El estudio del economista estadounidense Thomas Michael Power, desmiente el discurso usado para justificar la actividad minera en los países en desarrollo y afirma que Estados Unidos, Canadá y Australia no se desarrollaron gracias a la minería sino debido a procesos institucionales, tecnológicos y empresariales más complejos donde la explotación minera no fue necesaria o suficiente para que se produjera. Una mirada sobre el impacto regional y local en esos países, negativo en lo económico y de mínima incidencia en las economías nacionales.
Textos seleccionados y adaptados por la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel – Chubut – Argentina de “¿Excavando hacia el desarrollo? Una visión histórica de la minería y el desarrollo económico” de Thomas Michael Power, Catedrático y Director del Departamento de Economía de la Universidad de Montana. Publicado como investigación de especialista independiente en setiembre 2002. Descargar el texto completo.
Introducción
La narración simplista es una forma peligrosa de definir políticas de desarrollo económico. Por eso cuando se promueve la actividad minera como camino obvio –incluso necesario- para los países en desarrollo y sus regiones deprimidas que buscan el crecimiento económico sostenido, el sector minero y sus aliados aplican un “razonamiento por analogía histórica” que tiene forma de cuento popular repetido muchas veces.
Esta analogía que frecuentemente se pretende hacer de la experiencia de desarrollo con la minería de países como Estados Unidos, Canadá y Australia es equivocada porque la minería aisladamente nunca fue un factor estimulante significativo para el desarrollo económico de ninguna de esos tres países.
Esto no quiere decir que la minería no cumplió un rol en el desarrollo de las economías de esas naciones. Sin embargo, este rol fue mucho más sofisticado y complicado que el que presentan las narraciones interesadas que plantean los técnicos y funcionarios ligados al sector minero:
• En esos países la minería estuvo relacionada a una transformación total de la organización empresarial y financiera, la educación y la investigación, la acumulación de capital humano y la expansión de la infraestructura y se vio fortalecida por instituciones políticas muy desarrolladas y estables que respetaban el cumplimiento de la ley, los mercados y la empresa privada.
• Los valores culturales promovían una visión emprendedora de la oportunidad económica mientras las políticas públicas alentaron una distribución amplia de la tierra y los recursos que redujo la desigualdad en el ingreso.
• Los tres países poseen territorios de gran extensión, con amplios mercados internos o externos limítrofes, protegidos por el alto costo del transporte y sus propias barreras comerciales, a la vez que –cuando el proceso de industrialización se puso en marcha- las tres naciones tenían altos ingresos. Eran países “pobres en mano de obra” pero “ricos en recursos naturales”.
Casi ninguna de estas condiciones favorables es característica de los países en desarrollo, lo que hace que el “razonamiento por analogía histórica” sea inadecuado para evaluar estos países, siendo un planteo mecánico y demasiado simplista.
Las grandes inversiones en una industria específica (minería) para apoyar un sector determinado de la economía (las exportaciones) por sí mismas no estimularán el desarrollo económico sostenido. Se comprueba que mientras mayor es la dependencia de las naciones en desarrollo en las exportaciones basadas en recursos naturales, más lenta ha sido la tasa de crecimiento de su PBI per cápita.
Además, las inversiones que muchas corporaciones transnacionales quieren hacer en los países en desarrollo no apuntan la generación de oportunidades económicas variadas, una distribución más equitativa de los ingresos y la toma de decisiones democrática, ni se concentran en actividades económicas que promuevan el desarrollo del capital humano e institucional además de fortalecer la fuerza de trabajo y el medio ambiente.
Una propuesta indecente
La minería parece haber cumplido un rol importante en la historia del desarrollo y la consolidación industrial de Estados Unidos, Canadá y Australia logrando su crecimiento económico sostenido. Su historia sugiere que la minería tiende a atraer grandes inversiones y generar rentas considerables, que pueden financiar inversiones adicionales, estimular el desarrollo de la infraestructura de transportes, pagar salarios relativamente altos y apoyar el desarrollo de la industria manufacturera local para el procesamiento de los minerales.
Este razonamiento histórico propone que la minería puede ser potencialmente el “gran impulso” para que los países en desarrollo escapen a la “trampa de los bajos ingresos” que mantiene a muchos de ellos en la pobreza.
