Las emisiones de gases de efecto invernadero de la minería chilena aumentaron un 48 por ciento entre 2004 y 2008, pese a que en ese período la extracción de cobre, el principal producto de exportación del país, cayó un 2 por ciento. Estos datos aparecen en el estudio “Consumo de energía y emisiones de gases de efecto invernadero de la minería del cobre chileno 2008”, elaborado por la ingeniera Sara Pimentel, de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), y que publica hoy el diario El Mercurio.

Fuente: EFE
Santiago, Chile – 23/07/09. Este incremento de las emisiones se debe a que la reducción del flujo de gas procedente de Argentina desde 2004 obligó a aumentar la generación eléctrica basada en combustibles fósiles, a lo que se suma una baja en las leyes del mineral.
Al disminuir la concentración de cobre en el material extraído, se necesitó invertir más energía para obtener la misma cantidad del metal rojo, en concreto, ese consumo aumentó un 8 por ciento entre 2006 y 2008.

Cada tonelada de cobre fino que se produce en la actualidad en Chile genera 3,8 toneladas de gases de efecto invernadero.
Del total de emisiones que produce este sector, un 24% son consecuencia de los trabajos mineros, mientras que el 76 por ciento restante corresponde a emisiones indirectas, relacionadas con la producción de energía necesaria en esas labores.
Pimentel resalta que el impacto de la minería en las emisiones de dióxido de carbono no dependen tanto de las empresas del sector como de la política energética del país y de la matriz que tenga cada sistema eléctrico.

En Chile, la matriz del Sistema Interconectado del Norte Grande (SING), que abastece a los principales yacimientos del país, está compuesta casi en su totalidad por centrales termoeléctricas, que usan petróleo o carbón.

En cambio, el Sistema Interconectado Central (SIC) depende en un 53 por ciento de la generación hidroeléctrica y produce casi un tercio menos de gases contaminantes que el SING.