La minería, el petróleo y el gas: el impacto de estas industrias extractivas siempre ha suscitado graves preocupaciones sociales y medioambientales. Sin embargo, este informe llama la atención al hecho de que hoy; la escala, expansión y aceleración de estas industrias es mucho mayor de lo que la mayoría de nosotros se podía imaginar.
Por The Gaia Foundation
Resumen Ejecutivo
“La nueva ola de acaparamiento de tierras por las industrias extractivas y el devastador impacto en la Tierra”
La minería, el petróleo y el gas: el impacto de estas industrias extractivas siempre ha suscitado graves preocupaciones sociales y medioambientales. Sin embargo, este informe llama la atención al hecho de que hoy; la escala, expansión y aceleración de estas industrias es mucho mayor de lo que la mayoría de nosotros se podía imaginar. Ya no hablamos solamente de casos aislados de destrucción y contaminación. Hoy en día es probable que la adquisición de tierras para la minería, el petróleo y el gas esté a la vuelta de la esquina sin importar donde uno viva en la Tierra. Esta tendencia es ahora una importante causa de la apropiación de tierras a nivel mundial, y plantea una gran amenaza para los agricultores del mundo y los sistemas de producción de alimentos locales, así como también para el mantenimiento de fuentes de agua, bosques, ecosistemas vitales y el cambio climático.
Este informe alerta a los ciudadanos del mundo sobre la dinámica de las industrias extractivas en su conjunto, y muestra la alarmante magnitud de esta tendencia. Al igual que en el mito griego, cuando Pandora abrió la caja y dejó salir a todos los males que afectan a la humanidad, así también esta apropiación de tierras para la minería, esta dando lugar a una destrucción inconcebible. Para mantener la esperanza, debemos despertar y actuar ya.
La amplitud y la escala del aumento de la extracción durante los últimos 10 años es asombrosa. Por ejemplo, la producción de hierro ha aumentado en un 180%, la del cobalto en un 165%, la de litio en un 125%, y la del carbón en un 44%. El aumento de la producción proyectada al futuro también ha crecido de manera exponencial, lo que significa que esta gran aceleración en la extracción continuará si las concesiones se otorgan con tanta libertad como se están otorgando ahora.
El periodo comprendido entre 2005-2010 ha visto el sector minero de China aumentar en un 26%. En Perú, las exportaciones mineras del 2011 aumentaron asombrosamente un tercio en un año; y la región de Puno al sur del país ha visto las concesiones mineras triplicarse entre el 2002 y el 2010. Mientras tanto en Sudáfrica, un consorcio de inversores internacionales ha solicitado los derechos para extraer petróleo y gas en una sección que cubre alrededor del 10% de la superficie del país.
En toda Latinoamérica, Asia y África, cada vez mas tierras comunitarias, ríos y ecosistemas están siendo desplazados, devorados por la actividad minera. Se crean enormes zonas industriales abandonadas de las excavaciones mineras y de la extracción de cumbres; existe un consumo voraz y se crea contaminación en los sistemas acuáticos; deforestación; contaminación de la capa arable; contaminación del aire; drenaje acido; brotes de cáncer… la lista de destrucción es implacable y sigue creciendo.
Los derechos de las comunidades campesinas e indígenas son cada vez mas ignorados en la carrera por apoderarse de tierras y agua. Cada ola de nuevas tecnologías de extracción requiere cada vez mas agua para arrancar el material de su fuente. La ansiedad que existe por estas materias primas es una amenaza creciente para las necesidades vitales: agua, suelo fértil y alimento. Las implicaciones son obvias.
