Dominga es un proyecto minero-portuario que busca utilizar el mínimo de agua fresca por medio de diversas tecnologías. Sin embargo, su mayor desafío es lograr posicionar esta iniciativa en la comunidad que convive con la Reserva Nacional de Humboldt y el sector de Punta de Choros.
Fuente: Sustentare
Es un proyecto que, más que por su naturaleza y condiciones, hoy está generando ruido por su localización. Su nombre es Dominga, de la empresa chilena Andes Iron, que involucra mina y puerto, con una producción anual estimada de 12 millones de ton de concentrado fino de hierro y 150.000 ton de concentrado de cobre como subproducto. Las actuales reservas ascienden a 733 millones de ton, con 25,6% Fe y 0,08% Cu. Su vida útil es de 27 años y su inversión inicial prevista, US$2.500 millones.
A fines de 2012 se terminó la etapa de prefactibilidad y actualmente la compañía se encuentra avanzando en el estudio de factibilidad. Entre las particularidades que posee este proyecto minero está el uso de agua mar en sus procesos, que tratará un caudal del orden de 4.000 m3/hora de dicho recurso, y la existencia de un depósito de relaves espesados que se caracteriza por el uso eficiente del agua y que utiliza un 30% menos de superficie que un relave convencional.
¿El gran pero? Su ubicación. El sector que corresponde al terminal de embarque de concentrado de hierro y la instalación de la planta desaladora estará situado en Totoralillo Norte, Región de Coquimbo, la misma zona en que entre 2008 y 2011 se intentaron establecer tres proyectos termoeléctricos, los cuales no llegaron a buen puerto: Farellones (Codelco); Cruz Grande (CMP); y el más bullado de todos, Barrancones (Suez Energy).
“Zona de conflictos”
Si bien en su Estudio de Impacto Ambiental (EIA), presentado en septiembre de 2013, no identifica zonas bajo protección oficial en el sector de influencia del proyecto minero, sí reconoce la existencia de tres áreas de protección oficial y dos sitios prioritarios en el área cercana a la iniciativa de inversión. Dichas zonas corresponden al área marina de Punta de Choros; la Reserva Nacional de Humboldt; la Reserva Marina Islas Choros, Damas y Gaviota, ubicadas a 23 kilómetros desde la ubicación de los rajos (sector Dominga) –a 5 km desde el embarque, según antecedentes entregados por la ONG Chao Pescao–; y desde Punta Teatinos hasta Quebrada Honda, incluyendo Isla Pájaros, situada a 7 km del sector lineal o acueductos.
El punto es que tanto la Corporación Nacional Forestal (Conaf) como parte de la comunidad que se opone a Dominga destacan la importancia de incluir las áreas protegidas dentro de la zona de influencia del proyecto. Esto, en consideración a que para la Reserva Nacional de Humboldt existe un plan de manejo, el cual fue actualizado en 2007 por la Conaf, y que identifica áreas adyacentes a esta zona y que son consideradas como vitales para garantizar la conservación y protección de este patrimonio natural, las cuales comprenden la reserva marina en torno a las Islas Damas, Choros y Chañaral, el borde costero que va desde Punta Tetilla hasta La Caleta de Hornos, la franja continental que se extiende desde el pueblo Chañaral de Aceituno hasta la Caleta de Hornos, las caletas de Chañaral y Carrizalillo, el pueblo de Punta de Choros, Chungungo, Totoralillo Norte, Caleta de Hornos e Isla Gaviota, entre otros.
Pero en concreto ¿cuál es LA RELEVANCIA de esta zona? Por ejemplo, en el caso de la Reserva Nacional de Humboldt, archipiélago costero que está integrado por las Islas Damas, Choros y Chañaral, su riqueza de flora y fauna marina son consideradas como un atractivo, debido a que en ellas se encuentran las mayores poblaciones de pingüinos de Humboldt a nivel mundial, colonias de delfines nariz de botella, nutrias de mar, y mamíferos como la ballena azul y la ballena minke.
