Nada más alejado del espíritu y propósito de Peirano que generar una polémica como la instalada a nivel de las universidades nacionales argentinas. Aquí la Historia.
Por Dr. Carlos A. Seara
SINTESIS BIOGRÁFICA DEL INVESTIGADOR
Nace en la ciudad de Buenos Aires el 5 de junio de 1896; a partir de 1901 asiste al Colegio Hispano Argentino de San Martín (Pcia. de Buenos Aires) hasta 1904 cuando su familia decide radicarse en San Miguel de Tucumán.
Completa sus estudios primarios en la ciudad de Tucumán y en 1909 ingresa al ciclo secundario en el Colegio Nacional Bartolomé Mitre hasta 1914 en que egresa.
Para los estudios universitarios elige la Escuela de Farmacia de la Universidad Nacional de Buenos Aires en donde se diploma en 1918, como Farmacéutico.
Retornado a Tucumán dedica parte de su tiempo a prácticas geológicas y mineralógicas en gran parte de la región del NOA, esto ocurre entre 1919 y 1928, mientras ejerce su profesión.
Realiza viajes por Tucumán, Santiago del Estero, Salta y Catamarca durante los cuales, adquiere experiencia en el conocimiento de los minerales.
En 1921 efectuó un viaje geológico al Cerro Remate en Santiago del Estero y al año siguiente sus investigaciones alcanzaron la Quebrada de Humahuaca (Jujuy); también exploró la Sierra de La Ramada en la provincia de Tucumán, estas, continuaron en 1924 extendiéndose a la Sierra de San Javier y de Medina.
Durante 1925 recorrió los Nevados del Aconquija entre el Cerro Ampajango y Morro de los Cerrillos al sur, al tiempo que elaboró un corte morfológico de las Cumbres Calchaquíes hasta Colalao del Valle, regresando por Tafí del Valle.
En 1926 visita la zona del Cerro Negro en el Departamento Anta (Salta) mientras que al año siguiente retomó las investigaciones de las sierras del noreste tucumano.
En marzo de 1928 sus recorridos hacia el sur, lo llevaron hasta las Sierras del
Alto y Ancasti (Catamarca).
En 1929 se trasladó a Santa María donde continuó con su actividad de farmacéutico, lo que le permitió proseguir sus frecuentes excursiones geológicas en el valle y regiones aledañas tales como Sierra de Quilmes, Calchaquíes, Amaicha, llegando por el norte hasta Cafayate y la Quebrada de Las Conchas.
Desde diciembre de 1930 se desempeñó como encargado de Botánica del Museo de Historia Natural.
En 1931, en el Cerro Remate (Dpto. Pellegrini, Sgo. del Estero), continuó realizando colecciones botánicas e investigaciones arqueológicas y geológicas. Con la misma finalidad, posteriormente regresó desde Tucumán hasta el valle de Santa Maria, cruzando el macizo del Aconquija.
Al año siguiente sus objetivos fueron las Sierras de Ancasti en las cercanías del Portezuelo al este de Catamarca.
Durante 1933 concretó extensas campañas de recolección de especies para colecciones botánicas efectuando al mismo tiempo observaciones geológicas. Este recorrido duró cuatro meses y abarcó Tucumán, Rosario de la Frontera, Güemes, Salta, Alemanía y Cafayate, luego se dirigió hacia el sur hasta Santa María, desde allí pasó a Hualfin y Corral Quemado.
Más tarde llegó a Belén y cruzando por el este arribó a Andalgalá por las sierras reconociendo: Singuil, Balcozna, La Merced y La Cocha en Tucumán.
En 1934, con iguales objetivos, organiza un segundo viaje que lo llevó hacia el NO del Dpto. Belén recorriendo las sierras hasta Laguna Blanca y luego al NE hasta Corral Blanco en plena Puna catamarqueña.
Incursionó en sitios de interés geológico/petroleros como El Morenillo.
Departamento Rosario de la Frontera (Salta), lugar donde se hacían perforaciones de exploración.