La minería no solo plantea un reto para el Sur Global. El desarrollo de “fracturamiento hidráulico” (que consiste en la inyección a alta presión de una mezcla toxica de productos químicos en los depósitos de rocas de pizarra para liberar el gas natural atrapado dentro) conlleva que los promotores están ahora fijando como objetivos los yacimientos de petróleo y gas en America del Norte y Europa. Con la dificultad inherente para contener con seguridad el agua y los productos químicos que se inyectan en el suelo, estos cócteles tóxicos inevitablemente se filtran en los acuíferos y sistemas locales de agua y los contaminan. En el Reino Unido, ya hay varias solicitudes pendientes para extraer petróleo y gas , a pesar de que un promotor admitió recientemente que dos terremotos de menor importancia en Lancashire fueron causadas probablemente por sus operaciones de fracturamiento hidráulico.
Este dramático incremento en la ambición, el alcance y la devastación de las industrias extractivas en el mundo, es el resultado de una serie de factores comunes. El aumento en el precio de metales, minerales, petróleo y gas actúan como incentivo para explotar nuevos territorios y depósitos “menos puros”. Las tecnologías son cada vez mas sofisticadas y están siendo desarrolladas para extraer materiales de áreas que antes eran inaccesibles, poco rentables, o de “menor calidad”. La tendencia general es que los depósitos de mayor calidad y concentración ya se han agotado. Lo que significa que la excavación de yacimientos menos accesibles requiere más extracción de tierra, arena y roca, y por tanto la búsqueda de áreas cada vez mayores, como hemos visto con las arenas asfálticas de Alberta.
Además de todo esto, en los últimos 3 años ha habido una aceleración marcada en inversiones globales en las industrias extractivas. El colapso de los mercados financieros del 2008 ha forzado a los inversores de la banca y de fondo de pensiones a intentar captar cada vez más a las industrias metalúrgicas, minerías, de petróleo y gas; y sus asociados instrumentos financieros derivados, con el fin de recuperar sus pérdidas y diseminar su riesgo. Lo que ha causado que su extracción se intensifique cada vez mas.
El incentivo subyacente a todo esto, que gobiernos y ciudadanos todavía deben hacer frente, es el (espinoso) tema del consumo. Según el Instituto de Información Mineral, el estadounidense promedio de hoy en día utiliza cerca de 1.5 millones de kilos de minerales, metales y combustibles durante su vida, es decir casi 20 toneladas por año. UNEP ha anunciado que en una perspectiva futura donde todo siga como hasta ahora, la extracción de recursos mundial anual triplicará para el año 2050 – una posibilidad que la Tierra simplemente no puede sostener.
No hay respuestas fáciles. Los impactos ambientales de la extracción de combustibles fósiles y la combustión están bien documentados, mientras que la extracción del uranio o la energía nuclear conllevan su propia polémica. Y aunque muchos han puesto sus esperanzas en el potencial que tienen las soluciones “verdes”, como los coches eléctricos, paneles solares y turbinas de viento; la energía verde también requiere una tecnología adecuada y cantidades importantes de materias primas y tierras raras. A medida que el uso de las tecnologías verdes se acelera, inevitablemente, se produce un aumento en la minería.
Como ya sabemos el modelo económico industrial actual se basa en un crecimiento sin límites, desafiando así las leyes de la vida. Las opciones son claras: o los suficientes somos capaces de cambiar la marea, con un modelo económico que apoya los sistemas vitales, o nos veremos obligados a hacerlo, con mucho mas sufrimiento innecesario. Al mismo tiempo, en la actualidad hay pocos incentivos o regulaciones que alienten el decrecimiento del consumo por los diferentes actores en la cadena de producción, y mucho menos que incentiven el re-uso, reciclaje, o el desarrollo de sistemas que utilicen materiales de manera eficiente y económica, y que acaben con el ciclo de residuos y desuso.
Vivimos en un planeta hermoso y maravilloso. El único que conocemos en nuestro cosmos. Nuestra Madre Tierra se siente pequeña y vulnerable frente a la amenaza que hemos provocado en ella, de manera consciente o inconsciente. Debemos aceptar esta realidad: si seguimos como hasta ahora, nuestros hijos se verán obligados a limpiar un planeta cada vez mas inestable, cada vez mas lleno de tierras toxicas y con cada vez mas escasez de agua.
The Gaia Foundation
February 2012