Chile es un país de tradición minera, la actividad cuenta con la licencia social de la mayoría de su población, pero el contexto de la pandemia les permite evidenciar que lo que rige la actividad es la codicia. El norte de Chile se ha convertido en una verdadera zona de sacrificio. Las vidas de la población se encuentran frente a frente con los intereses de los dueños y gobernantes del país, privilegiando la producción y el saqueo de recursos por parte de los magnates mineros a costa de la vida del pueblo trabajador. La actividad minera continuó de forma ininterrumpida durante la expansión del coronavirus causante del Covid-19, que en Chile, tiene una mortalidad del 2,12% sobre el total de infectados. Ante esta situación se preguntan que postura tomarán los sindicatos.
Por: Noalamina Esquel
Fuente: La Izquierda Diario – 3/6/2020
El norte de Chile golpeado por el COVID-19 y la codicia sin límites de los empresarios
El norte minero se ha convertido en una verdadera zona de sacrificios. Así lo demuestran los más de 9.000 contagios en la región de Antofagasta, la cual ha sido profundamente golpeada por el negocio que se esconde detrás del discurso del gobierno de reactivar la economía.
Mucho se ha hablado de cerrar los aeropuertos, o de incluso cambiar los turnos de las mineras a 14 días en el trabajo y 14 días en las casas, sin embargo, ninguna de estas medidas ha sido una verdadera solución para los golpes que ha recibido el pueblo norteño en medio de la pandemia. Si bien, el aeropuerto de Calama está cerrado, ahora es el de Antofagasta el que se ha encargado de hacer los traslados, así como contar con decenas de colectivos en el mismo aeropuerto para transportar a las y los trabajadores que ya no llegan a Calama, sino que a la capital regional. El problema sólo se ha trasladado de ciudad.
Es de esta forma que el hogar de cientos de miles de personas se transforma día a día más en un verdadero matadero. El trabajador minero se enfrenta al contagio en su lugar de trabajo, para que posteriormente sea su familia y la de sus vecinos las que se vean afectadas. Todo para que la producción del metal rojo no se detenga ni un solo segundo, y los bolsillos de los empresarios del cobre se abulten hasta reventar, mientras en la región más de 200 familias se preparan para los funerales de sus familiares a causa del COVID-19 y la codicia empresarial.
Las mineras no paran y los contagios tampoco
La minería al igual que el resto de trabajos no esenciales ha tenido momentos críticos. Desde el inicio de la pandemia la situación es desigual entre definir qué es y que no es esencial, y hoy, en el marco de una crisis sanitaria aguda en la zona minera chilena se ve la real cara de los grandes empresarios y el gobierno: mientras los casos confirmados de infección por coronavirus ascienden a miles en este rubro, miles de millones son también las ganancias que han obtenido a costa de la salud de familias completas.
El gobierno siempre tuvo la intención de llevar la minería al límite. Pero ahora ante la crisis misma, no dudó en declararla como esencial para el “porvenir económico del país”, lo que que solo trajo bonanza económica en medio de una catástrofe social generada por decisiones arbitrarias y en beneficio del bolsillo empresarial.
No solo se trata de la minería estatal como Codelco sino también la privada. Es de destacar que en Chile, el PBI minero repuntó en el primer trimestre del año 2020 y fue uno de los rubros con mayor crecimiento financiero. Esto es lo que buscan perpetuar, la bonanza que ha significado más de 3000 contagios solo en la estatal y, por otra parte, obtener millonarias ganancias a la minería privada que como Minera Escondida hoy se ponen en el primer lugar del ránking de utilidades obtenidas.
No está contabilizado el número de mineros contagiados en la minería privada, ni tampoco se tiene el dato de cuántos fallecidos propios de Codelco han existido. Todo bajo el manto de la impunidad, continúan trabajando bajo medidas inhumanas de control y trabajo inseguro.
Por ejemplo, tal como indicaba el sindicato 1 de Minera Escondida mediante una misiva, mucho se habló de la decisión de abandonar el uso del aeropuerto El Loa por parte de Codelco distrito norte, pero nada se mencionó de la letra chica de este acuerdo: trabajadores que deben vivir de sus casas por meses, sin el resguardo necesario mientras no cumplen turno, realizando vuelos que aterrizarán en el aeropuerto Andrés Sabella de Antofagasta entre otras cuantas contradictorias cláusulas de esa cuestionable decisión.
“Entonces tenemos un nuevo problema, Antofagasta se podría convertir en el mayor foco de tránsito de trabajadores mineros, con lo que podríamos llegar a ser la ciudad símbolo del COVID19, gracias a la ambición de la minera estatal y las transnacionales que operan en esta ciudad”, indican en el comunicado del sindicato mencionado.
De este problema en general no escapa la gran particularidad de los trabajadores subcontratados, que contemplan un gran porcentaje del trabajo minero, que, prestando servicios esenciales para la producción, hoy son el sector con menos resguardos y más proclives a la precarización, la suspensión o el despido.
De esto sólo se han limitado a proponer cuarentenas por 14 días para sanitizar espacios, sin cuestionar ni imponer medidas para una verdadera salida frente a la pandemia.
