Su llanto es prolongado, sus dedos no dejan de rascar el pie derecho debido al escozor que le causan las erupciones. El cuerpo de Jeremy Fernando Arteaga Cruz, de un año y medio de edad, resiente los impactos de la explotación minera. Sus ojos están rojos, hinchados, fiel reflejo del dolor que soporta día con día a causa de la enfermedad que padece en la piel. El único consuelo que tiene y le alivia, es su madre, Suamy, quien agita una toalla que hace las veces de ventilador para refrescar a su hijo. Suamy sabe perfectamente que el agua de su pozo está contaminada con aluminio, arsénico, entre otros metales pesados, producto de la contaminación a los mantos acuíferos que causa la explotación minera. Las ganas de comprar agua embotellada le sobran, pero su difícil situación económica, aunado a los gastos en medicamentos para las erupciones en la piel de sus hijos, se lo impiden.
Fuente: Redacción Diario Co Latino

Daniel Trujillo – Enviado a Honduras – Redacción Diario Co Latino

El calor es característico del municipio El Porvenir, en Honduras, al igual que el agua contaminada por metales pesados, producto del trabajo de la mina San Andrés, que extrae oro en el Valle de Siria, desde 2000.
En la medida que el débil viento roza el cuerpo de Jeremy, su llanto disminuye. El pequeño se tranquiliza. Ya sereno señala con sus dedos índices las erupciones en sus pies.

Pero Jeremy no es el único afectado por el agua contaminada, también la piel de su hermana gemela, Briana, presenta un buen número de erupciones.
El municipio El Porvenir, junto con los de San Ignacio y Cedros, conforman el Valle de Siria, ubicado en el departamento de Francisco Morazán, Honduras, a unos 70 kilómetros de la capital Tegucigalpa.
Suamy sabe perfectamente que el agua de su pozo está contaminada con aluminio, arsénico, entre otros metales pesados, producto de la contaminación a los mantos acuíferos que causa la explotación minera.

Las ganas de comprar agua embotellada le sobran, pero su difícil situación económica, aunado a los gastos en medicamentos para las erupciones en la piel de sus hijos, se lo impiden.
Son tres los medicamentos que Suamy tiene que comprar. El desembolso por los fármacos suman los tres mil novecientos Lempiras, un poco más de $200.00. Su esposo que trabaja en Estados Unidos, le remesa el dinero para sufragar ese gasto.
Una de las promesas que la empresa minera Entremares Corp. manifestaba a los habitantes del Valle de Siria era que, con las operaciones de la mina San Martín y su extracción de oro, los municipios saldrían de la pobreza y progresarían notablemente. Pero el tiempo fue el encargado de desmentirlo.
Suamy y sus hijos forman parte de las 42 mil personas que habitan el Valle, de este número, sólo 140 trabajan en la referida mina.
El ingreso por familia en esa zona es de mil 997 Lempiras mensuales, un poco más $100.00. El 29% de la población es analfabeta y la desnutrición representa el 58% de las 42 mil almas que viven en el Valle de Siria.
La joven madre, de 24 años, tampoco se libró de los impactos en su cuerpo. La “rasquiña” ataca sus codos con frecuencia, que ya están lastimados.
Después de siete años de actividad minera en el Valle de Siria, el principal problema es el agua. Muchos ríos están secos, y el poco recurso hídrico existente está contaminado con metales pesados, dañino para las personas.
Para extraer una onza de oro, la empresa minera remueve 20 toneladas de roca y tierra; utiliza entre 200 a 320 galones de agua por minuto. El cianuro ocupado en la actividad minera es el principal encargado de contaminar el agua.
Sumado a esto, cuando se remueven rocas y tierra se liberan metales pesados de las rocas fragmentadas, contaminando los mantos acuíferos, el aire y los suelos.
El gobierno hondureño autorizó a la empresa Entremares Corp. la extracción de oro en 14 mil hectáreas en el Valle de Siria; pero debido a la resistencia de la gente de la zona, esta multinacional canadiense sólo trabajo en mil hectáreas y se prepara para cerrar sus operaciones.
“Mi suegra también está afectada. A ella, desde 2005 le están saliendo las erupciones. Toma medicamentos y se le controlan, pero ya no se aguanta esta situación, porque vemos que es imposible que se cure ella y mis hijos”, lamentó Suamy.

