Barrick Gold, de cara a su junta de accionistas 2013, relativizó la posibilidad de llevar a cabo el proyecto Pascua Lama, socavado en su legitimidad y viabilidad luego de más de 10 años de denuncias y acciones de rechazo por parte de la comunidad. En 2007, cuando el inicio de la construcción estaba amenazado por la presión comunitaria, el gobierno de Canadá intercedió, tratando al proyecto como asunto de Estado y posibilitando su primera piedra. Quizás esa es la carta que Barrick pretende jugar nuevamente, pero ahora, luego de que las comunidades bloquearan los intentos de la transnacional de obtener financiamiento estatal de Estados Unidos y de Canadá, las presiones no pueden ser tan directas.
Fuente: Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales OLCA
Desde que la transnacional canadiense presentó su proyecto binacional Pascua Lama, surgieron voces de arrieros y vecinos y vecinas del Valle del Huasco que, sin entender los estudios técnicos presentados por la empresa, sostenían que era inviable un proyecto en las altas cumbres, por las condiciones del lugar y porque Valle abajo se quedarían sin agua si les afectaban los glaciares. Sin embargo, el lobby del gobierno canadiense, sumado a la voluntad política de los gobiernos de Chile y Argentina, desconsideró el sentido común, y logró el otorgamiento de los permisos de explotación.
El proyecto nació para la muerte, pero ha sido necesario que los glaciares comprometidos se destruyan, que el tejido social se lesione, que las aguas de los ríos se contaminen, que los caudales disminuyan hasta la desaparición del flujo en varios kilómetros del lecho del río, que la justicia falle que no se está cumpliendo con las exigencias de mínimas hechas a la obra; que las faenas de construcción sean suspendidas parcial y luego totalmente, para que la empresa empiece a considerar la factibilidad del proyecto.
Es notable, pues los últimos comunicados de la empresa, hasta ahora, mantenían la imagen de probidad, de apego a la legalidad y de desmerecimiento de los argumentos comunitarios, sin embargo, las recientes declaraciones de Barrick en Canadá demuestran que la soberbia no es sostenible y se reconoce que las dificultades existen y son severas… hasta el punto de barajar la suspensión definitiva.
En el año 2007, cuando el inicio de la construcción estaba amenazado por la presión comunitaria, el gobierno de Canadá intercedió, tratando al proyecto como asunto de Estado y posibilitando su primera piedra. Quizás esa es la carta que Barrick pretende jugar nuevamente, pero ahora, luego de que a fines de 2011 las comunidades bloquearan los intentos de la transnacional de obtener financiamiento estatal de Estados Unidos y de Canadá, las presiones no pueden ser tan directas. Eventualmente, la única manera que tendría el gobierno canadiense de volver a interferir ante el gobierno chileno, sería mediante la presión de algún actor afectado por la paralización de Pascua Lama, como los pensionados, cuyos fondos son parte de los accionistas de Barrick.
Es factible que Barrick, presa entre las denuncias de corrupción en República Dominicana, los apuros económicos por la caída del precio internacional del oro, la deuda de US$11,600 millones por la compra de la mina de cobre de Equinox Minerals, y la posible suspensión definitiva de un proyecto que comenzó costando 950 millones de dólares y ahora estima su inversión en 8.500 millones de dólares; ideara el eventual abandono como estrategia para salir de esta nueva junta de accionistas con más aliados que verdugos. Pero en términos comunitarios, lo que resulta absolutamente evidente, es que todos estos años de fiscalización efectiva, de denuncia, de organización, han terminado por poner en jaque al mayor proyecto de oro del mundo.
Comunicaciones OLCA
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