Argentina – 01/09/07. las tradicionales tareas rurales se intentan añadir ahora quienes buscan metales en las alturas cordilleranas y requieren para ello grandes cantidades del recurso; advierten sobre la fragilidad de los ecosistemas áridos. En el marco del análisis de las consecuencias del cambio climático sobre regiones determinadas, el uso del agua dulce abre una serie de debates multisectoriales necesarios. Y uno de ellos resulta de la inserción de la minería metalífera a cielo abierto en zonas donde la disponibilidad de agua ya es limitada para las tradicionales tareas rurales.
Fuente: La Nación

Para las comunidades que viven y producen pegadas a los grandes cordones montañosos, en particular de Cuyo y del Noroeste, el agua es un recurso escaso y vital para la subsistencia de sus modelos productivos. Sin ella el desarrollo humano y el progreso económico de dichas regiones serían infructuosos. Hoy, en esa franja del territorio argentino, se obtienen los mejores vinos de altura; las nueces más requeridas en el exterior; frutas de carozo y pepitas; hortalizas y aromáticas, y se hace ganadería caprina, ovina y bovina.

Sin embargo, a la demanda de agua propia de todas estas actividades ahora se suma la moderna minería metalífera a cielo abierto, que abre las montañas en busca de oro, plata y cobre, entre otros productos con alta demanda externa. El proceso de extracción de metales requiere de grandes cantidades de agua que, luego de la voladura de amplias terrazas, se utiliza en el proceso de separación del metal de la roca, etapa en la que también se emplean distintos productos químicos, tales como el cianuro, el arsénico o el ácido sulfúrico, dependiendo de qué producto se está extrayendo.

Reparos desde la ciencia

“La instalación de la explotación minera a cielo abierto agravará, sin dudas, el panorama para la producción frutícola y hortícola de la región”, dijo a LA NACION Osvaldo F. Canziani, copresidente del Grupo de Trabajo II (Vulnerabilidad, Impactos y Adaptación al Cambio Climático), del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, formado por Naciones Unidas y la Organización Meteorológica Mundial.

El científico añadió que el problema que en un futuro próximo deberá afrontar Cuyo será el de balances hídricos más críticos, tanto por la disminución de las precipitaciones como por el aumento de la temperatura en superficie. “La elevación del nivel de temperatura de 0º C en varios metros por año es un mal (uno de los efectos previstos por el cambio climático) augurio para la agricultura de la región. Así, la perspectiva de una utilización creciente del escaso recurso agua disponible en esta región árida (lluvias medias anuales del orden de 300 milímetros, con evapotranspiración que excede los 700 mm anuales) destruirá la economía agrícola de la zona. Esto será particularmente grave para los viñedos que se presentan a la vera de canales de agua transparente de fusión de los glaciares y las nieves, hasta hoy supuestas como eternas”.

Canziani lamentó la falta de mediciones apropiadas (los satélites pueden dar idea de la cobertura de nieve y hielo, pero no de sus espesores) que conducirá a un desastre mayor pues, sin el conocimiento de los volúmenes de agua de fusión disponibles no se podrá llevar a cabo el manejo apropiado de este recurso crítico. “De todas maneras, habida cuenta de la disminución de los caudales superficiales y subterráneos, la aparición de un nuevo usuario: la minería, incrementará la deficiencia hídrica. Además, este problema será exacerbado por la alta dosis de contaminación del agua, el aire y los suelos que generan las tareas mineras”.

Consultado sobre la advertencia hecha desde la ciencia respecto de la menor disponibilidad de agua esperada en Cuyo y el NOA, plasmada además en uno de los últimos trabajos del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, el presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAME), Martín Dedeu, dijo a LA NACION: “Con toda franqueza no conozco ese estudio. Hasta el momento nosotros no tenemos ninguna información seria que nos indique que la incorporación de un proyecto minero vaya en detrimento del agua necesaria para que las demás actividades productivas continúen”.

