Se ha referido que la sociedad de la globalización muestra enormes desequilibrios ambientales: por un lado 1.000 millones de personas carentes de agua potable y recursos básicos y, por otro, unas cuantas compañías transnacionales que controlan la mayor parte de los bienes productivos del planeta. De este modo, la resolución de los problemas ambientales trasciende el marco obligado de los estados nacionales. Así, la “desnacionalización de la economía” citada por (Habermas, 1997) recorre nuevos planteos que van desde el comercio entre naciones al comercio entre empresas (Aguirre, 1995) con la consecuente pérdida de la soberanía de los estados. Se ha referido que al volverse transnacional, el dinero desborda el estado nación, porque vacía de contenido real las políticas económicas nacionales, y porque por cuestiones relacionadas, se deterioran, incluso a veces destruyen, muchos aspectos de la identidad cultural (Drucker, 1993).

 

Por: Biól. Amelia Nancy Giannuzzo * publicado en la revista Cambio

En los últimos años, en nuestro país la temática “megamineria y transnacionales” es puesta en foco particularmente por sectores ambientalistas. Al respecto debemos expresar que tales emprendimientos a cielo abierto, están comprendidos entre las actividades que mayores impactos ambientales producen. Por ejemplo, pueden citarse un alto consumo de energía y agua del orden de hasta cien millones de litros por día; impactos en el paisaje, los ecosistemas y la biodiversidad; erosión del suelo, afectación por drenajes ácidos, y alteración de las morfologías naturales; destrucción de la flora y desplazamiento de la fauna; contaminación y deterioro de la calidad del agua; producción de escombros; deterioro de la calidad de aire debido a la gran producción partículas e hidrocarburos; y afectaciones a la calidad de vida de las poblaciones de la región, entre otros.

Respecto a los antecedentes en países de América y del mundo, estos muestran que las explotaciones mineras no reportan riquezas para el país en donde se realizan, sino por el contrario son acompañadas de pobreza, marginación social y degradación ambiental

Además, los minerales son un recurso no renovable, es decir, una vez extraídos no vuelven a ser repuestos por la naturaleza. En el caso de las explotaciones realizadas por empresas transnacionales, los materiales son exportados a los países a los que pertenece la empresa trasnacional a cargo de la explotación. Es decir, que los minerales no son integrados al circuito industrial, tecnológico ni económico del país del que se extraen, para el que quedan porcentajes de utilidades menores.

En cuanto a la mitigación de los impactos por la minería a cielo abierto, la bibliografía cita además de costos ambientales irreversibles, altos costos económicos, ya que este tipo de actividad altera de tal forma el entorno que no es posible regresarlo a su estado natural, ni mediante la reintroducción de las especies originales.

Por otra parte, al intentar definir una minería sustentable, es decir ecológicamente y sustentable, económicamente sostenible y socialmente equitativa, numerosos autores coinciden en poner de relevancia que esto implica responder para quién o quiénes es sustentable, distinguiendo entre las empresas transnacionales que realizan las explotaciones y obtienen los máximos beneficios y el país donde se realizan las mismas, y entre estas empresas y las comunidades afectadas por los impactos que heredan en su ambiente y calidad de vida. En este punto es importante señalar que en la Argentina, una laxa legislación potencia la exención de impuestos de todo tipo, abonando favorablemente el campo para el negocio megaminero.

Los metales son necesarios, incluso indispensables para algunos usos. Por mi parte, llevo algunas alhajas de metal, me pregunto por mi grado de responsabilidad, y otra vez, como suelo hacerlo, por el verdadero valor del agua, los paisajes, la vida.

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Referencias

Habermas, 1997; Aguirre, 1995; Drucker, 1993; citados por Novo, M El desarrollo sostenible: sus implicaciones en los procesos de cambio. Polis vol 5 Nº16, 2007.

* Prof. de la Carrera de Lic. en Ecología y conservación del ambiente, Facultad de Ciencias Forestales, UNSE