontrar una gran veta de negocios para explorar en el territorio nacional.

Según el comisionado de Comercio Exterior australiano para América Latina, Crispin Conroy, gracias a acuerdos de cooperación que permitirán al sector minero nacional ser más eficiente en el respeto al medio ambiente, existen 50 empresas australianas muy cerca de invertir en Colombia, no sólo en la explotación de minas, sino en la venta de servicios y tecnología de punta. A esto se suma la notable mejoría en las condiciones de seguridad del país y la estabilidad normativa.

Frente a tal situación, los ministros de Ambiente y Minas han anunciado que se apegarán al Código de Minas para evitar que las empresas exploren en páramos, zonas de reservas y parques naturales e insisten en que combatirán la minería ilegal.

Lo ocurrido con Juan Aragón, y en general con los marmateños, es más que buenas razones para evitar que su situación se repita.