Maneja las fuerzas de seguridad, al intendente y el Concejo Deliberante como si fueran empleados. Aprieta testigos y amenaza a la población. Se queda con tierras fiscales. Retiene los títulos de propiedad de la gente. Se apropia de recursos públicos. Corta rutas a punta de pistola. No cumple con las leyes. Sus operaciones son irregulares. Hasta acá el relato coincide con el que nos han contado sobre Milagro Sala, pero el protagonista de esta historia no es una coya jujeña sino un magnate inglés, la séptima fortuna del Reino Unido para ser precisos. No está preso, goza de buena prensa y a nadie se le ocurre plebiscitarlo a él. Una vez, sí, plebiscitaron su proyecto y perdió por el 79% de los votos.

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Por Juan Grabois* publicado en Tiempor Argentino
Se llama Joseph Lewis, Joe para los amigos. El grupo económico que lidera está compuesto por una intrincada red corporativa que incluye sociedades argentinas propias y de testaferros (Hidden Lake, Pampa Energía, etc.), unas doscientas sociedades extranjeras, varias radicadas en paraísos fiscales. Tiene buenos amigos en la política. El gobernador de Río Negro lo defiende capa y espada. El intendente del Bolsón, Bruno Pogliano, le oficia de contador y le presta su estudio para domiciliar sus sociedades. Su vocera, Dalina Pinacho, es hoy jefa en Radio Nacional. Lewis también le presta el rancho y el helicóptero con el presidente Mauricio Macri. Recibe políticos, empresarios y periodistas con quienes comparte generosamente la exclusiva vista del lago que nos robó a todos los argentinos. Algunos que trabajaron muy cerca de él, dicen que en Hidden Lake no se ahorra en prostitución y drogas para agasajar a los invitados.

Joseph tuvo un sueño y empezó de abajo. Quería su propio Estado en la Patagonia. Pergeñó un plan, buscó socios, encontró aliados, siempre supo untar manos ávidas de libras esterlinas. Empezó secuestrando el Lago Escondido y ahora dio el batacazo con la aprobación oficial del más ambicioso proyecto colonial de la Patagonia. A Joe nunca lo amilanaron los obstáculos. Arrasó con todos: leyes, fallos judiciales, dos reservas naturales, bosques, lagos, ríos, mapuches, criollos, instituciones, plebiscitos.

Tuvo su primer revés importante en 2009 cuando el Superior Tribunal de Justicia (STJ) ordenó “asegurar el acceso al lago Escondido con adecuada señalización y asegurando la transitabilidad” por el camino conocido como del Tacuifí. Desde luego, la gobernación debía ejecutar la sentencia pero Alberto Weretilnek nunca cumplió y el lago sigue siendo el parque acuático privado del gentelman y sus amigos. La del STJ era una sentencia firme y desde luego, ante el incumplimiento, hubo protestas. En ese contexto, su testaferro Van Ditmer afirmó “vamos a defender la propiedad privada con el Winchester en la mano, con sangre si hace falta”.

Con la asunción de Macri en la presidencia, el Estado Paralelo dio un salto de calidad. Apuraron el tranco, “vamos por todo” habrán pensado, y en abril ya estaban desmontando la tercera reserva de cipreses más importante del mundo. Había que poner un cable de alta tensión peor se olvidaron de pedir autorización, realizar el estudio de impacto ambiental, contratar una empresa habilitada, etc. Buscaron a un tipo bravo del pueblo, le dieron una retroexcavadora, mucha plata y garantías de impunidad. Alejandro Namor, habilitado por la AFIP cómo carnicero, le dio sin asco a la Reserva Forestal, como si fuera una mediares. El tajo que le hizo ya tiene más de nueve kilómetros. A ningún organismo oficial se le ocurrió frenarlo. Desde las organizaciones hicimos la denuncia correspondiente hace más de seis meses, no contra el pobre Namor, obviamente, sino contra los responsables políticos y económicos. Recién esta semana, el fiscal Arrien definió darle curso, promover la acción penal y la medida cautelar.

