El martes terminó pasado por agua y el miércoles amagaba con más lluvia desde temprano. A medida que pasaban las horas y el cielo se debatía entre abrirse o cerrarse más, en el Congreso se desataba otro dilema: a ambos lados de Hipólito Yrigoyen, se tensaban fuerzas en torno a los Glaciares y su destino. Adentro del Senado se negociaba y se contaban los porotos. Sobre la plaza tomaba fuerza el acampe de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC) y el Otro Bicentenario por la sanción de la Ley Bonasso-Filmus. Esa tarde sobre Yrigoyen se materializó esa Argentina dividida entre quienes defienden nuestros bienes naturales frente al saqueo de las corporaciones y los que le abren las puertas.
Por Colectivo Para Todos Todo
El agua vale más que el oro
El tema tuvo su andar. Después del veto de Cristina Kirchner a la ley aprobada por unanimidad, sucedió la presentación de un nuevo proyecto y el debate entre Bonasso y Filmus. Después vino aquella famosa foto con el presidente de la Barrick Gold y las declaraciones en China ofreciendo generosamente la minería como destino de inversiones. Siguió con la sorpresiva unificación de proyectos en Diputados, la votación y aprobación en dicha cámara, la promesa de no vetarla de nuevo, y su llegada al senado. Durante la semana previa a la votación allí, los gobernadores de las provincias cordilleranas encabezados por el sanjuanino José Luis Gioja, redoblaron la presión para que el proyecto de diputados naufrague y se termine votando un proyecto propio que les garantice impunidad a las mineras (ahora, ley mediante) para continuar el saqueo, contaminando y destruyendo ecosistemas. El Secretario de Medio Ambiente y el de Minería del actual gobierno se presentaron dando sus respectivos vistos buenos a este último proyecto. Cuando la votación se adelantó del jueves para el miércoles, y cuando la comisión de medio ambiente dio dictamen de mayoría al proyecto de los gobernadores parecía que se venía una nueva farsa, una nueva ley proteccionista que no protege, con anuncios y tapas de diarios.
Pero la plaza metió la cola; mejor dicho “las plazas” metieron la cola. Porque a todo lo largo del país nacen y crecen espacios asamblearios donde gente de lo más común se une para enfrentar el poder de las corporaciones con sus múltiples caras y formas. Esquel, Gualeguaychú, Andalgalá, Famatina, las más conocidas, pero son muchas más, como reconocieron los legisladores en sus discursos. Si esto está en discusión hoy es mérito de todos ellos y todas ellas.
La Plaza
En el momento que Javier Rodríguez Pardo de UAC agarró el micrófono y empezó a convocar a los presentes, del otro lado de la plaza una barra “luqueada” de mineros empezó a tocar bombos y a cantar a favor de la minería. Con esa música de fondo la palabra fue circulando entre los venidos del interior del país, trayendo su experiencia de lucha. Tonadas del norte, del centro y del sur, rostros originarios y de la pampa gringa. Cada relato nos situaba en un paisaje distinto, algunos rodeados de montañas, otros con edificios. Cada relato mostraba una arista distinta de lo mismo: del saqueo que toma formas diversas en cada lugar así como la lucha contra él.
A medida que circulaba la palabra, la vereda de la plaza nos fue quedando chica y la gente que llegaba fue ocupando la calle. También hay que decir que mientras mucha gente llegaba, mucha más pasaba de largo. Cada corte de semáforo dejaba correr un flujo de autos y bondis abstraídos en una secuencia de colores que, amarillo mediante, oscilaba del rojo al verde y viceversa. Por las veredas, personas en vestimentas de todo tipo, igualmente raudas, urgentes, absortas. Abriéndose camino entre la multitud, pispiando al bondi que viene, bajando al subte, contando minutos y monedas… ¿Cuántas veces somos nosotros los absortos, los raudos y los urgentes?
Esa tarde los medios informaban del “caos para volver a casa” y del fallecimiento de la hija de Cris Morena. Por un lado piquetes y manifestaciones conspirando contra el merecido descanso; por otro, el dolor de la farándula a propósito de una pérdida “inesperada y terrible”… El debate en el Senado no existió hasta varias horas después, y lo que sucedía en la plaza apenas se filtró como un comentario. La cobertura del acampe corrió por cuenta de “los otros medios”, como Antena Negra Tv y FM La Tribu, de entre los muchos colectivos de comunicación alternativa presentes.
