Se han gastado miles de millones de dólares para permitir que las corporaciones se beneficien de fuentes públicas de agua a pesar de que la privatización del agua ha sido un fracaso épico en Latinoamérica, el Sudeste Asiático, Norteamérica, África y en todos los demás sitios donde se ha intentado. Pero no hay que decírselo a los controvertidos usureros del Banco Mundial.
Por Scott Thill publicado en AlterNet
15/11/2010. El mes pasado su brazo de financiamiento del sector privado, International Finance Corporation (IFC) lanzó silenciosamente la friolera de 100 millones de euros (139 millones de dólares) a Veolia Voda, la subsidiaria europea oriental de Veolia, la mayor corporación privada del agua del mundo. ¿Su objetivo final? La privatización de los recursos acuáticos de Europa oriental.
“Veolia ha dejado claro que su modelo empresarial se basa en la maximización de los beneficios, no en inversiones a largo plazo”, dijo a AlterNet Joby Gelbspan, coordinador senior de programas del observador del sector privado Corporate Accountability International. “Evidentemente, tanto el Banco Mundial como compañías transnacionales del agua como Veolia han reconocido que no quieren invertir en la infraestructura necesaria para mejorar el acceso al agua en Europa oriental. Por eso esta inversión de 100 millones de euros en Veolia Voda por el brazo de inversión privada del Banco Mundial es tan alarmante. Es una evidencia más de que el Banco Mundial sigue comprometido con la privatización del agua, a pesar de toda la evidencia de que este enfoque no resolverá la crisis mundial del agua.”
Toda la evidencia que Veolia requiere de que las privatizaciones del agua son operaciones condenadas al fracaso puede encontrarse en su lugar de origen en Francia, conocido más comúnmente como el centro de la privatización del agua. En junio, la administración municipal de París recuperó los servicios de aguas de la Ciudad Luz de sus dos multinacionales locales, Veolia y Suez, después de un torrente de controversias. Es sólo una de 40 remunicipalizaciones sólo en Francia, que se pueden sumar a las ocurridas en África, Asia, Latinoamérica, Norteamérica y otros sitios que esperan hacerlo, mostrando un cuadro no demasiado positivo: La privatización del agua es en última instancia un concepto horrible y un proyecto fracasado.
“Es indignante que IFC del Banco Mundial siga invirtiendo en privatizaciones corporativas del agua cuando fracasan en todo el mundo,” dijo a Alternet Maude Barlow, presidenta de Food and Water Watch y autora de Blue Covenant: The Global Water Crisis and the Fight for the Right to Water. “Una inversión similar de IFC en las Filipinas es un desastre definitivo. Comunidades locales y sus gobiernos en todo el mundo están cancelando sus contratos con compañías como Veolia por excesivos costes, despidos de trabajadores y servicio inferior al promedio.”
Filipinas es un excelente ejemplo del modelo inservible de la privatización del agua. Después de aprobar la Ley de Crisis del Agua en 1995, Filipinas obtuvo un plan de privatización de 283 millones de dólares administrado en parte por gigantes multinacionales como Suez y Bechtel. Después de algunos éxitos, todo se desmoronó después del año 2000, y pronto los precios de las tarifas aumentaron repetidamente, el servicio y la calidad del agua empeoraron y la oposición pública aumentó rápidamente. Actualmente, algunos filipinos todavía no tienen conexiones al agua, las tarifas aumentaron de 300 a 700 por ciento en algunas regiones, y estallidos de cólera y de gastroenteritis costaron vidas y enfermaron a cientos de personas.
“El Banco Mundial no ha aprendido nada de estos desastres y sigue cegado por una ideología obsoleta de que sólo el mercado no regulado solucionará los problemas del mundo”, agregó Barlow.
Pero pedir que el Banco Mundial aprenda de los desastres sería como aniquilar su misión general, que es capitalizar del desastre en el mundo en desarrollo en busca de beneficios. Su desastrosa historia de terapia de choque económica y ecológica ha afectado severamente a más de un país y ha sido enérgicamente criticada por cerebros como Joseph Stiglitz, quien fue otrora economista jefe del Banco, y Naomi Klein, cuya historia indispensable La doctrina del choque es una muestra horrenda de pesadillas de la privatización. Las buenas intenciones del Banco Mundial han sido comprometidas por una cadena interminable de terrible reputación y tratos aún peores, de su imperialismo cultural e insensibilidad a las diferencias regionales a su dominación por un puñado de elites económicas ebrias de desregulación, cuyo terrible fracaso no requiere otro ejemplo que nuestra continua crisis económica global.
“En el pasado, el Banco Mundial impulsó la privatización como el camino para aumentar la inversión en la infraestructura básica para sistemas de agua”, dijo Gelbspan. “Pero desde entonces los funcionarios del banco han admitido que las corporaciones transnacionales no quieren invertir en infraestructura, y en su lugar sólo quieren reducir las operaciones y apoderarse de los beneficios. El Banco Mundial ha reducido sus pretensiones, y se da por satisfecho con la denominada ‘eficiencia operativa’, que reduce la fuerza laboral del servicio, hace más estricto el cobro de facturas y corta el suministro a los que no pueden pagar.”