Para 1935 organizó dos viajes, uno a las sierras de Ambato vertiente oriental de la zona de Miraflores y Los Ángeles(Catamarca), con exploraciones arqueológicas, colección de botánica y observaciones geológicas y el otro hacia el oeste de Catamarca a la zona de Tinogasta, Bolsón de Fiambalá, Guanchín y Chaschuil todos lugares de mucho interés geológico.
En 1936 abandona los trabajos botánicos y arqueológicos al ser designado Encargado de Mineralogía en el mismo Museo, siendo, a partir de ahí, donde se configura su vocación geológica.
Durante ese año parte nuevamente a las sierras de Catamarca, esta vez su objetivo es la sierra de Culampajá al norte de Belén donde inspecciona afloramientos de cobre y otros de arsénico en los cerros de Loconte.
En enero del 36, por primera vez el Dr. Peirano recorre el área de alteración de Agua de Dionisio, también conocido como La Aguadita o La Aguada, ubicado en el Distrito de Hualfín.
En ese yacimiento minero examinó aspectos que no habían sido considerados por los antiguos mineros artesanales que allí trabajaron e inició así una nueva etapa exploratoria para la zona.
Visitó Agua de Dionisio a instancias de un vecino de Hualfín, Don Arturo Abarza, quien le pidió un reconocimiento rápido de una manifestación que él había tramitado en la
Delegación de Minas de Catamarca. Esa inspección duró tres días, y aunque se efectuó con rapidez, le permitió tener una idea aproximada de las manifestaciones auroargentiferas, que comprobó eran pobres en la superficie. Muestras obtenidas en un segundo viaje, en octubre de ese mismo año, arrojó resultados que aconsejaban profundizar dichos estudios.
Su labor es aquí, importante por haber encarado y dirigido los trabajos de exploración en el distrito minero hasta 1951, esto lo realiza desde la Sección Minas Experimentales del Instituto de Mineralogía y Geología dependiente del Departamento de Investigaciones Regionales de la Universidad Nacional de Tucumán. Lo realizado le permite el descubrimiento del depósito de oro, plata y manganeso al que se lo designa con el nombre de “Farallón Negro”.
PERSONALIDAD DE PEIRANO
Alto delgado y fuerte, despreocupado del confort, desaliñado en el vestir, desgarbado, introvertido, no fumaba ni ingería bebidas alcohólicas y atribuía su buena salud; a su hábito vegetariano; cuando viajaba a las montañas, su ambiente predilecto, con equipaje liviano y alimento ligero, la impresión de su juventud se acrecentaba pues Don Abel no parecía experimentar fatiga cuando se trataba de transitar quebradas y laderas empinadas.
Caminador incansable, sostenía que era un placer inigualable contemplar el infinito en silencio, sentirse apabullado por el cielo, saber que todo es indescifrable y sin embargo armónico y hermoso, debajo de su cabello siempre caído, el brillo de sus ojos era inquietante, reflejaba sus permanentes ansias de conocimiento; gustaba leer largamente y sus preferencias, además de lo específico sobre geología y naturismo, eran profundizar su conocimiento sobre el pensamiento de Buda, fue estudioso de Mahoma, releía frecuentemente la historia de Cristo y se deleitaba con Krishnamurti; todos sus hábitos denotaban la influencia de la filosofía oriental, su condición de soltero, quizá fuera la razón por la que casi logró materializar todos sus sueños y llevar su vocación hasta las últimas consecuencias.
Paralelamente a viajes y exploraciones, desplegó una intensa actividad para montar, instalar y poner en funcionamiento el Instituto de Mineralogía y Geología donde trabajó interdisciplinariamente con ingenieros, geólogos, químicos, etc.
Peirano, más que farmacéutico fue un ciudadano ilustre que desarrolló una titánica labor tendiente al desarrollo del conocimiento geológico del noroeste argentino.
Publicó más de 60 trabajos relacionados con la geología y la petrografía, otros informativos y de divulgación y aún poesía.