La plaza, una caja de resonancia. Primero Rodríguez Pardo con su acento gallego: “Sea cual fuere el resultado vamos a seguir peleando. De acá tenemos que salir fortalecidos, no importa si se gana o se pierde ahí adentro. ¿Por qué? Porque esto es sin fin, ¿y cómo lo hacemos “sin fin”?, desde abajo, desde cada asamblea y grupo, con el trabajo de las maestras con los chicos, en cada actividad”. “No tenemos que perder de vista donde está nuestra fuerza, no ahí, en el parlamento donde esos atorrantes negocian todo. Nuestra fuerza está acá, en esta reunión, en las asambleas, en el territorio. No podemos desanimarnos.” Lo sucedieron en la palabra compañeros de Esquel, de ese primer grupo de gente que arrancó pintando paredes, mapuches de este lado de la cordillera y del otro trayendo el reclamo por la anulación de la Ley Antiterrorista chilena, por la que 37 presos llevan 70 y pico de días de huelga de hambre; los compañeros de Andalgalá, de la Asamblea El Algarrobo. Saladillo denunciando el modelo sojero con sus fumigaciones y la contaminación de las aguas por los desperdicios de los feedlot; los originarios de los valles calchaquíes, donde se frenaron los camiones de La Alumbrera, y expresión de cuarenta mil años de historia viviendo en armonía con la naturaleza; los viñateros sanjuaninos denunciando a los poderes políticos cómplices con el saqueo y la muerte; un compañero de Santiago advirtiendo que ahí puede estar el “próximo Andalgalá”, Juan Veronés de la Asamblea de Gualeguaychú trayendo la voz de una experiencia que le cambió la agenda a dos países.
La plaza, una fiesta. Ya de tardecita empezaron a subir al escenario distintos grupos de música que se intercalaban con compañeros que daban su testimonio. Así como las luchas distintas se unieron en un sólo reclamo multicolor, la fiesta se fue armando con trazos de folclore y rock, de ritmos latinoamericanos. Como siempre que hay resistencia hay tambores, hasta allí llegaron sonando Los Tambores No Callan. La triste reja que encierra el monumento quedó cubierta por el colorido de las banderas y los carteles que se iban acomodando uno al lado de otro. Un enorme glaciar hecho con cartón. Una feria de libros de editoriales independientes; publicaciones de todo tipo; artesanías; cosas ricas.
El día después
El jueves nos despertamos esperando encontrar una mala noticia, pero no: Apenas 35 a 33 se sancionó el proyecto que venía de diputados, en una votación donde todos los bloques votaron divididos. Fue un triunfo. A la tarde, ya con sol, en la carpa montada durante la noche se conversaba en rueda al respecto: “Es un triunfo pero es peligroso dormirse, no vaya a pasar como con la ley de bosques” dijo un compañero y todos asintieron. Fueron apareciendo de nuevo la confrontación y sus escenarios: Vicente López y la lucha contra los emprendimientos inmobiliarios en la costa, donde aprendieron a “debatir sin enojarse”; Veladero y la murga como herramienta de lucha en San Juan; los basurales del Ceamse y la lucha de la asamblea de Cuidad Evita, aportando a la reflexión sobre nosotros mismos y lo que consumimos y tiramos (“yo escucho que se habla de la pacha, pero ¿sabén cuál es la ofrenda que le estamos haciendo a la pacha? Las 15.000 toneladas de basura que se entierran por día”); los tucumanos y la propuesta de hacerle un juicio ético a la Universidad Nacional que es socia en La Alumbrera; Andalgalá de nuevo y las formas novedosas con que son combatidos: fundaciones que “certifican” que no hay datos que demuestren los efectos de la minería en la salud, judicializaciones “de baja intensidad”, la falacia de la confrontación “pueblo contra pueblo”.
Cuando caía la tarde el festival se preparaba para seguir con instrumentos aprestándose, gente conversando y tomando mate, la feria firme. Tras un caballete un poeta recitando. Las banderas de cada lugar todavía ahí, multicolores. Con respecto a los glaciares y su protección queda por delante la reglamentación de la ley, ver hasta donde lastima la eliminación del artículo 17 del texto sancionado, que prohibía nuevos emprendimientos hasta tanto esté finalizado el censo de glaciares, esperar los movimientos de las mineras y sus socios como Gioja que adelantó que la ley “no se va a aplicar”…
El día después todo sigue. Cada lucha, cada lugar, cada uno de nosotros, todos los días.