La situación exige una respuesta
La situación es aberrante. Son ciudades enteras las que se destinan al contagio por las ganancias de los empresarios mineros, mientras se anuncian cínicamente cuarentenas en las ciudades, mientras el flujo de traslado de personal no se detiene ni un segundo.
Sin embargo, es esta misma situación radical, que enfrentan cientos de miles de familias, la que exige una respuesta.
En este sentido, la Coordinadora de Trabajadores Mineros, de la cual la Confederación de Trabajadores del Cobre es parte, afirma que: “Como trabajadores, no permitiremos bajo ninguna circunstancia, que se anteponga la producción ante la vida y seguridad de los trabajadores, y reiteramos que tomaremos las medidas que sean necesarias para que este Gobierno entienda. La vida de los trabajadores siempre debe estar primero.”
Sin embargo, no se han tomado medidas concretas por parte de los dirigentes sindicales de uno de los sectores más poderosos de la economía, frente a la crisis que enfrentamos.
La declaración de la misma coordinadora afirma que, a la par de esclarecer las cifras reales de contagios en las mineras, “que se pueda formar una mesa de diálogo tripartita, con nuestra experiencia.” Medida que incluso se la han planteado al Ministro de Minería.
Sin ir más lejos, desde el Sindicato N°1 de Trabajadores de Minera Escondida, no están lejos de esta propuesta. Es más, su salida inmediata frente a la situación de verdadero matadero en las mineras, es la de hacer “un llamado a las autoridades regionales, provinciales y comunales a manifestarse ante tan difícil y desgraciado escenario, el que podríamos enfrentar en la ciudad de Antofagasta si estas medidas se llegan a concretar en el inmediato a corto plazo.”
Creemos que si la respuesta pasara por establecer mesas de diálogo con las autoridades, o incluso con los mismos empresarios que conscientemente ponen sus ganancias por sobre la vida del pueblo, quizás el COVID-19 nunca hubiera llegado a Chile. Depositar nuestras confianzas en ellos, que son los responsables -directos o indirectos- de la crisis y de los más de 7 mil fallecidos, no sólo es un callejón sin salida, una idea utópica, sino que es a su vez desperdiciar la enorme fuerza que tienen las y los trabajadores cuando se proponen luchar por sus derechos, y la vida de sus familias.
Frente a esto, Lester Calderón, presidente del Sindicato N°1 de Orica Chile, y dirigente obrero del Partido de Trabajadores Revolucionarios, es enfático en señalar que la situación exige un paro regional de todos los trabajos no esenciales: “si no nos la jugamos por paralizar las faenas mineras y los trabajos no esenciales -sin importar que esto afecte las ganancias empresariales-, la expansión del virus no se podrá frenar y seremos las y los trabajadores, junto a nuestras familias, los que nos veremos afectados por esta crítica situación. Ya quedó demostrado que no sirven para detener el virus las “cuarentenas truchas”, donde decenas de miles de personas igual tenemos que salir de nuestras casas para ir a trabajar, tal como se demostró en la región, o en otros lugares como en Santiago, que lleva meses con esta medida y con un grave aumento de los contagios.”
Es por esto que para Calderón la situación pasa también porque los sindicatos y las grandes centrales obreras y sindicales, como la CUT, la Confederación de Trabajadores del Cobre, así como el Sindicato Nº1 de Minera Escondida, y el Sindicato Minero de Trabajadores CODELCO, llamen y organicen a una paralización regional de todos los sectores no esenciales, destacando que esta es la única manera para frenar los contagios. Hoy más que nunca los sindicatos y las centrales de trabajadores deben ponerse en movimiento para defender nuestra vida y la de nuestras familias frente al ataque de los empresarios y el Gobierno, sentencia Calderón.
Todo Chile sabe que el cobre es lo que más les preocupa a los empresarios y al gobierno cuando se habla de economía, entonces no perdamos más tiempo, ni permitamos que más familias trabajadoras se contagien. La clave es un paro regional. La única razón por la que estos trabajos siguen abiertos es para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. De otra manera veríamos los dineros de las mineras en la construcción de hospitales, en la compra de ventiladores mecánicos, o incluso en la renta básica de emergencia de familias que han perdido sus empleos. Pero no es así. Incluso en sus reportes recientes Minera Escondida afirma que ha entregado una ayuda de 210 millones de pesos para combatir la pandemia, sin embargo esto no corresponde más que al 0.00001% de sus ganancias anuales: una parte microscópica de toda la porción que se llevan. En definitiva, el dinero se va directo a las cuentas bancarias de sus empresarios. Un robo de cuello y corbata a costa de la vida de todas nuestras familias.
Esta medida de paralización total de la minería y de los sectores no esenciales en la región, debe ir acompañada de imponer un impuesto progresivo a las grandes fortunas y grandes empresas que siguen ganando millones en la gran minería. Hoy más que nunca son ellos o nosotros, y los sindicatos mineros, así como las centrales sindicales, deben ponerse en función de estas medidas que requiere el pueblo.