Pero la minería no sería un tema polémico si fuera “solo una industria más” con aspectos negativos y positivos similares a la mayoría de las demás actividades económicas.
o La minería hace uso intensivo de la tierra y de los recursos ambientales conduciendo muchas veces a una degradación ambiental significativa y duradera.
o Debido a que los precios de las materias primas minerales tienden a ser volátiles, el ingreso y el empleo en la minería también pueden ser inestables.
o Los proyectos mineros necesariamente merman o agotan los yacimientos minerales que explotan, con una vida útil limitada y habitualmente corta para cualquier proyecto.
o La minería tiende a requerir uso intensivo de capitales, utiliza tecnologías que disminuyen las necesidades de mano de obra y los rápidos cambios tecnológicos han reducido sistemáticamente las oportunidades de empleo local.
o También puede generar enormes excedentes sobre los costos y la lucha por el control y uso de esos remanentes puede ser improductiva e incluso violenta. Los altos salarios relativos y los excedentes relacionados a la minería también pueden exacerbar la desigualdad de ingresos , incrementando el conflicto social y la inestabilidad política.
Los proyectos mineros son presentados fuera del mundo desarrollado concentrándose en los supuestos beneficios potenciales para el desarrollo económico asociado a la propuesta minera, dándolos por descontado o como resultado de análisis muy informales.
El mito y la realidad
Las industrias basadas en los recursos naturales fueron importantes en diversas etapas del desarrollo económico de Estados Unidos, Canadá y Australia pero la industria minera no fue necesaria o suficiente para que se produjera. Después que los europeos arrebataron el control de Norteamérica y Australia a la población indígena radicalmente disminuida, no sorprende que en esa ocupación territorial se utilizara los recursos naturales. Si ese patrón inicial de actividades de colonización fue fundamental para el surgimiento de una economía moderna desarrollada exitosa es otro asunto. El hecho que un evento preceda a otro ni implica que le primero sea la causa del segundo.
Es muy interesante verificar que muchas de las naciones más prósperas del mundo no son ricas en recursos sino todo lo contrario. Territorios pobres en recursos naturales como Japón, Suiza, Irlanda, Hong Kong y Singapur son ejemplos obvios.
En la clasificación de países por la renta nacional por personal del Banco Mundial del año 2002, por lo menos la mitad de las 25 naciones más ricas son consideradas pobres en recursos naturales.
Es claro que el desarrollo basado en los recursos naturales no es necesario para un desarrollo exitoso y tampoco lo asegura. Las lecciones obtenidas del análisis detallado de muchos países son variadas y complejas y contradicen las conclusiones de aquéllos que usan la analogía histórica para abogar a favor de la minería en los países en desarrollo.
El análisis crítico de los datos de las economías de Estados Unidos, Canadá y Australia demuestran que cuando las economías de esos países iniciaban la industrialización y el camino del crecimiento económico sostenido, la minería y las exportaciones mineras no representaron una parte predominante de su economía. A lo sumo la minería logró picos circunstanciales de solo el 6,5% como máximo en la participación dentro de las economías de esos tres países. Esto contrasta de manera dramática con la situación de muchas naciones en desarrollo donde el componente de las exportaciones basadas en recursos naturales represente entre el 10 y 85% del PIB.
Los pueblos fantasmas existen
Yendo a un análisis del desempeño de las economías de regiones o localidades dependientes de la actividad minera en Estados Unidos, Canadá y Australia, debemos considerar sus extensiones geográficas lo cual hace que existan diversos recursos naturales en distintos puntos del territorio.
En Estados Unidos esto llevó a que las extracciones de hierro y carbón se hicieran en determinadas regiones pero la industria del acero se instaló en puntos distantes de las zonas de explotación. El cobre y sus variaciones en los costos de producción produjo un traslado de la explotación hacia otros regiones. Mientras que la extracción de oro y plata recorrió el oeste norteamericano de un yacimiento a otro.
En muchas naciones no desarrolladas no existe esa amplitud territorial y lleva a que las explotaciones se realicen en un país y su procesamiento en otros.
Todavía persiste en Canadá y Australia el patrón de impacto regional masivo debido al corto plazo de aprovechamiento de los yacimientos seguido por su abandono total. El “pueblo fantasma” apareció en el lenguaje estadounidense por el carácter de corto plazo de las explotaciones mineras.
Incluso cuando los yacimientos son tan grandes como para sostener las operaciones mineras durante varias décadas, el impacto económico local con frecuencia no es del todo positivo: los cambios tecnológicos y la inestabilidad de los precios de la materia prima y su interrelación con la mano de obra generaron altas tasas de desempleo, caída de los salarios y depresión de la economía local.
A pesar de la riqueza que la minería genera y de los salarios relativamente altos que se paga a los mineros, muchas comunidades mineras norteamericanas no son prósperas y regiones tradicionalmente mineras se han convertido en sinónimo de pobreza persistente . Últimamente algunos de estos lugares han comenzado a recuperarse como resultado de nuevas actividades económicas no relacionadas con la minería y una migración más flexible.