Veremos si el titular del juzgado de Instrucción Penal Nº 6, Marcos Burgos, se digna a definir algo antes de la feria. Dicen las malas lenguas que la madre del magistrado, la ex concejal Beatriz Tejeiro, es una conspicua operadora de Lewis en el mundillo político del Bolsón. No me consta y en cualquier caso si Su Señoría no puede ser imparcial seguramente se excusará como indica la ley.

Lewis supo tener una política de “responsabilidad social” que algún tiempo le granjeó la simpatía de parte de la población del Bolsón. Conoce las pasiones argentinas. Puso dos señoras canchas de futbol y un salón de eventos. Si te portabas bien, te dejaba mojarte los pies en su Lago previa reserva. Roba pero hace, esgrimían sus defensores. El relato indicaba, además, que el buen Joe quería abastecer de energía limpia al Bolsón. Nos iba a vender algo que extraía de nuestros recursos hídricos, a cuatro veces el precio de mercado, pero frente a la crisis energética debíamos verlo como un acto más de británica filantropía. Además eran pocos megawats.

Los ambientalistas del Bolsón esbozaron una teoría conspirativa que terminó siendo la triste realidad. La traza del electroducto, oh casualidad, pasa por otra reserva natural denominada Cumbreras de Mallín Ahogado, específicamente en la zona conocida como Pampa de Ludden. Allí había un viejo proyecto de loteo que parecía irremontable. Sin embargo, Lewis es un hombre de testón y nada iba a frenar su proyecto colonial. Como supimos finalmente, su intención no era abastecer de electricidad al Bolsón sino canalizar la energía hacia el nuevo estado de Su Majestad.

La Pampa de Ludden es un monumento natural que cuadriplica en superficie la Ciudad de Buenos Aires. Solía ser fiscal, intransferible, ultra protegida por las leyes, exclusiva para producción agroecológica, pero a través de una maniobra de triangulación de tierras el clan Lewis se la apropió por la módica suma de 69 pesos la hectárea – ¡sí señor, sí señora, leyó bien, 69 pesos, media pizza la hectárea! ¿Cómo hicieron? Más viejo que la escarapela. Escrituraron a nombre de una pobladora y seis meses después la compró el cuñado de Van Dittmer. Es una maniobra obviamente ilegal pero hubo silencio de radio en los organismos de control.

En la Pampa de Ludden, los lewisianos proyectan armar un paraíso artificial con centro de sky, cancha de golf, shopping centers, cines, hoteles, casas de veraneo, aeropuerto y algunos ricachones residentes para completar el proceso de colonización en una zona considerada de Seguridad Nacional por su importancia geoestratégica. Desde ya, esta ciudad-estado necesita energía. Desde ya, también necesita agua: el agua que hoy mantiene viva la Reserva de Biósfera Andino Norpatagónica y la población campesina de Mallín Ahogado. Nada que el dinero no pueda comprar.

Y el dinero actuó. En las últimas semanas, el contador Pogliano suscribió un extraño acuerdo con la empresa para el desarrollo del proyecto pese a que durante la campaña electoral se cansó de repetir que no iban a permitirlo. Acto seguido, sus ediles refrendaron el acuerdo y aprobaron el proyecto integral de Laderas del Perito Moreno S.A. Al que se quejaba, palo y patotaEn medio del asunto, desde el ejército de Lewislandia arrojaron bombas molotov contra los manifestantes, le propinaron una sonora paliza a un militante de la CTEP frente a la mirada impávida de la Secretaria de Gobierno, Letizia Tornero, y amedrentaron a otros activistas ambientales.

Sin embargo, la respuesta popular frente a toda esta inmundicia fue contundente y las calles del Bolsón vieron la más masiva protesta ciudadana de su historia. Más de cinco mil almas marcharon para repudiar este verdadero Estado Paralelo e instalaron una “Acampe en Defensa del Agua y la Tierra”. Espero pasar junto a ellos el año nuevo, no sin antes darme una vuelta por la fiscalía para denunciar por negociaciones incompatibles con la función pública al CPN Pogliano por firmar un convenio con la empresa que aún hoy comparte domicilio con su estudio que le brinda servicios contables. Es una mera formalidad porque no van a ser los jueces complacientes sino el pueblo movilizado quien ponga coto a tanto cipayaje y haga cumplir la ley no escrita de todo aquel que ama su tierra: ¡la Patria no se vende!

* Abogado y dirigente de CTEP