Es curioso observar el debate sobre la producción primaria en la Argentina, y especialmente sobre cuáles son las motivaciones que explican un salto de 6 millones a 22 millones de hectáreas sembradas de soja en nuestro país. Es el rinde económico, idiota, se podría parafrasear a Clinton en su debate electoral por la presidencia de EEUU con Bush padre. ¿Porqué los productores algodoneros del Chaco migraron a la soja? Soja, minería o lo que mejor rinda… Escrito por Julio C. Gambina. ¿Por qué los ganaderos o lecheros se trasladaron a la soja? ¿Por qué bajan las extensiones de cultivos tradicionales, como el trigo, mientras crece la extensión de la siembra de la soja? La plaga verde se extiende por toda la geografía nacional. Pero también uno puede interrogarse por qué no la soja en San Juan, y sí la minería a cielo abierto. Tanto la minería como la producción agrícola remite a la renta de la tierra, la que es apropiada en las condiciones que determina el capitalismo en cada momento histórico del desarrollo.
La abundante y fértil tierra con que cuenta el país fue demandada en su momento por el capital inglés. Fue una forma de ampliar la producción de alimentos baratos para abastecer a su población y disminuir la presión de mejora salarial de sus trabajadores. Ahora la tierra argentina es funcional a la necesidad de alimentar una parte de la población de China, país que acumula más de tres décadas de crecimiento a tasas del 10% anual, expandiendo la capacidad de consumo, especialmente de alimentos ricos en proteínas (carnes alimentadas a soja), de su población. La dominante Inglaterra necesitaba tierra para su proyecto de dominación mundial, y China definió una reestructuración de su estrategia de desarrollo productivo que también requiere de la tierra extraterritorial.
Hay que recordar que para 1880 la población inglesa apenas representaba el 10% de la población mundial tributaria de la dominación británica. Para China la tierra es también estratégica, pues teniendo el 21% de la población mundial solo acredita el 7% de las tierras cultivables del planeta. Por el contrario a estos dos casos, Argentina tiene una escasa población y una enorme dotación de tierra productiva.
Pero resulta también que la especulación con recursos naturales favorece la explotación de la minería a cielo abierto con costosa tecnología, altamente consumidora de tóxicos y agua, haciendo rentable la explotación minera de oro y otros metales necesarios, entre otros usos, en la reconversión energética de una crisis terminal del modelo sustentado en el uso extensivo de los hidrocarburos.
Pero volvamos al razonamiento inicial, sobre por qué soja o minería en lugar de otros cultivos, u otras producciones. Algún funcionario cuyano mal explicó por estos días en el Congreso de Ciencia Política realizado en la tierra del sol eterno, que como la soja no se da en la aridez del suelo cuyano, entonces se debe aprovechar la demanda sobre recursos naturales provenientes de la minería. Soja no, entonces minería, lo que significa que siempre se trata de explotar al máximo los recursos naturales.
Del mismo modo que un productor chaqueño nos comentara hace un tiempo que la soja y la siembra directa ocupan menos personal, y por lo tanto supone menor costo de producción para una cosecha acrecentada con precios internacionales asegurados. Es la lógica del mercado, de una producción primaria de comodities, donde la Argentina se ofreció como laboratorio global.
En rigor, no solo la Argentina y si crecientemente Brasil y en proporción, aún mayor, el Paraguay, y cada vez más, el Uruguay. Son vecinos que comparten con problemas una voluntad de integración, pero que de la mano de las inversiones del capital que maneja el paquete tecnológico tienden a coincidir en la instalación del modelo extensivo en la producción de soja transgénica. Puede haber dificultades por las pasteras entre Argentina y Uruguay; por la energía hidroeléctrica entre Paraguay y la Argentina y Brasil respectivamente; o por diferencias comerciales entre Brasil y Argentina.
Pero es una realidad la convergencia decidida por los inversores que buscan rentabilidad para ser países invadidos por la fiebre sojera demandada por el mercado mundial.