Modesta Cefalia Arteaga Ramos tiene 54 años de edad, es la abuela de los gemelos. La “rasquiña” con sus respectivas ronchas se manifestaron en ella en el 2005.

¿Cómo se enfermó? Por lavar la ropa de sus hijos en un río contaminado por químicos utilizados por la actividad minera.

Durante y después de lavar la ropa Modesta sufría de una picazón intensa en todo el cuerpo. Ella se rascaba al punto de sangrar. “No me importaba que me saliera sangre y me dañara toda la piel, con tal de ya no sentir toda esa rasquiña que me desespera”, relató la suegra de Suamy.

Los ojos cansados de la abuela de los gemelos, y su piel con cicatrices, no se distinguen a primera vista, por la tonalidad de su piel oscura.
Al igual que sus nietos, Modesta toma medicamentos, aunque hay meses en los que no puede seguir el tratamiento al pie de la letra por su precaria situación económica.
Los efectos de la explotación minera en el Valle de Siria marcan la vida de dos generaciones de una sola familia, misma que se encuentra entre la espada y la pared por no tener una salida viable.
La mina San Martín dejará de funcionar en un mediano plazo pero las secuelas aparecerán día a día con el transcurso de los años, ya que los efectos de la explotación minera en el medioambiente prácticamente son irreversibles.

La resistencia
Antes de 2001 los habitantes del Valle de Siria fueron seducidos por la empresa minera con brigadas médicas gratuitas, entrega de útiles escolares, fiestas para los cumpleañeros de cada mes, entre otras compras de voluntades.
Pero ahora los lugareños del Valle, conscientes del daño a su salud y al medioambiente por la explotación minera, se organizaron y dieron vida al Comité Regional Ambientalista, con el objeto de hacer un frente de resistencia y sacar a Entremares Corp. de la zona.
Carlos Amador es el secretario general de dicha organización y asegura que el problema de la explotación minera surgió en 1998, luego que Honduras fuera golpeada por el huracán Mitch.
Hace diez años el gobierno hondureño no sabía cómo remediar los daños dejados por Mitch. No contaba con herramientas para llevar en la dirección del “desarrollo” al pueblo de Honduras.
Pero no fue hasta que el Congreso de Honduras reformó la Ley de Minas, con el propósito de oxigenar la economía catracha.
Así fue como hasta la actualidad existen cerca de 300 concesiones mineras en Honduras, de ellas, sólo tres tienen permiso para explotar.
No obstante, Amador manifestó que los habitantes de las zonas donde existe extracción de metales viven en pobreza; producto de ello los jóvenes y jefes de hogar migran hacia Estados Unidos, así como el esposo de Suamy, la madre de los gemelos.
A diario cerca de 500 personas salen de Honduras en busca del sueño americano, con el fin de mejorar su economía familiar.
“No tenemos registro de muertes humanas por la contaminación de metales en el agua, pero sí tenemos registro de abortos en animales.
Antes la gente del Valle de Siria se dedicaba a la agricultura y ganadería, pero ahora no hay mucho trabajo, porque el agua escasea”, expresó.
Amador también es el coordinador general de la Red Nacional de los pueblos Afectados y Pretendidos por la Minería, organización con presencia en 16 de los 18 departamentos de Honduras.
Según datos de la Red Nacional, más del 40% de la población del Valle de Siria es afectada directamente por los impactos de la explotación minera.
Aún con ese dato negro, Amador se siente bien ya que generan conciencia a buena parte de los habitantes hondureños de lo perjudicial que es la actividad minera.
Pero el trabajo de concienciación se remonta a finales de 2001, cuando el doctor Juan Almendares Bonilla realizó una consulta en el Valle de Siria.
En esa actividad, el 12% de la población atendida presentó enfermedades de la piel. Al año siguiente, ese porcentaje tuvo un incremento significativo, para ese entonces las personas atendidas con problemas en la piel era del 52%.
El repunte principal fue en 2006, cuando del total de personas consultadas, el 96% presentaban enfermedades de la piel.
La mina San Martín opera bajo la modalidad de cielo abierto, donde hay lagunas artificiales con cianuro.
Este método es prohibido en Alemania y en varios países del mundo por los inminentes accidentes.
“La toxicidad de la minería es acumulativa, los efectos se pueden ver a corto, mediano y largo plazo, y son crónicos”, explicó Almendares, quien es también catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
La falta de agua en el Valle de Siria, es tal, que la empresa minera colocó unos tanques de “agua de consumo doméstico” a orillas de la mina San Martín, a fin de que la gente no se quede sin agua para sus necesidades básicas.
Américo Núñez, ante la falta de agua, acomodaba la manguera del tanque en unos recipientes sobre la cama de su vehículo pick up, para que su ganado lo consuma y así aliviar la sed de las bestias.
Cerca de la una de la tarde, Américo ya había hecho el segundo viaje del día. Con el agua recaudada al final de la tarde no tendría que abastecerse hasta dentro de dos días.
Pero él lo sabe perfectamente: aún el agua proporcionada por Entremares Corp. no es confiable.
“Esa agua está contaminada, yo no la tomo, ni mucho menos mi familia”, dijo. Encendió el motor de su vehículo, cerró con fuerza la puerta y se marchó a su casa.