Una mirada atenta al comportamiento de los índices de crecimiento de los salarios y el ingreso per cápita en muchos condados mineros estadounidenses nos muestra que las remuneraciones crecen más lentamente entre un 30 y 50% que en otros condados.
Mientras que algo parecido sucede con el ingreso per cápita en los condados dependientes de la minería donde en el año 2000 una persona percibía u$s9.500 menos por año que el ingreso promedio en otros condados.
Estos datos demuestran por qué en esos lugares su crecimiento poblacional fue negativo.
El desempleo es mayor en los condados mineros y los estudios demuestran que los altos salarios que paga la minería atraen a trabajadores que esperan obtener uno de esos puestos mientras que los obreros que pierden el empleo no abandonan la zona porque es improbable que encuentren un trabajo con un sueldo tan bueno.
Desde la perspectiva del desarrollo económico, sea cual fuera el impacto de la minería a nivel nacional en Estados Unidos, las actividades mineras no han activado el crecimiento sostenido en las regiones donde se llevaron a cabo. Los condados que actualmente dependen de la minería siguen rezagados en la economía nacional.
Esta experiencia regional contemporánea con la minería en una de las naciones más avanzadas del mundo es una advertencia importante para las naciones en desarrollo: la minería causa serios problemas económicos, llevando a mayor desigualdad regional, al desempleo y a la pobreza.
Conclusiones
Los defensores de la minería exageran el rol de ella en el desarrollo económico de Estados Unidos, Canadá y Australia. La minería cumplió un rol muy modesto en el proceso de industrialización y en la definición de sus patrones de crecimiento sostenido. Solo un pequeño porcentaje del producto económico nacional provenía de la minería. En el proceso seguido por estos países la minería fue parte de un patrón complejo de desarrollo institucional, tecnológico y empresarial que abarcó también a la agricultura, la industria, el comercio y los servicios.
a. El razonamiento por “analogía histórica” exagera intencionalmente los pretendidos beneficios económicos de la minería ignorando las condiciones iniciales específicas y las características históricas seguidas por estos países. Tiende a ignorar los cambios en la economía mundial, la tecnología y la organización empresarial desde esos períodos históricos iniciales. También sobredimensionan la importancia de una sola actividad (la minería) en un sector específico (las exportaciones).
b. Como el proceso del desarrollo económico es muy complejo y abarca el desarrollo de instituciones políticas y sociales, valores culturales, infraestructura pública y capital humano junto con la protección efectiva del medio ambiente, las grandes inversiones en un solo proyecto (una mina) en un sector específico de la economía (las exportaciones) por sí mismas rara vez tendrán impacto sostenido significativo para el desarrollo.
c. Estados Unidos, Canadá y Australia eran ya economías desarrolladas de altos ingresos cuando empezaron la explotación industrial de sus recursos mineros a fines del siglo diecinueve y comienzos del veinte. La minería hizo uso intensivo de conocimientos, tecnología y organización empresarial. Las naciones en desarrollo carecen de estas condiciones.
d. Estados Unidos, Canadá y Australia son países con dimensiones continentales que les permitió desplazar las operaciones mineras de un lugar a otro, los perjuicios económicos a nivel local y regional fueron asimilados y compensados en una economía nacional de grandes dimensiones, además de que estos países no dependían de uno o unos cuantos productos minerales.
e. El impacto económico local de la minería en Estados Unidos, Canadá y Australia usualmente no fue positivo, ocasionó pobreza persistente o produjo pueblos fantasmas. En las últimas décadas, las comunidades dependientes de la minería en estos países desarrollados continúan rezagadas en relación a otras economías regionales y a nivel nacional.
f. Mientras más dependiente de la minería ha sido un país en desarrollo, más deficiente ha sido su desempeño económico. La minería no ha contribuido a sacarlas de la pobreza.
g. La inversiones mineras en los países en desarrollo no pueden estimular el crecimiento económico sostenido. Por el contrario, pueden aumentar el conflicto social, expandir la corrupción gubernamental y empresarial y desplazar la inversión en el capital humano.
h. Cuando la explotación minera ocurre en un contexto constituciones sociales, políticas y económicas subdesarrolladas, las altas rentas que genera hacen que se despilfarre la riqueza del recurso renovable mientras que se incrementa el conflicto social y produce daños casi irreparables en el medio ambiente. Esto puede volver a una nación en desarrollo más pobre de modo definitivo.