El directivo, que representa a los empresarios del sector, explicó que la minería no debe, “necesariamente”, sustituir otra actividad productiva vigente en el lugar. “Tendrá que armonizarse y ver cómo puede coexistir. Pero no invadir”. Y añadió: “Fuera de todo pensamiento de alguno de nosotros está el hecho de que si hay una producción agropecuaria funcionando la llegada de un proyecto minero convierta la zona en un erial. Deberán, y para eso están los organismos que manejan el agua, ver que ésta se distribuya de la forma en que razonablemente se necesita y se acabó”.

Respecto de la utilización de cianuro en las prácticas mineras y su posible fin en los cursos de agua, Dedeu indicó que en todo el siglo XX y lo que va del XXI los casos de accidentes por mala utilización de cianuro son tan limitados “que no han muerto más de media docena de personas en todo el mundo. No se puede trasladar la llamada historia negra de la minería de hace 100 años a la actualidad, porque la gran minería de los metales es absolutamente sofisticada y reúne todas las características de cuidados ambientales que debe reunir cualquier actividad sustentable”.

Para el coordinador del Programa Nacional de Gestión Ambiental del INTA, Ernesto Viglizzo, el hecho de que buena parte de los proyectos mineros a cielo abierto se ubiquen en zonas de nacientes de agua pura es un ejemplo de carencia de políticas de ordenamiento territorial. “Quizás este tipo de cuestiones pueden haber tenido justificación en una época en que el conocimiento científico no permitía advertir riesgos ambientales extremos. Hoy, con la información que disponemos, sería injustificable. Sabemos que los contaminantes se difunden a través de los fluidos naturales (agua y aire) y que esos fluidos pueden transportar elementos nocivos a grandes distancias. De esta manera, un problema puntual muy localizado, se externaliza rápidamente a grandes escalas geográficas y también a grandes escalas temporales si es alto el tiempo de residencia del contaminante en el agua”.

Sin fundamento

Para Dedeu, no obstante, la mayoría de las acusaciones que se formulan contra la actividad minera son “fantochadas sin fundamento”. Asegura que en los lugares donde ya hay proyectos mineros en marcha ha mejorado la calidad de vida de la gente. “Muchos de los problemas que han habido con algunos sectores contrarios a la minería, y ahí viene nuestra indignación, no han partido del análisis de la realidad, sino de una visión totalmente distorsionada y donde una de las partes no ha tenido la oportunidad de expresar sus argumentos”.

El empresario aclaró, sin embargo, que cuando a pesar de todas las explicaciones de una empresa “una determinada comunidad quiere seguir viviendo como vive, que siga viviendo como vive. Acá a las patadas no sirve hacer las cosas. Mahatma Gandhi decía: «La peor contaminación en el mundo es la miseria», pero puede ocurrir que algunas comunidades que están viviendo en condiciones, muchas veces, hasta subhumanas quieran seguir viviendo así, bueno que sigan viviendo así”. (Nota de la Redacción: En rigor fue Indira Gandhi quien dijo: “No hay peor contaminación que la pobreza”. Fue en Estocolmo, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, en 1972).

Consultado sobre el “estado de alerta” declarado por la CAME, Dedeu explicó que se llegó al mismo debido al avasallamiento que la actividad minera padece en determinadas provincias. “Como creemos que la minería es una actividad tan noble como la agropecuaria, entendemos que en alguna forma la sociedad por un lado y los funcionarios por el otro tienen que hacerse responsables de evitar que esta situación se siga manteniendo por razones mezquinas”.

Para Canziani la cuestión ahora es “decidir qué es lo que se desea lograr, el mantenimiento de la producción frutihortícola y agroindustrial o su destrucción irremediable”. Este doctor en meteorología agregó que los productores deberán cuestionar a las autoridades que decidan su futuro “con la típica falacia de las administraciones que no han medido ni evaluado sus recursos actuales y carecen de capacidad para encarar un desarrollo sin agua suficiente”. Y concluyó: “Quienes piensen sólo en un futuro inmediato podrán llevar a la región a un desastre ecológico sin antecedente”.

Por Dante A. Rofi