Recibió numerosas distinciones, entre ellas la más sobresaliente fue la de ser distinguido con el título de Dr. Honoris Causa por la Universidad Nacional de Tucumán el 14/11/1950 por Res. 1416 – 180 – 950.
Describiendo su personalidad, dijo el Dr. Danieli “… en medio de una enfermedad terrible que no le permitió cumplir su ultimo deseo, “morir sin molestar a nadie”, siguió escribiendo en medio de lo que él llamaba “esas odiosas ausencias mentales ” o esas “pesadillas de vacío” a que lo sometió la arteroesclerosis…”, y por que fue el que más conoció a Peirano pudo construir una exacta definición de su persona “El mismo fue un yacimiento inagotable”.
PEIRANO CEDE SUS DERECHOS A LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN
Redescubiertas las áreas mineralizadas de “Farallón Negro” y su entorno por el Dr. Peirano, éste a través de otras personas procedió a solicitar los pertinentes derechos de cateo ante la autoridad minera de Catamarca con el propósito de cederlos luego, a la Universidad Nacional de Tucumán.
Oportunamente estos permisos fueron renovados, al tiempo que se cedía a favor de la U.N.Tucumán los derechos emergentes de tal autorización judicial.
Desde que la universidad tucumana aceptara el ofrecimiento de Peirano, mantuvo la posesión del área donada, renovando las solicitudes de los pedimentos y desarrollando intensas tareas para ampliar los conocimientos sobre el yacimiento y determinar exactamente la conveniencia de la explotación.
Los plazos de los últimos permisos de exploración quedaron suspendidos en1951 cuando el Poder Ejecutivo Nacional declara zona de reserva el área de Agua de Dionisio mediante el decreto 1934.
Durante este período la U.N. de Tucumán continuó manteniendo su presencia dentro de la zona mineralizada donada, conducta que importó la afirmación de sus derechos y la manifestación clara y terminante de su voluntad de realizar la exploración de ese yacimiento.
La citada norma legal subsistió en forma ininterrumpida hasta que se logró, tras largas negociaciones, que el P.E.Nacional aprobara por Decreto Nº 270 del 10/1/1958 por el cual se creaba el ente autárquico “Yacimientos Mineros de la Universidad Nacional de Tucumán (YMUNT), reconociéndose en él los derechos de la alta casa de estudios.
Pese a ello, el gobierno de turno de la Provincia de Catamarca se negó a hacer la concesión minera autorizada por el decreto precedente a favor de la Universidad de Tucumán. Esta conflictiva situación, recién pudo encaminarse hacia una solución permanente a través del acuerdo con las nuevas autoridades electas en Catamarca y las autoridades universitarias representadas entonces por el Ing. Eugenio Flavio Virla, quedando sellado en un documento conocido como “Acta de Farallón Negro”, firmado el 7 de julio de 1958, suscripta en el Senado de la Nación entre el Poder Ejecutivo de la Nación, el gobierno de Catamarca y la Universidad Nacional de Tucumán.
En esa acta se resolvió: “que la explotación de la mina y yacimientos de Agua de Dionisio (Farallón Negro) reviste gran interés y es de gran importancia, tanto provincial como nacional en todos los aspectos, económicos, culturales y sociales” (Art. 1º), y asimismo que: “para cumplir con esos importantes objetivos, existe pleno acuerdo en que la dirección y administración de esa explotación se haga creando un ente autárquico, con todas las facultades necesarias para operar ágil y funcionalmente con carácter de empresa estatal” (Art. 2º). También se convino que: “el manejo y dirección del ente a crearse se encuentre a cargo de un Directorio o Consejo formado por cinco miembros designados de la siguiente forma: Catamarca nombraría dos representantes, la Universidad de Tucumán, dos representantes y la Nación un representante que ejercerá la Presidencia del organismo”. (Art. 3º).
