El 23 de Marzo de 2003 fue un día trascendental para la lucha por la vida y el territorio en Argentina, ese día se llevó a cabo en la ciudad de Esquel, Provincia del Chubut, el plebiscito para decidir la instalación de un proyecto megaminero hidrotóxico en adyacencias de esa localidad de la Patagonia Argentina.

Por Federico Soria
El plebiscito se llevó a cabo luego de una larga lucha encarada por los vecinos de esa localidad, nucleados en la Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el No a la Mina, a raiz del estado avanzado del proyecto minero Cordón de Esquel, para explotar oro y otros metales, con separación mediante el método de lixiviación con cianuro, que se planeaba realizar en los cerros más próximos a ese hermoso lugar, por parte de la compañía transnacional Meridian Gold, explotación que estuvo a punto de ser aprobada por el gobierno provincial y contaba con un alto grado de apoyo del empresariado y la totalidad del espectro político de aquel entonces. Sólo la inquebrantable voluntad de autodeterminación de los esquelenses lo detuvo a tiempo.

Un hito histórico: el recuerdo y su significación simbólica

Finalmente ese día histórico, del cual ya han pasado 10 años, había llegado: el plebiscito se llevó a cabo en absoluta paz y normalidad, y el resultado no podría haber sido más contundente: habiendo votado el 75% de los empadronados, el 81% le dijo NO a la mina. Indudablemente ambos guarismos representan la envidia de cualquier fuerza política con pretensiones electoralistas, pero sin ambargo fue alcanzada únicamente por la propia decisión de esos electores, los que debieron resistir la fuerte y ostentosa campaña en contrario, llevada a cabo por la empresa interesada y el gobierno de turno, quienes final y definitivamente, fueron limpia y democráticamente derrotados… Nunca más apropiada una frase que recuerdo de alguna campaña electoral de cuando era adolescente: “En el cuarto oscuro los matones no te ven…”

La noticia del plebiscito copó fugazmente varios diarios de tirada nacional, en cuyos archivos web, las notas de aquel entonces, todavía están colgadas:

* Clarín del 24/03/2003
* La Nación del 24/03/2003
* Página 12 del 24/03/2003

Con el paso del tiempo y los acontecimientos, el plebiscito de Esquel por el NO a la mina resultó ser un fenómeno histórico de trascendencia nacional, ya que con posterioridad se intentó replicar en otras localidades a lo largo y ancho del país, así fue como inmediatamente se efectuaron consultas populares en Lago Puelo, Epuyén y El Bolsón, donde los resultados fueron aún más contundentes. El capital minero transnacional, junto a los gobiernos cómplices, se dieron cuenta que este mecanismo por demás democrático, consentido e informado, atentaba contra sus intereses particulares derivados del floreciente negocio de la megaminería hidrotóxica, por ello es que otras iniciativas similares que comenzaron a ser exigidas por los movimientos populares en otros puntos del país, fueron en casi todos los casos, desautorizadas por los gobiernos locales de turno.

El único plebiscito de este tipo que con posterioridad pudo llevarse a cabo, no sin antes sortear una serie de interminables escollos, fue el que se efectuó en la localidad de Loncopué, Provincia del Neuquén, el 3 de junio de 2012, donde también se dieron guarismos similares a los de Esquel: el 82% le dijo NO a la mina…

Sin embargo, toda la lucha social encarada por los vecinos autoconvocados de Esquel, tiene un valor simbólico mucho mayor al del mero acto eleccionario, la de Esquel fue el primer movimiento popular contra la megaminería hidrotóxica en conocerse y obtener resultados positivos, consecuentemente resultó ejemplificadora para el resto; y eso fue tan así que de ella derivó su réplica en varios puntos del país, donde se fueron originando movimientos y luchas sociales similares, algunos estaban en estado latente, pero otros fueron réplicas de aquella gesta…

La repercusión en otras luchas, vivencias de un pasado vivo…

En mi caso personal, por aquel entonces residía en Mendoza, donde viví hasta ahora, la mayor parte de mi vida. Mi primer contacto con el avance megaminero fue en vivo y en directo, en el año 1991, cuando me desempeñaba como guardaparque en el Parque Provincial Tupungato. Allí me desempeñaba en el Valle del Río Santa Clara, un lugar paradisíaco de la alta montaña mendocina, donde crecen los “cuye” y las “yaretas” unas plantas en cojín de forma esférica que en ese lugar pueden vivir hasta 3000 años, que conforman enormes bolas verdes de hasta 4 metros de diámetro, una singularidad natural excepcional… Un día de tantos, en medio de esa pristinidad natural, grande fue mi sorpresa cuando aparecieron unas topadoras arrasando con todo. En mi carácter de Guardaparque procedí a detener semejante destrucción y labrar las actas de rigor. Aparentemente el dueño de la concesión minera tomó conocimiento a partir de ese instante que el lugar no estaba disponible para la depredación y el pillaje que pretendía llevar a cabo.

A partir de ese primer contacto inicial, comencé a enterarme de qué se trataba la megaminería hidrotóxica y de sus graves consecuencias para el ambiente y la sociedad; y eso que todavía no se aprobaba la legislación minera permisiva de los años ’90s…!!!

En aquel entonces, en Mendoza érmos muy pocas voces en contra, dispersas y desconectadas: no había internet, celulares, etc… por eso en un primer momento la oposición mediante una lucha social era utópica y sólo estábamos librados a la suerte, así fue como se salieron con la suya: por el lobby megaminero enquistado en los diferentes estamentos del estado, el Parque Tupungato fue cercenado por ley y finalmente la exploración inicial del Valle Santa Clara se llevó a cabo 5 años después, en 1996. Por suerte fue sólo eso y hoy, gracias a la lucha popular, el lugar está nuevamente a salvo dentro del Parque Provincial Cordón del Plata.

Recién alrededor del año 2000 pudimos empezar a juntar voces y opiniones a favor, así como también contar ya con un cúmulo de información necesaria para empezar a rebatir con argumentos técnicos de base empírica el discurso corporativo empresarial, que desde el vamos mostraba incoherencias que no podían ser explicitadas por los propios lobbystas megamineros.

En ese año, junto con un compañero de lucha, dimos la primera charla pública contra la megaminería hidrotóxica, en el marco de unas jornadas institucionales sobre desarrollo sustentable, realizadas en una universidad de la ciudad de Mendoza. El ámbito no era muy propicio, ya que la mayoría del público era del sector minero. El contenido de la misma conforma uno de los primeros artículos publicados en este espacio de expresión, hace ya 4 años, y puede verse ACÁ.