El norte y el sur
De las 300 concesiones mineras en Honduras, 42 están en la franja sur, pero si el gobierno hondureño da luz verde para la explotación, la zona norte de El Salvador saldrá afectada también.
Las concesiones están ubicadas en los departamentos hondureños de Valle, La Paz, Lempira y Ocotepeque. Si en un futuro se concede la explotación, afectará a los departamentos salvadoreños de La Unión, Morazán, San Miguel, Cabañas, Chalatenango y Santa Ana. Los ríos contaminados serían: Goascorán, Torola y Lempa.
Debido a la peligrosidad de esto, tanto la Red Nacional de los pueblos Afectados y Pretendidos por la Minería como el Centro de Investigación sobre Inversión y Comercio (CEICOM), entre otras organizaciones, realizaron un encuentro binacional con el propósito de intercambiar experiencias respecto a la lucha contra la minería metálica.
En el encuentro binacional se demandó, entre otras cosas, que los gobiernos de Honduras y El Salvador responsabilicen a las empresas mineras por los daños a la salud de las personas que viven en las cercanías de los proyectos mineros.
Asimismo, que los gobiernos ya no firmen concesiones de exploración y explotación minera, a fin de no dañar los recursos naturales de ambos países.
En El Salvador hay 29 concesiones de exploración minera de oro y plata.
Estos proyectos ocupan un área de un mil 153 kilómetros cuadrados, equivalente a todo el departamento de San Vicente. La empresa más representativa de estos proyectos es la Pacific Rim, de capital canadiense.
La Ley de Minería de El Salvador sólo contempla la exploración minera y su explotación, con ciertos requisitos como estudio de impacto ambiental, fianzas, consulta pública, entre otros.
Se han presentado dos propuestas a la Asamblea Legislativa para crear una nueva Ley de Minería.
La primera fue presentada por Pacific Rim a través del Partido de Conciliación Nacional (PCN).
La segunda por diversas organizaciones sociales que conforman la Mesa Nacional Frente a la Minería.
El Congreso no ha tocado ninguna de las dos propuestas, debido a la coyuntura electoral que vive El Salvador de cara a las elecciones presidenciales de 2009, ni mucho menos fijar una postura si está a favor o en contra de la explotación minera en la franja norte de El Salvador.