San Salvador, El Salvador – 23/05/2008. Se dice que nuestros antepasados se deslumbraron por espejos y cuentas de vidrio que les ofrecían los conquistadores a cambio de oro. Es probable que los indígenas en realidad hicieran buen negocio, tomando en cuenta que el metal no era moneda de cambio ni esencial para su economía local; pero el ejemplo se cita para mostrar un caso de negocio desigual, en el que una de las partes se aprovecha del desconocimiento de la otra para obtener una ventaja. Es cierto que hoy el petróleo y el oro tienen más valor comercial que el agua y el medio ambiente; pero estos tienen mayor valor, aunque no comercial, para posibilitar la vida de una comunidad y asegurar el futuro. De qué vale vender oro y petróleo, si hay que destruir la casa y es la única que tenemos.
Por Henry Campos

Se dice que nuestros antepasados se deslumbraron por espejos y cuentas de vidrio que les ofrecían los conquistadores a cambio de oro. Es probable que los indígenas en realidad hicieran buen negocio, tomando en cuenta que el metal no era moneda de cambio ni esencial para su economía local; pero el ejemplo se cita para mostrar un caso de negocio desigual, en el que una de las partes se aprovecha del desconocimiento de la otra para obtener una ventaja. Actualmente sería un error conformarnos con una economía local y hacer negocios sin informarse adecuadamente de lo que sucede en el mundo y calcular responsablemente lo que sucederá a futuro.

Sin embargo, existen ofertas en las que se pretende deslumbrar con grandes promesas a los incautos. Es cierto que hoy el petróleo y el oro tienen más valor comercial que el agua y el medio ambiente; pero estos tienen mayor valor, aunque no comercial, para posibilitar la vida de una comunidad y asegurar el futuro. Además se prevé que con el paso de los años el agua será estratégica como fuente de energía y producto del comercio mundial, y en vez de sacrificar el medio ambiente por oro, habría que renunciar al oro para asegurar el futuro.

De qué vale vender oro y petróleo, si hay que destruir la casa y es la única que tenemos. Aun si los grandes beneficios económicos llegaran a los ciudadanos, de qué les valdrá tener un hospital con medicinas, una escuela, un puesto de trabajo, un salario por diez años, si por más de cien años habrá menos agua disponible y un medio ambiente menos sano, que podría acortar su vida y sus condiciones. En todo caso son situaciones que no se descubren o se aprenden en un simple anuncio.

Desde hace mucho tiempo hay una permanente publicidad, cuyo autor se esconde en el anonimato, promoviendo una actividad llamada minería verde, citando desconocidas encuestas y decisiones de países a favor de la misma. Incluso aparecen imágenes de presidentes de Estados Unidos, Costa Rica, Cuba, etc. Es fácil imaginar que esta propaganda es dirigida por una empresa extranjera interesada en la extracción de metales que tiene muchos recursos. No obstante que algunos ciudadanos pueden creer que los anuncios son noticias y que lo dicho está confirmado, en realidad nadie está validando en esos anuncios que los países mencionados practiquen tal actividad o que exista como método de explotación, que esa minería haya sido positiva, que hayan obtenido beneficios los ciudadanos, que se vaya a quedar la mayoría de recursos en El Salvador, que no existan riesgos medioambientales y que gran parte de los salvadoreños estemos de acuerdo con tal explotación.

Sencillamente se trata de afirmaciones interesadas. Una publicidad responsable sobre productos o actividades se identifica, porque los fantasmas y los anónimos no son confiables. Quien utiliza imágenes de gobernantes sin su autorización para fines comerciales no solo explota ilegalmente la imagen de una persona, sino también pretende manipular la conciencia ciudadana.

En vez de utilizar una campaña propagandística es mejor acudir a métodos igualitarios y democráticos, sentarse públicamente a exponer y debatir abierta y respetuosamente todas las condiciones y efectos de la minería en nuestro país.

Podría iniciarse una discusión en medios de comunicación, Asamblea Legislativa, cabildos abiertos de alcaldías, instituciones de educación superior y otras, en las que se tenga en cuenta a todos y sus diferentes posiciones al respecto.

Para ello se necesita que los fantasmas se corporicen y que los anónimos salgan de su escondite y se identifiquen, mostrando su realidad y enfrentando sus argumentos y fundamentos a los ciudadanos.

“El intelectual debe estar preparado para la cárcel y para afrontar las mayores dificultades económicas, para sacrificar su bienestar personal en aras del bienestar cultural de su país. Si una cantidad de personas se resolviera a dar un paso de tanta gravedad, a la postre conquistaría el éxito. Si no es así, los intelectuales no merecen nada mejor que la esclavitud que se pretende imponerles”.

EINSTEIN