Posteriormente nos llegó un escrito de la Pastoral Social de Bariloche, en realidad era una suerte de dossier de una pocas páginas, la primer publicación del tema que llegó a mis manos en aquel entonces, que fue una suerte de adelanto del documento que años más tarde se publicó con formato de libro y puede verse ACÁ.
En ese contexto empiezan a llegar las noticias de Esquel: la lucha de los vecinos, las movilizaciones, las puebladas y finalmente… el plebiscito y sus resultados contundentes, ese hecho fue una suerte de empujón que nos sirvió  para envalentonarnos, diseñar estrategias y salir a la calle…
A partir del 2003 yo dejé mi puesto de guardaparque y pasé a una oficina técnica de las áreas naturales protegidas de Mendoza, allí pude tomar contacto con un mayor número de personas involucradas en la temática y deseosas de encarar la lucha. En mi caso fue desde lo técnico y entre bambalinas, debido a la persecución que hubo sobre todos los empleados públicos comprometidos. Aún así puedo considerar que mi aporte fue muy productivo: primero la lucha de San Carlos, el primer bastión, las mineras pretendían instalarse en torno a laLaguna del Diamante, allí donde están los glaciares y vegas altoandinas, fuentes de agua pura que dan origen a los ríos que dan vida al oasis mendocino. En esas interminables reuniones (que comenzaron en casas de vecinos y luego se efectuaron en la Sociedad Rural del Valle de Uco, el teatro de La Consulta y terminaron copando los espacios públicos) nació primero el “Frente Diamante” que luego pasaría a denominarse “Asamblea por el Agua Pura”. Después vinieron los cortes de ruta y las puebladas y así, con el pueblo en la calle, se logró la sanción de la ley 7422, de ampliación de la Reserva Natural Laguna del Diamante y la ordenanza 1123 de la Municipalidad de San Carlos (que luego fuera replicada por los municipios vecinos de Tunuyán y Tupungato). En ambos casos quien suscribe fue mentor de las mismas y participante en su redacción. Ese fue el puntapié inicial dado en Mendoza, el cual, indudablemente no podría ocurrido sin la epopeya de Esquel.
Años después se logró sancionar la ley 7722, tras otra pueblada mucho más contundente aún; y para rematar, en diferentes episodios y movidas que se fuern dando año tras año, se aprobaron la mayotía de las áreas protegidas que habían sido proyectadas tras aquel primer logro en San Carlos:
Ley 7824 de ampliación de la Reserva Laguna Llancanelo
Ley 8224 de ampliación de la Reserva La Payunia
Ley 8308 de creación del Parque Provincial Cordón del Plata
Ley 8400 de creación de la Reserva Natural Portillo-Piuquenes
Además se lograron avances sustanciales en materia judicial, también con intervención de quien suscribe:
* Se ganó el juicio por la Laguna Llancanelo iniciado por la ONG Oikos, contra Repsol-YPF (que derivó en la ley mencionada) obteniéndose un fallo ejemplar para el derecho ambiental argentino que ha sentado importante jurisprudencia en el tema.
* Se logró hacer caer la causa iniciada por Angloamerican para voltear la ley de ampliación de la Laguna del Diamante
* Se logró una medida cautelar por tiempo indetrminado en el amparo ambiental de Villavicencio contra Minera Deprominsa, subsidiaria de Barrick, el rechazo a la explotación de San Jorge, en Uspallata, que pretendía vulnerar el espíritu de la ley 7722.
Estos hechos no son para nada menores: en pocos años, extensos territorios quedaron definitivamente libres de la amenaza megaminera y tenemos una ley del pueblo que declara el agua como bien común natural público protegido. Hoy la población puede gozar de los beneficios económicos que significa tener esos tesoros naturales bajo resguardo…
Todavía falta mucho, por ejemplo el proyecto del Parque Provincial Polvaredas, pero no puedo dejar de reconocer que toda esta bola imparable comenzó a rodar con aquel primer empujoncito proveniente de Esquel…
 
En la Patagonia, la historia (y la lucha) continúa…
 
En el verano de 2005-2006 conocí la Patagonia (bah, ya la conocía de antes, pero no a fondo y mucho menos a sugente), en ese entonces conocí personalmente a algunos vecinos de Esquel: Humberto Kadomoto, Alejandro Corbeletto, Guatavo Macayo, Lino Pizzolón… a la mayoría ya los conocía por mail, así que me recibieron como a una suerte de viejo amigo al que hacía mucho no veían, visité la asamblea, las radios comunitarias, también hice lo mismo en la Comarca del Paralelo 42 y otros lugares… y fue como sentirme en casa.
 
Así termné, por esas cosas de la vida, residiendo en Bariloche y tiempo más tarde sumándome a la movida local, retomada con mayor énfasis después de la derogación de la ley anticianuro de Río Negro… pero esa es una lucha que todavía se está llevando a cabo, tal vez pronto dará para otro relato épico…
 
Ahora se cumplen 10 años de aquella verdadera gesta popular, que además de toda la carga simbólica que representa, fue el principal disparador para que muchos de nosotros nos pusiéramos a trabajar para salvar el territorio del plan devastador que intentan imponernos desde arriba, por eso nos sumamos a los festejos con mucha alegría y fuerzas para continuar luchando…