Ha sido una receta para el fracaso y la protesta, especialmente en la región misma que IFC y Veolia esperan explotar por todo lo que vale su agua. En 1998, se otorgaron préstamos del Banco Mundial para modernizar el decrépito sistema de aguas post soviético en Yerevan, una ciudad de Armenia. Con una condición: Tenía que ser dirigido por un contratista privado. La transnacional italiana ACEA obtuvo la tarea, pero rápidamente fracasó en la labor de ampliar el acceso al agua, en parte gracias a corrupción en la compañía. Tampoco mantuvo adecuadamente la presión del agua, permitiendo que aguas residuales penetraran el agua potable de la ciudad y enfermaran a cientos de personas. A pesar de esa farsa, el Banco Mundial otorgó otro contrato a Veolia en 2006, la que contrató al máximo ejecutivo de ACEA. Dos años después sólo uno de cada tres residentes de Yerevan tuvo la suerte de obtener un servicio de agua durante 24 horas, mientras continuaban los problemas de contaminación. El contrato de Veolia con la ciudad debería terminar en 2015.
Lo mismo vale para la ciudad turca de Alacati, que obtuvo un préstamo de 13 millones de dólares a finales de los años noventa así como la incompetencia de Veolia. Las facturas por agua de la ciudad subieron a 12 veces el precio del servicio en otras partes del país. Si se multiplica eso por las veces en las que casi cada nación o ciudad que ha privatizado su servicio de agua, se obtendrá una buena idea del motivo por el cual IFC del Banco Mundial es atacada por robo rapaz de recursos. Y por qué el mundo en desarrollo tiene razón cuando desconfía de sus buenos oficios, aunque el Banco Mundial puede hacer el bien cuando se lo propone.
“El Banco Mundial no habla de ninguna manera con una sola voz sobre su posición favorable a la privatización” explicó a Alternet Darcey O’Callaghan, director de política international de Food and Water Watch. “Un miembro del personal se refirió al tema como un mal experimento que ha demostrado ser erróneo, aunque miembros más importantes del personal tratan de adoptar una posición más matizada, afirmando que el Banco no está ni a favor ni en contra de la privatización sino simplemente promueve el modelo más apropiado para comunidades específicas. Por desgracia, nuestras propias estadísticas han mostrado que sin considerar sus declaraciones, un 52% de sus proyectos entre 2004 y 2008 promovieron alguna forma de privatización.”
Pero en lugar de reparar el proyecto fracaso de la privatización en su fuente, el Banco Mundial simplemente deriva su filosofía problemática al IFC. De modo que aunque el Banco Mundial pueda dividirse en su apoyo a la privatización del agua, IFC no tiene semejantes reservas, en la esperanza de capear los ataques de protesta pública, y tal vez la responsabilidad legal.
“Lo que es realmente temible”, agregó O’Callaghan, “es que vemos cada vez más que International Finance Corporation se hace cargo donde el Banco ha abandonado la privatización del agua. IFC es una institución patrocinada por el Banco cuyo objetivo es promover el sector privado, y como su financiamiento también proviene del sector privado, puede ser más difícil responsabilizarla. Peor todavía, según nuestras estadísticas de 2000 al 2008, un 80% de los préstamos de IFC se han destinado a las cuatro mayores compañías multinacionales del agua, concentrando aún más la industria global del agua.”
No sólo el agua está en el centro de las crecientes guerras por los recursos de la Tierra. A finales de octubre, el gobierno británico anunció que se propone vender sus bosques de propiedad estatal para contrarrestar un enorme déficit. Actualmente, compañías de gas natural se preparan para perforar en los parques nacionales de EE.UU. Por cierto, la ocupación chapucera de Iraq por EE.UU. y Gran Bretaña es una guerra prolongada por los recursos y el control de las reservas de petróleo de la asediada nación. El agua es sólo otro recurso natural, aunque el más importante, que equivale a un gran negocio para los que tratan cruelmente de aprovechar fondos limitados a costa de vidas inocentes.
“Las sequías y los desiertos se extienden en más de 100 países”, dijo Barlow. “Ahora es obvio que a nuestro mundo se la acaba el agua limpia, ya que la demanda va más allá del suministro. Esas corporaciones del agua, respaldadas todavía por el Banco Mundial, tratan de aprovechar esta crisis apoderándose de más control sobre los decrecientes suministros de agua.”
Lo que es otra forma de decir que, a pesar de la refrescante tendencia hacia la remunicipalización, nadie debería esperar que el Banco Mundial o sus intocables de IFC renuncien a la privatización y la desregulación en un futuro cercano. Eso significa que cada ciudad, y cada ciudadano, tiene que esperar un día de ajuste de cuentas, y debería oponerse al paradigma en bancarrota de la privatización y a todo lo que incluye en su arsenal.
“Hay que involucrarse en el ámbito local”, dijo O’Callaghan. “Tienes que saber de dónde proviene tu agua. Luchar contra los planes de privatización. Promover la conservación. Y no beber agua embotellada.”
Y Barlow agrega: “El único camino hacia un futuro con agua segura es la conservación del agua, la protección de las fuentes del agua, la restauración de las vertientes y la repartición justa y equitativa de los recursos acuáticos del planeta. El agua es un bien común, una responsabilidad pública y un derecho humano y nadie tiene derecho a apropiarse con fines de lucro cuando otros mueren por falta de acceso.”
Scott Thill dirige la revista en línea Morphizm.com. Sus escritos han aparecido en Salon, XLR8R, All Music Guide, Wired y otros.
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens