La voracidad energética del capitalismo continúa haciendo de las suyas. Diversos gobiernos y empresas están dando un fuerte impulso al desarrollo de los denominados yacimientos no convencionales -arenas bituminosas, petróleo y gas de pizarra o esquisto (shale gas y shale oil) y gas de arenas profundas/ compactas (tight gas)- a pesar de que requiere una ocupación más extensa e intensa del territorio, la utilización de grandes cantidades de agua y químicos de alta toxicidad, y que las tecnologías empleadas para su extracción redoblan el impacto generado por las explotaciones tradicionales.

Fuente: Observatorio Petrolero Sur OPSur

01/05/2012.

¿Novedad o el horror potenciado?

La voracidad energética del capitalismo continúa haciendo de las suyas. Diversos gobiernos y empresas están dando un fuerte impulso al desarrollo de los denominados yacimientos no convencionales -arenas bituminosas, petróleo y gas de pizarra o esquisto (shale gas y shale oil) y gas de arenas profundas/ compactas (tight gas)- a pesar de que requiere una ocupación más extensa e intensa del territorio, la utilización de grandes cantidades de agua y químicos de alta toxicidad, y que las tecnologías empleadas para su extracción redoblan el impacto generado por las explotaciones tradicionales.

La “revolución energética” que los no convencionales iniciaron en Estados Unidos a principios de milenio ha sido exportada al resto del mundo por las autoridades de la potencia del Norte a partir de la Iniciativa Global de Gas de Esquisto (Global Shale Gas Iniciative). De la noche a la mañana, Argentina se convirtió en la tercera reserva mundial de shale gas detrás de EE.UU. y China, generando un verdadero frenesí en las provincias con mayores dotaciones del recurso. En las cuencas tradicionales y hasta en ¡Entre Ríos! ha comenzado una carrera similar a la que se vive en otras regiones de América, Europa, Asia, África y Oceanía.

El mapa regional

En nuestro continente la Iniciativa Global de Gas de Esquisto –en la que participan Argentina, Chile, Colombia, Perú y Uruguay-, se potencia con el programa Alianza de Energía y Clima de las Américas (Energy and Climate Partnetship of the Americas), comandado por el Departamento de Estado norteamericano, y secundado por la Organización de Estados Americanos, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Latinoamericana de Energía, el Banco Mundial, entre otros.

Hasta el momento, los siderales “descubrimientos” de reservas que Repsol-YPF y otras empresas menores vienen anunciando desde fi nales de 2010, se extienden por buena parte de la geografía neuquina. Así, al ultra-contaminado yacimiento de Loma de La Lata podría sumársele la región de Zapala, donde una multisectorial en defensa del acuífero rechaza el proyecto, y la comunidad mapuche Gelay Ko –en cuyo territorio se realizó el primer pozo multifractura de Sudamérica- ocupó las instalaciones de la petrolera Apache para denunciar la contaminación y escasez de agua.

Estas señales favorables para el desarrollo de la actividad en la Patagonia alientan los intereses petroleros tanto en otras provincias como en otros países del Cono Sur. Desde la austral región chilena de Magallanes, donde la empresa estatal ENAP anunció su intención de realizar exploraciones, hasta la cuenca Chacoparanaense, que cubre casi la totalidad de Paraguay, el norte de Uruguay –que ya anunció exploraciones junto a Repsol-YPF-, el oriente boliviano, importantes regiones del sur de Brasil y la Mesopotamia y el noreste argentino.

Resistencias globales a una revolución planetaria

La experiencia contaminante en Estados Unidos –donde el 30% del gas que se consume proviene de yacimientos no convencionales- no sólo está impulsando el surgimiento de grupos de resistencia a nivel local sino también en el resto del mundo. En Canadá, pionera en la explotación de arenas bituminosas, el Estado de Quebec declaró una moratoria para en la aplicación del sistema de fracking o fractura hidráulica –utilizado necesariamente en los celebrados yacimientos.

En Francia una masiva movilización popular en 2011 logró que se aprobara una ley que prohíbe la técnica de fractura hidráulica. Si bien diversas organizaciones plantean reparos por el alcance de la medida, fue la primera de ese tenor a nivel mundial. En enero de 2012, y también por la presión popular, Bulgaria se sumó al país galo. Por su parte, en Inglaterra -donde se toma en cuenta la moratoria aprobada por la vecina Irlanda del Norte-, colectivos socio-ambientales persiguen el mismo objetivo, y en Suiza, el cantón Vaud prohibió la exploración de yacimientos no convencionales luego de accidentes ocurridos por perforaciones en el lago Léman.

Las licitaciones para exploración y explotación de no convencionales en el norte de España, principalmente en Cantabria y el País Vasco, genera fuertes resistencias. Lo mismo sucede en Polonia, principal reservorio en la Unión Europea, denominado “el cielo del fracking”.

En Australia, el Estado de Gales del Sur, declaró una moratoria para la fractura hidráulica hasta tanto se establezcan los riesgos ambientales y sanitarios de la técnica. Y en Nueva Zelanda los partidos Laborista, Verde y Mana llamaron a una moratoria sobre la fractura hidráulica.

Mientras que Sudáfrica reglamentó un cese de la explotación de yacimientos no convencionales de gas en el desierto de Karoo, hasta que se realicen las consultas pertinentes y se garantice la no afectación de los escasos recursos hídricos existentes en la región. Las moratorias conseguidas sirven de aliento, ya que si la revolución de los hidrocarburos es global, también lo es la resistencia.