Sin embargo, el mayor valor ecológico de la zona lo aporta la presencia de las llamadas surgencias marinas extraordinarias, que son corrientes marinas muy ricas en plancton. Miguel Díaz, analista del Departamento de Conservación de la Diversidad Biológica de Conaf, explica que “esta condición permite, por ejemplo, que en la Isla de Choros anide el 80% de la población reproductiva del pingüino de Humboldt a nivel mundial. Es decir, si eliminas a la Isla de Choros, eliminas a la especie”.
Para el profesional existen dos cosas que son importantes de tomar en cuenta. La primera, es que si los EIA del proyecto son deficientes no habrá dudas que existirá un efecto muy malo sobre dicho territorio. “Nosotros estamos convencidos en la Conaf que hay que perfeccionar los estudios que se han plateado, porque es necesario incluir a las islas, las áreas marinas que declaró la Directemar y toda la costa aledaña, no solo la caleta Totoralillo, sino también otras que tienen una condición muy prístina que podrían verse afectadas si es que hay una mala gestión, tanto en la propuesta como en la evaluación”, afirma el profesional.
Pese a este escenario, ¿por qué la compañía decidió realizar este proyecto minero en la comuna? Si bien Andes Iron está consciente de que su iniciativa está situada en una zona particular, debido no solo a su condición ambiental sino además por un nutrido curriculum de emblemáticos proyectos abortados, la compañía cree que la naturaleza de la inversión está relacionada con la zonificación territorial geográfica e histórica de la localidad de La Higuera.
“Conocemos la historia de Barrancones, su complejidad y cómo marcó la discusión de la institucionalidad medioambiental en Chile. Ese es un antecedente que no podemos desconocer. Sin embargo, este es un proyecto minero, no somos una termoeléctrica”, enfatiza Iván Garrido, presidente ejecutivo de Andes Iron.
Aporte a La Higuera
Agrega que lo que buscan a través del proyecto Dominga es devolverle a La Higuera la tradición minera que le dio vida. “Aquí se instalaron grandes proyectos mineros para su época: en el siglo XIX las vetas de cobre y oro que fundó esta localidad, en el siglo XX el yacimiento de hierro El Tofo. Hoy, Dominga se ubica en este mismo distrito minero que, sumado a la pequeña minería actual, constituye el antepaís minero de la comuna”.
Iván Garrido comenta que para el caso particular del borde costero “nos proponemos ayudar a recuperarlo y preservarlo de manera similar a lo planteado por algunas organizaciones medioambientalistas. Es por esto que creemos que la Reserva Nacional del Pingüino de Humboldt debería contar con más recursos para concretar este objetivo, recursos que un proyecto como Dominga podría suministrar”.
Desde el sector opositor de la comunidad, el cual está representado por el Movimiento en Defensa del Ambiente de La Higuera (Modema) plantean que el proyecto minero no será un aporte para la comuna, sino que, contrariamente, puede afectar las actividades que hoy permiten un desarrollo de la zona. Ello, porque este sector cuenta con áreas de manejo, las cuales son consideradas como una de las más productivas de la región, como son la extracción del loco, erizos y la producción de aceitunas y aceite de oliva. Sin considerar, además, la pujante actividad turística que existe en Punta de Choros y Caleta Hornos tras el episodio de Barrancones, y que ha permitido recibir cerca de 40.000 visitas al año, según cifras entregadas por la ONG Chao Pescao.
Cuestionamientos sobre la salmuera
Desde la compañía argumentan que la planta desaladora ha sido diseñada para captar el agua por gravedad, es decir, sin succión. La base del recipiente de captación estará a 750 metros de la costa y a 20 m de profundidad, donde la vida marina es significativamente menor.
Sin embargo, el punto en conflicto está focalizado en la salmuera y sus vertidos al mar, ya que para los opositores del proyecto ello generaría impactos en los ecosistemas marinos. Gabriel Roa, director ejecutivo y asesor científico-técnico de Chao Pescao, explica que hay estudios internacionales realizados principalmente en Europa que demostrarían que estas prácticas han llevado a una reducción de poblaciones de peces, mortalidades de plancton y corales (Mabrook, 1994).