Como consecuencia de lo acordado en el acta de Farallón Negro, el Congreso de la Nación promulga con fecha 16 de octubre de 1958 la ley Nº 14.771 creando la empresa Yacimiento Minero Agua de Dionisio (YMAD), asignando a la misma la responsabilidad de la exploración, explotación, industrialización y comercialización de los minerales de cualquier categoría existente en la zona minera Agua de Dionisio (Art. 1º), facultando a la empresa para adquirir toda clase de derechos, inclusive mineros (Art. 3º) e inhibiéndola para transferir aquellos que le fueron otorgados por dicha ley (Art. 5º).
El Distrito Minero otorgado a YMAD por su ley de creación comprende una superficie de 343,98 km2 y está ubicado en el Distrito de Hualfín, Departamento Belén, provincia de Catamarca (Art. 4º). Esta disposición importa una excepción a la ley de fondo, en cuanto al número y medida de las pertenencias. También se dispuso que las utilidades líquidas y realizadas que arrojen los balances se distribuirán a razón de 60% para Catamarca y el 40% para la Universidad de Tucumán, de este último porcentaje el 20% se destinará a la formación de un Fondo Nacional que se distribuirá entre todas las Universidades del Estado (Art. 18º).
De este trayecto legal son muchas las conclusiones que se extraen a saber:
– los vericuetos de la justicia desvirtuaron la desinteresada donación del Dr. Peirano;
– mientras el ente IMAD, muy burocrático por cierto, explotó el yacimiento, se obtuvieron (Año 1986) 473 kgs. de oro y 3.450 kgs. de plata; (mayo de 1987) 224 kgs. de oro y 1.262 kgs de plata. Nunca se puso en claro cuanto costó lo obtenido y si la operación fue rentable ya que las universidades no recibieron participación alguna, en esa época; los datos fueron aportados por el IMAD y publicados por la Universidad Nacional de Tucumán;
– es deplorable el oportunismo de la provincia de Catamarca que sin haber aportado un solo centavo, se queda con el mayor porcentaje de lo producido 60%;
– la gran perjudicada de esta historia es la Universidad Nacional de Tucumán; recibe mediante escritura pública la donación, mantiene en el tiempo la propiedad minera acrecentando el patrimonio con campañas exploratorias, mapeos geológicos, extracción de muestras, análisis, infraestructura en la zona minera, etc. y en el reparto solo le asignan un mezquino 20%;
– la disputa entre Éticos y Legalistas no debe entablarse, hoy, a nivel de las universidades, sino que debió hacerse cuando se sancionó la ley. Una ley que viola instrumentos públicos y no respeta la voluntad de aquellos que se atuvieron al derecho, no puede ser considerada válida pues no contempla el propósito que le dio origen;
– los fondos viciados por una ley tramposa interesada en generar más burocracia que en proteger el bien cedido y una actividad igualmente sospechada por las agresiones al ambiente, a los poblados aledaños y a las instituciones de contralor de la Nación, no deben ser aceptados por las autoridades universitarias so pena de ser acusadas de connivencia con las multinacionales mineras;
– el Dr. Peirano soñó con una minería capaz de transformar el país en un emporio del desarrollo donde la universidad pública ocupara un sitial de privilegio. Nunca habló de entregas, ni renunciamientos y su vida y la obra dejada, así lo certifican.
DE LO IMAGINADO POR PEIRANO, A LAS MIGAJAS DE LOS FONDOS MINEROS DISTRIBUÍDOS ENTRE LAS UNIVERSIDADES
Sergio Hugo Cristani de la Universidad Nacional de Entre Ríos, ha escrito con mucho acierto:
“Los bastones largos del General Onganía se presentan de distintas formas en la universidad argentina. Están vigentes por ejemplo, en la supresión o dilución del pensamiento crítico. En la auto censura. En la ausencia de presupuesto genuino y en la presencia de partidas con destinos delimitados. En la aceptación de “donaciones” enmascaradas bajo la figura de “responsabilidad social empresaria”; o en la firma de un convenio con una multinacional que orientaliza, confidencializa y privatiza el conocimiento y la información públicas.
El bastonazo reciente lo dieron los rectores que integran el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) al aceptar y repartir por segunda vez, sin debate y sin culpa, dinero contaminado”…
Dr. Carlos A. Seara
Geólogo