Indígenas de todo el mundo acusan a la minera Newmont de contaminar sus tierras con las prácticas de extracción.
La contaminación y erosión del terreno que provocan las actividades de extracción de oro de la empresa minera Newmont concentró a indígenas de todo el mundo a las puertas de la reunión de accionistas que este año se celebró en la ciudad de Denver, en Estados Unidos.
Los diferentes grupos procedentes de Perú, Indonesia, Ghana y otros lugares reclamaron a la empresa el cese de la agresión a los lugares en que residen y trataron de frenar la expansión de las actividades de la empresa, según informó la ONG Corporate Watch, en su boletín. En concreto, la tribu Shoshone, afincada en Nevada, protestó por la destrucción de los terrenos cercanos a las minas de oro, propiedad de la empresa.
Con este ánimo cientos de indígenas en Perú se movilizaron recientemente y lograron forzar a Newmont a cancelar sus planes de expansión sobre la mina de carbón de la sagrada montaña de Quillish, en la localidad de Yanacocha.
Ésta no es la primera movilización de protesta del colectivo que ya se unió para jalear 'nuestras vidas son más importantes que el oro', recuerda el texto, el pasado año durante la reunión de inversores que se celebró el 25 de abril.
A instancia de los grupos de protesta, el comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial apeló a la autoridad estadounidense para 'congelar' cualquier iniciativa de privatización de las tierras y parar los nuevos proyectos de la empresa minera.
Newmont, uno de los productores de oro más importantes del mundo, reveló que durante el primer trimestre 2006, había doblado los beneficios netos de todo 2005, que en abril alcanzaron los 209 millones de dólares (163 millones de euros).
Otra de las exigencias sobre la mesa es la de respetar los interfluvios, afectados por las actividades de extracción, según el religioso, Marco Arana –a quién el texto califica de experto en temas hidrológicos–. Éste aprovechó el viaje de Perú a Denver para transmitir al presidente de la compañía, Wayne Murdy, la desigualdad salarial que existe entre los trabajadores de las explotaciones de Perú y otros como los empleados en la ciudad norteamericana.
También en Asia hubo protestas contra las operaciones de Newmont.
Los miembros de la comunidad de Sumbawa, en Indonesia, quemaron la maquinaria de la mina de oro Batu Hijau Cooper, propiedad de la empresa.
Asimismo, el Movimiento Indio Americano de Colorado condenó las acciones de Newmont 'porque agreden el Medio Ambiente en Perú, Nevada, Ghana, Mexico, Canada, Australia, Bolivia y Filipinas'. El colectivo se refirió asismismo a las explotaciones de Black Hills, en Dakota del Sur, considerado 'lugar sagrado' y a la reserva india de Colville en Washington donde, acusan, 'la empresa vierte residuos radiactivos'.
Por razones de seguridad, durante las protestas en la ciudad de Denver los accionistas se trasladaron a las afueras de la ciudad aunque –estima el texto– 'las movilizaciones resultaron pacíficas'.
El movimiento 'Parar las Minas de Newmont' ofreció información, charlas en los colegios y concentraciones en las calles durante dos días.
El presidente de Newmont alegó en defensa de la compañía que los costes de la extracción se sopesan, 'pero no se pede contentar a todo el mundo'. Sin embargo, un grupo de accionistas se ha comprometido a instar al presidente de la compañía a acatar la recomendación de la ONU sobre las reclamaciones de la tribu Shoshone en Nevada.
En abril, el comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial rechazó la reclamación de Estados Unidos para transferir la propiedad de las tierras del oeste de Shoshone al Estado lo que cuestionó la legalidad con la que Newmont y otras emptresas operan en la zona.