No obstante, el presidente ejecutivo de Andes Iron descarta dichos impactos y explica que la salmuera regresará al mar a 720 m desde la costa y a 15 m de profundidad, contenida en un flujo del orden de 2.400 m3/h, con la misma temperatura y con la misma sal (en masa) con la que fue captada. “La salmuera se diluye en un radio de cuatro metros, con lo cual su salinidad no afectará la vida acuática”, asegura Garrido.
Diferencias por el terminal de embarque
El cuestionamiento que existe en torno al terminal de embarque está relacionado directamente con el tráfico de buques, dado que perturbaría el ecosistema de la fauna marina y su presencia sería un potencial foco de contaminación, debido a posibles derrames de petróleo o de concentrados de mineral. Así lo plantea Miguel Díaz, de Conaf, quien sostiene que cuando se interviene “una zona tranquila con buques enormes, los cuales vendrán permanentemente, se puede alterar el paisaje, las formas de vida marina y las áreas de reproducción. De hecho, en ciertas épocas del año no intervenirnos algunos islotes, porque están nidificando las aves”.
Pero Andes Iron explica que si bien la ruta de los buques no forma parte del proyecto, aclara que las naves llegarán a Coquimbo, donde serán inspeccionadas por las autoridades policiales, sanitarias y aduaneras. “Desde ahí se diseñó una ruta en la cual el buque navegará hacia el norte, a 18 km de la costa, hasta la cuadra de Totoralillo Norte, donde se aproximará en forma perpendicular al terminal de embarque”, detalla el presidente ejecutivo, puntualizando que el recorrido lo hará un práctico marino de la Armada chilena, a una velocidad controlada para evitar daño a los cetáceos. “En su navegación, la menor distancia a la que estará de Isla Damas es 20 km”, precisa.
Mapa territorial de proyectos
Pero, considerando los casos previos en la zona en cuestión, ¿cómo se puede compatibilizar el desarrollo exitoso de planes de inversión de gran envergadura con la conservación de áreas que son claves en términos de biodiversidad?
El problema está vinculado a la carencia en Chile de un sistema de ordenamiento territorial unificado que resuelva los conflictos o incompatibilidades del uso del territorio, y a la inexistencia de un organismo central que coordine políticas públicas sectoriales de ordenamiento territorial. Ernesto Correa, director del Centro de Energía, Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial (Roam), hace notar que actualmente hay una multiplicidad de instrumentos de ordenamiento territorial de competencia de distintos servicios, con distintos grados de obligatoriedad y protección.
A su juicio, la planificación territorial y zonificación contribuiría a generar condiciones más favorables a la inversión, otorgando certeza respecto del uso sustentable de los espacios y recursos contenidos en una zona como la descrita. También contribuiría al desarrollo de la región de acuerdo con los intereses locales y comunitarios, lo que se traduce en un acuerdo armónico de vida y desarrollo sustentable.
Entretanto, desde el sector opositor a Dominga apelan a un Estado que se organice a través de un ordenamiento territorial, para definir qué zonas son aptas para la industria y cuáles deben ser utilizadas para otros fines. En ausencia de esta herramienta, dicen no entender “el afán de localizar el proyecto a pocos kilómetros de las reservas, sobre todo con los antecedentes ciudadanos y ambientales de la comuna frente al caso Barrancones”, plantea Gabriel Roa de la ONG Chao Pescao.
Desde la Minera Andes Iron creen que el desafío de ser un país minero como Chile implica la coexistencia sinérgica de la actividad productiva responsable con las características propias y singulares donde esta actividad se desarrolle. “Para Dominga ese anhelo radica en hacer minería sin poner en riesgo la riqueza del borde costero que existe entre Chañaral de Aceituno y Caleta Los Hornos”, concluye el presidente ejecutivo de la compañía.