Miles de vidas se congregaron para rechazar la explotación mega minera a cielo abierto, en uno de los lugares más bellos de todo el valle. Este lunes se congregaron unas 4 mil personas a casi 2 mil metros de altura. En Alto Carrizal, la energía fluía por todos lados. Las imponentes montañas, rodeadas de un hermoso paisaje verde y marrón, ríos colmados de agua y canales de riego decoraron con sus inigualables sonidos al Valle del Famatina. Ciudadanos de todas las edades y sectores sociales estuvieron para cantarle al Famatina. Todos confluyeron en un campamento que lleva varios días “despierto”, para no dejar la puerta abierta al ingreso de extranjeros que llegan con valijas llenas de promesas, ofreciendo milagros para las vidas de quienes nacieron y vivieron pobres, pero rodeados de la mayor de las riquezas. La vida.
Con una organización pocas veces vista: área de prensa con módems de telefonía celular y wifi; una ingeniosa radio que transmite por internet, literalmente “atada con alambres y cinta”; capilla para rezar y orar al Dios de todos; cocina; depósito para mercadería; improvisados baños que brindan todos los servicios; duchas fabricadas con botellas; generadores de energía eléctrica; espacios para descansar; carpas; cómodos bancos de madera y hasta extensas sombras para tomar mate y disfrutar de unas vacaciones especiales… los ciudadanos que decidieron mantenerse firmes y cerrar las puertas del ingreso al Famatina pasan sus días en paz, y planifican ingeniosas estrategias para comunicar, difundir el mensaje y lograr más aliados a lo que ellos mismos llaman “la lucha de nuestros hijos”.
Este domingo se improvisó una emisora de radio pocas veces vista: se trata de un grupo de jóvenes entusiastas que quisieron llevar el mensaje más allá de las fronteras impuestas por la geografía del lugar. Con una modesta consola, 2 micrófonos, cables y la mejor de la calidad humana y dedicación, estos jóvenes lograron transmitir durante 25 horas todo lo que ocurría en lo que ellos llaman “el corte” aunque hoy ya es una pueblada.
Gracias a esa proeza, miles de ciudadanos de todos los puntos cardinales de la región se acercaron este lunes a las 10 de la mañana para sumarse a la resistencia pacífica que dice NO a las políticas mineras que impulsa el gobierno nacional y provincial en nuestro Famatina.
A través de Streaming, más de 35 emisoras del país retransmitieron las voces de quienes quisieron expresarse en una radio abierta que ostentaba el mayor ejemplo de la pluralidad y la libre expresión.
Cerca del medio día se sumaron miles de personas en el campamento de Alto Carrizal. Con canciones creativas que robaban sonrisas, pancartas irónicas y frases que sólo se le ocurrirían a escritores de renombre, mostraron que hay musas inspiradoras que logran que las personas muestren lo mejor de sí mismos.
En autos viejos y nuevos. Motos, camionetas herrumbradas y 4×4, ricos y pobres, intelectuales, trabajadores, niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos con bastones, llegaron con la misma energía. Fue un cúmulo de sentimientos encontrados. La piel se erizaba mientras se podía ver que el deseo era genuino. El grito ya no era “ambientalista” ni “asambleísta”, tampoco “activista”. El grito fue social. Ciudadanos comunes, como Usted, como nosotros.
Cerca de las 2 de la tarde, las cocineras ofrecieron ensaladas, los productores cortaron sandías que se mantuvieron frescas durante la fría noche de Famatina y las ofrecían a los presentes. Mesas con vasos llenos de jugo fresco y agua pura saciaron la sed de quienes estuvieron varias horas bajo el sol, para terminar con un suculento guiso criollo, que se cocinó durante varias horas al fuego en dos enormes ollas.
La muchedumbre pudo decir con su presencia que no quieren “el oro y el moro” que se les ofrece. Sólo quieren vivir con dignidad y disfrutar del mejor regalo que Dios les dio. La vida.
La tarde fue más que elocuente y llenó de satisfacción a nuestro cronista.
Desde el equipo de Diario Chilecito agradecemos el recibimiento que siempre tuvimos y tenemos. Fue un placer poder escribir una vez más, lo que nos pasa.