Desde la Asamblea de Vecinos de Esquel deseamos compartir estas reflexiones con el conjunto de la comunidad, ante las acusaciones sin pruebas y las comparaciones disparatadas formuladas recientemente por el intendente Rafael Williams y el gobernador Martín Buzzi, referidas a los vecinos que participamos en la defensa de la vida y contra la instalación de la megaminería. Asimismo, repudiamos los hechos de violencia sufridos recientemente por algunos vecinos y que han sido denunciados ya en Fiscalía y exigimos su inmediata investigación.
Por Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el NO A LA MINA
Invitamos a todos nuestros vecinos y vecinas a estar alertas ante este tipo de maniobras, que seguramente se reiterarán o intensificarán con fines políticos y empresarios a lo largo de este año electoral en el que, más allá de la competencia entre partidos, se continuará intentando imponer a nuestra provincia el modelo de extracción megaminera tanto metalífera como también de Uranio, con las fuertes consecuencias para el ambiente y la salud que dichos procesos conllevan, y que como mínimo deberían ser informados a la población por el mismo Estado que las promueve.
Como desde hace ya 12 años, la lucha pacífica pero firme de Esquel continúa, con la información y la difusión como principales instrumentos de lucha, así como con el esfuerzo cotidiano para ponerlas en práctica y sostenerlas en el tiempo, con la participación y la solidaridad de UN PUEBLO QUE NO SE VENDE.
El señalamiento a un conjunto de personas para calificarlo como enemigo público es muy antiguo como práctica deshonesta del ejercicio del poder.
Acusar a un grupo a fin de convertirlo en alguna clase de monstruo social, o de amenaza pública, tiene varios efectos casi automáticos:
-genera, en la sociedad, desconfianza hacia el grupo en cuestión,
-si dicho grupo tiene fuertes lazos con la comunidad a la que pertenece, el miedo de ésta puede debilitar fuertemente o incluso disolver esos lazos, convirtiéndola por lo tanto en una comunidad o sociedad más débil
-por otra parte, el gobernante, al denunciar un peligro, aparece como conocedor de “algo” que el resto de la comunidad no percibe, invistiéndose de atributos superiores a los del conjunto social
-esto a su vez, ante los ojos de algunas personas -aquellas que por estilo o personalidad tienen una natural simpatía para con cualquier figura de autoridad- hace aparecer al gobernante como un protector de la comunidad con poderes especiales
-mientras tanto, hacia el interior del conjunto social, la falsa acusación genera sospechas, e inmediatos rechazos, entre grupos de vecinos
-cuando se trata de acusaciones difusas, sin precisión, el efecto se intensifica, dado que se teme más a aquello que no está delimitado o identificado. Esto es incluso un recurso utilizado en los relatos y cine de terror.
-la propagación de esos señalamientos y acusaciones a través de medios masivos de comunicación, amplía fuertemente el rechazo social hacia los señalados… o creando un estado de indiferencia inducida.
-finalmente, los integrantes del grupo señalado pasan así a quedar como manchados de una “peligrosidad presunta” -e imprecisa-, resultando más expuestos y vulnerables no sólo ante procedimientos -regulares o irregulares- de las fuerzas de seguridad, sino también ante acciones “justicieras” por parte de grupos de vecinos o ciudadanos que efectivamente incorporen el miedo generado desde el poder. Y completando este esquema perverso, cualquier ataque sufrido por un integrante del grupo “marcado” por el gobernante queda virtualmente, tácitamente, “justificado” en función del mismo señalamiento.
Este mecanismo de miedo dirigido es un método usualmente utilizado por gobiernos que ambicionan ampliar o intensificar su poder: provocar en la población terror hacia sí misma, a través de la generación de sospechas entre vecinos, colegas, compañeros de trabajo
Y se utiliza como un intento -muchas veces exitoso-de “enfriar” la solidaridad y sobre todo la participación popular.
Desde las quemas de mujeres y hombres acusados de brujería o de herejías en la Edad Media y la Edad Moderna, pasando por las persecuciones a distintos grupos étnicos y religiosos en los siglos siguientes, la propaganda nazi y sus posteriores atrocidades contra la población de origen judío y otros grupos, las oleadas maccartistas en EEUU y los métodos de manipulación mediática y social ejercidos por la última dictadura militar en nuestro país, hasta la más reciente estigmatización de la población de origen árabe en EEUU y Europa o el prejuicio social inducido hacia los jóvenes, los pobres, y otros grupos, el método de la siembra del terror opera siempre a favor de los intereses del Poder, y en contra de las comunidades.
ASAMBLEA DE VECINOS AUTOCONVOCADOS POR EL NO A LA MINA
ESQUEL